domingo, 30 de noviembre de 2008

Volver al 2002. Por Tomás Abraham


Vivimos bajo los condicionamientos de la más reciente de las crisis, me refiero a la de 2001. La Argentina no se ha recuperado de aquella debacle. Entre las capas de nuestra memoria colectiva predomina la más reciente. La latencia viva de aquellos acontecimientos encuadra la deformada reconstrucción del pasado que hoy condena los noventa y encomia los setenta.

Por aquel 2001, la ciudadanía ya no cree en alianzas. No se espanta ante el centralismo. Sabe que el desgobierno y la impotencia son compañeros inseparables de gobiernos titulados progresistas. Estamos enterados de lo que hicieron con sus principios éticos renovadores justicialistas, radicales, frepasistas, etc.
No hay receptividad para las acusaciones de falta de diálogo de parte del gobierno. Nadie le da mayor importancia a esa queja.

Es cierto que pensando en términos de décadas o de largo plazo, es necesario mejorar la calidad institucional, respetar los contratos, dar seguridad jurídica y fortalecer a la República. Lástima que el largo plazo impone un acuerdo y una disciplina presente que nadie tiene la fuerza política de imponer, y menos en manos de oposiciones que ni siquiera tienen el mínimo control sobre el corto.
La agitación parlamentaria, los nuevos bloques, los frentes electorales no consiguen ocupar un espacio de poder. Cuando parece que lo logran por un voto vicepresidencial, el espejismo se diluye rápido. Hoy, poco tiempo después, el Gobierno tiene un poder más concentrado que antes, no sólo con votos de recinto sino con dinero.
No sería una mala noticia para la democracia que por las próximas elecciones cambie la composición del Poder Legislativo y el protagonismo del nuevo congreso frene las arbitrariedades del Ejecutivo.
Sin embargo, sabemos que las coaliciones opositoras engordan cuando no tienen ningún poder. Una vez que consiguen alguno, aunque sea minúsculo, se fagocitan entre sí. ¿Por qué ser pesimista? ¿Y a santo de qué hay motivos para ser un poco optimista?
Desde el 2001 el protagonismo político lo tienen los movimientos sociales y los sindicatos. En lo social, los rumbos lo marcan los piqueteros, los obreros desocupados, las familias congregadas que denuncian el terror callejero, los movimientos de los derechos humanos, la movilización de los sectores agrarios y de los pueblos del interior. Los que concitan la atención de la gente y la movilizan con el escenario montado por los medios masivos de comunicación son los líderes sociales, las madres y padres de muertos de hoy y de ayer, los representantes de sectores de la producción y no los políticos de gabinete o de bancada,
Este ha sido el resultado político del que “se vayan todos” de hace pocos años.
Los justicialistas que no se someten al Ejecutivo hacen bloque propio. Eso después de compartir la tarea política del matrimonio durante años. Es probable que ante una invitación de Olivos se olviden de sus recriminaciones y se acomoden nuevamente como lo han hecho tantas veces.
Muchos desahuciados que hoy piden formalidad constitucional y diálogo se han burlado de la legalidad cada vez que tuvieron poder. Fueron conspiradores en 2001 y sus caras nos vuelven al 2002. Nadie quiere volver al 2002 y menos al 2001, por lo general se prefiere el 2008, y lo que pasó entre el 2003 y el 2008.

