miércoles, 23 de noviembre de 2011

Sintonía fina. Por Gonzalo Neidal

La palabra “ajuste” es una de las más ominosas del diccionario de la RAE. Sugiere incomodidad, apriete, presión. Ha de ser por eso que todos los asesores publicitarios de los políticos, desaconsejan su uso. Nadie dice: “voy a hacer un ajuste” como nadie dice “voy a meter la mano en los bolsillos de todos y todas”.
De modo tal que “sintonía fina”, la expresión elegida por la presidenta es, en cierto modo, un hallazgo, sobre todo por haberla hecho conocer ayer, Día de la Música. Sintonía fina es una expresión que sugiere sutileza, precisión, bisturí, cuidado.


Y está bien: el gobierno necesita suavizar lo que está haciendo. Cada día recorta algún subsidio, cada día le da una mala noticia a alguien. Ayer le dijo no a Moyano, respecto de la distribución de utilidades entre los empleados privados e instó a Mauricio Macri para que tomara en sus manos los subterráneos de Buenos Aires, una papa caliente con la que el gobierno nacional no sabe qué hacer.

La irracionalidad del extenso sistema de subsidios desparramado por el gobierno nacional encuentra en los subterráneos quizá la muestra cumbre de su carácter dilapidador. La Capital Federal, lugar de mayor concentración de riqueza y de mayor nivel de vida promedio de todo el país, tiene el sistema de transporte más eficiente de toda la república, con tarifas a un precio completamente ridículo, en relación con lo que pagamos en el interior. El pasajero de subte abona apenas 1,10 por cada pasaje, precio que contribuye a generar una pérdida anual insostenible, que según el gobierno nacional alcanza los 720 millones de pesos. Los estudios de los técnicos municipales sostienen que la tarifa de equilibrio es de 3,40, más del triple del valor actual.

Lo que el gobierno nacional quiere pasarle a Macri es, más que los subtes, el déficit anual que le generan. Por eso resulta razonable la reticencia de Macri para aceptar el regalito.

Claro que, además del condimento económico está también un pequeño aspecto político: se avecina un aumento en todas las tarifas, incluidas las de subte. Si Macri acepta hacerse cargo, entonces será él quien aparezca como un incapaz de sostener la generosa tarifa de 1,10 a la que el gobierno nacional brindaba el servicio. Cuando el gobierno nacional incumpla con el pago del subsidio, entonces Macri deberá ajustar la tarifa y hacerse cargo del costo político. Y Página 12 titulará echándole la culpa a la derecha y al criterio empresario del Jefe de Gobierno porteño. Y en 678 Barone dirá el gobierno nacional, con su política de inclusión social, sabía cómo hacer para mantener los subtes a 1,10.

Quizá ayudaría que, como parte de la “sintonía fina”, Cristina Kirchner acceda a sincerar un poco las tarifas (duplicarlas, por ejemplo) y luego sí, ofrecerle los subtes a Macri.

Si no, Cristina quedará asociada al subte barato y Macri como el inútil que tuvo que aumentarlo haciendo que los porteños paguen algo parecido a lo que se paga desde hace mucho en el resto del país.

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