martes, 15 de noviembre de 2011

Empresarios boicoteadores. Por Gonzalo Neidal

La presidenta se vio necesitada de aclarar que su llamado a no boicotear a la Argentina no es sólo para los sindicalistas sino también para los empresarios.

Después de todo, es el gremialismo la columna vertebral del peronismo, no Carta Abierta o La Cámpora. No es cuestión de cargar las tintas sobre el “movimiento obrero organizado”. No, esta vez la presidenta acusó a los empresarios de que “ganan fortunas, las levantan y las llevan fuera del país”.

Con esta frase, la presidenta nos hizo recordar la frase de Juan Carlos Pugliese, ministro de economía de Raúl Alfonsín en tiempos críticos, cuando ante la reacción del mercado en contra de sus medidas, dijo: “les hablé con el corazón y me contestaron con el bolsillo”. Una queja amarga, tanguera, más propia de Osvaldo Pugliese que de Juan Carlos.


La presidenta debe saber que los inversores extranjeros que vienen al país, lo hacen no para ayudarnos a crecer sino para ganar dinero. Y, una vez que lo ganan, reinvierten una parte (si les conviene hacerlo) y el resto lo envían a los dueños de las acciones, en sus países de origen, porque ellos invirtieron para ganar.

Para explicarlo mejor: es exactamente el mismo concepto por el cual el difunto Néstor Kirchner invirtió el dinero de la provincia de Santa Cruz, cobrado de las regalías que le pagó la Nación en tiempos de Menem, en la banca extranjera y luego capitalizó los intereses y trajo todo de nuevo a su provincia con gran provecho para ella. (Porque es así, ¿no? El dinero regresó, ¿verdad?). Además, con gran perspicacia e intuición, el desaparecido Néstor Kirchner prefirió invertirlo en el exterior porque consideraba que allá ofrecían más garantías que la resbalosa economía nacional. Estamos seguro que la presidenta no considera que su marido se comportó como un vendepatria por esta actitud de gran prudencia y sabiduría económica.

Si la frase sobre el boicot iba dirigida al empresariado nacional, que gana dinero y luego lo saca del país, vale también el ejemplo anterior, siempre y cuando sacar el dinero afuera no sea contra la ley, claro.

Pero hay más. Argentina también tiene empresas que invierten fronteras afuera. Tenemos varias. Y salvo en Venezuela, donde suelen ser expropiadas, nuestros empresarios mandan sus ganancias para acá, para casita, para la Argentina. Salvo, claro está, que encuentren allá una nueva oportunidad de inversión que le justifique quedarse en esos países.

Excepto en situaciones de emergencia, así viene funcionando el capitalismo desde hace mucho tiempo.

La gran pregunta es ésta: ¿Argentina aspira a convocar a los inversores extranjeros para que inviertan en el país o no? ¿Nos beneficia que lo hagan o creemos que es mejor, como decía nuestro actual embajador en Francia, “vivir con lo nuestro”?

Porque entendemos que aquello de “combatir al capital” ya quedó atrás.

¿Verdad?

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