Las acusaciones son reiterativas: que la inflación, que la pobreza, que la desigualdad social, que la corrupción, que De Vido, Jaime y Moreno, que la Presidenta llega tarde, que compra demasiada ropa, que el chavismo, que el aislamiento del mundo, que los superpoderes, que lo que quieran: no se ve alternativa, y menos la de oportunismos electoralistas.
Pero los votos son fáciles de prestar. Es posible que en las próximas elecciones el Congreso esté más equilibrado. Entre fuerzas más parejas se discutirá más, se llegará a menos, habrá negociaciones, cambios acelerados de bancada, sobrarán borocotazos, los acuerdos se desgastarán rápido y comenzará de inmediato la campaña presidencial con la puja entre candidatos, otro espejismo.
Se dice que sólo desde la política se pueden cambiar las cosas y la vida colectiva. Es cierto que también se la puede destruir, arruinar, aplastar, degradar. Los políticos dicen que son hombres de acción. Cualidad que suponen más meritoria que la de intelectuales que no hacen más que dudar. Acción seguro, fundamentalmente la de juntarse para almorzar, cenar, y volver a almorzar.
Para que la acción política sea nuevamente creíble habrá que transar y trenzar menos. Este Gobierno ha cometido muchos errores. Sin duda, pero ha bajado la mayor lacra heredada: la desocupación. Es corrupto como todos los que lo han precedido. Para que nuestro país se arriesgue a tener un personal gubernamental honesto y un gobierno con transparencia fiscal y presupuestaria deberá eliminar privilegios. Los ilegalismos están entramados en la sociedad civil. El Estado los refuerza y legitima.
En este sentido como en muchos otros, este Gobierno no ha cambiado “el modelo de país”. El problema es también otro. La Argentina pertenece a una zona marginal del mundo en el que hay un país que concentra energías y riquezas: Brasil. Nuestras carencias son muy grandes y el margen de maniobra muy estrecho. El aislamiento internacional era inevitable luego del default y de la supresión de todo seguro de cambio para las grandes empresas de servicios.
Muchos dicen que nuestro país ha perdido una maravillosa oportunidad. Mienten. Saben que si de oportunidades se trata, se las ha perdido durante generaciones. Este lamento ficticio de tantas pérdidas endosadas a otros sirve para trasmitir la idea de que nuestro país no tiene más historia que la de ser un país perdido. Es un modo bastante barato de montar una prometedora operación rescate.
El centralismo autoritario sin duda que es un problema porque sostiene la política en la extorsión. Con ella gobernó Rosas, y no lo hizo mal ya que acabó con la anarquía. El rosismo no se resume al degüello y a la persecución. Como el kirchnerismo, tampoco se reduce a la malversación de fondos. El primero nacía como fenómeno político luego de la guerra civil iniciada en1820, el último surge después de la debacle institucional de 2001.
La concentración de poder es una constante nacional frente a la fragmentación y el canibalismo interno. Durante los noventa la vía libre a la autonomía financiera de las provincias provocó un endeudamiento incontrolable y la estafa de la gente con sus bonos devaluados.
La descentralización no es garantía para que cambie la clase política y no logrará más que una distribución ampliada de la corrupción. Falta mucho para construir un federalismo posible que fortalezca la unidad nacional.
De todos modos, de la impericia, de lo ya remanido y previsible de los frentes opositores, no se deduce que a los Kirchner les vaya necesariamente bien. Si pierden feo el año que viene, podrán concretar lo que vienen amenazando: irse, y dejar que Cleto o un hada madrina se hagan cargo del caos institucional y de la crisis económica. Después del supuesto desquicio, se podrá organizar una operación clamor con el nombre de Néstor y, quien dice, con supremos poderes o, al menos, una nueva reforma constitucional.
*Filósofo.

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viernes, 28 de noviembre de 2008

Cobos: "Sólo me sacarán muerto". Por: Joaquín Morales Solá

Sólo muerto me sacarán de acá." A Julio Cobos le cuesta esconder el fastidio por las versiones de los últimos días que indicaban que Cristina Kirchner podría pedirle la renuncia. También existe la posibilidad constitucional del juicio político al vicepresidente de la Nación. "El juicio político necesita causas y no hay ninguna causa para hacerme juicio político. Me tendrán que aguantar hasta 2011", razona con una leve y tensa sonrisa.

¿Qué llevó al kirchnerismo a la última embestida contra el vicepresidente? "No lo sé", dice. El despacho vicepresidencial es todo lo contrario de lo que Cobos significa ahora en la política y en las noticias. Viste siempre con camisa y corbata, pero sin saco mientras trabaja. Una serenidad de monasterio lo circunda. Cuando recibe a alguien, ningún secretario interrumpe y ningún teléfono suena. El bullicio del mundo parece terminar en las puertas de su oficina. Podría pertenecer a esa clase de hombres dispuestos a resistir siempre con la paciencia de un buda.
¿Surgió de él la idea de una consulta popular sobre su continuidad? "Es un disparate", responde. Pero agrega: "¿Qué le vamos a preguntar a la gente? ¿Acaso si tengo que cumplir con la Constitución? Dirán que tengo que hacerlo. Alguien tiene que respetar las instituciones. Es cierto, de todo modos, que hay amigos que están muy cansados del acoso y lanzan esas ideas. No son ideas mías y no dejaré que prosperen". Cobos interroga, duda, vuelve a preguntarse: "¿Quién pudo imaginar que a mí me pedirán la renuncia y que yo renunciaré resignado? No sé de dónde salió eso. Pero debo aceptar que la noticia me sorprendió", concede.
¿Tenía algún indicio previo de la nueva arremetida? Responde: "Sí, hubo hace poco una reunión de Néstor Kirchner con intendentes peronistas de Mendoza. Un diario de mi provincia publicó que Kirchner les dio la orden de hundir a Cobos y entonces dijo, por primera vez, aquella frase del reproche de Cristina por haberme colocado en la vicepresidencia. No sabía si creer o no en esa versión, hasta que el propio Kirchner repitió la frase en un acto público en Buenos Aires. Entonces me convencí de que todo era cierto".
En esa reunión de Kirchner con los intendentes peronistas mendocinos pasó algo más: el ex presidente les pidió que le enviaran una lista con todas las obras públicas que necesitan para ganar las elecciones del año próximo. "No sabía que el Partido Justicialista tiene tanta plata", desliza Cobos, socarronamente, en alusión al único cargo que ostenta Kirchner: el de presidente del partido oficial.
La confusión entre el partido y el Estado merece recorrer otro cauce del análisis. ¿Se arrepiente Cobos de su alianza con el kirchnerismo? "Pensé que iba a ser otra cosa. Creí en las promesas de institucionalidad de Cristina y en la necesidad de que los dos grandes partidos se juntaran para sacar al país de la crisis. Hice la alianza con esas convicciones. Quizá me equivoqué", subraya.
Entonces, ¿qué lo llevó a creer en un período de mayor institucionalidad? Respuesta: "Bueno, un primer dato fue que pensaron en un mendocino para la vicepresidencia. En Mendoza hay convicciones institucionales muy firmes en la sociedad. Es tal vez la provincia más institucional del país. Por ejemplo, no sólo el gobernador no puede ser reelegido; tampoco lo puede suceder ningún familiar directo, esposo, esposa e hijos. El gobernador que abandona el cargo tampoco puede ser senador nacional. Y nadie se atreve a cambiarle una coma a la Constitución, sobre todo en lo que se refiere a esos límites".
Cobos habla como si fuera un simple cronista, pero es obvio que está haciendo comparaciones con la dinastía Kirchner. El Estado, el partido, el poder personal. Lo ha sufrido en carne propia desde su famoso "voto no positivo". El gobierno de Bolivia le retiró una invitación 48 horas antes de la fecha estipulada, luego de una gestión de la cancillería argentina ante la administración de Evo Morales. Una unidad militar también le canceló un día antes la invitación para asistir a una ceremonia castrense. La orden del Ministerio de Defensa fue terminante.
También lo privaron del uso de los aviones oficiales. Cobos se ríe. "El gobernador de Mendoza no tiene avión ni casa. Estoy acostumbrado a viajar en aviones de línea o en mi auto. La gente me trata muy bien en todos lados", se ufana. ¿Los Kirchner se habrán enojado porque fue un día a la Casa Rosada durante la larga gira de la Presidenta por Estados Unidos y Africa? "Fui un solo día y ocupé el despacho del vicepresidente, no el de la Presidenta. Ese día no podía llegar a mi despacho en el Senado porque había manifestaciones de los afectados por la estatización de las AFJP. ¿Tengo que dar más explicaciones? ¿Tengo que pedir permiso?", remata, ya con un tono más serio.
¿Habrá caído mal en Olivos su reconciliación con el radicalismo? "No lo sé, pero la reconciliación de los radicales tiene que empezar en Mendoza, porque ahí estamos los más importantes. Resuelto lo de Mendoza, el resto se resolverá fácilmente. Las conversaciones con el senador Sanz no han concluido, pero van por buen camino", anuncia; alude a Ernesto Sanz, presidente del bloque radical de senadores y su viejo adversario en la común Mendoza.
Propondrá en algún momento una elección interna abierta entre todos los presidenciables de una coalición no kirchneristas para los comicios de 2011. Es evidente que Cobos ya se ha ido para siempre de la vecindad del kirchnerismo. Debería dejar un mensaje de gratitud en Olivos. Nadie ha hecho tanto como Néstor Kirchner para convertirlo en el político más popular del país. Kirchner no privó, ni se priva, del gusto de la reprimenda pública y de la venganza práctica contra el vicepresidente. Los gustos tienen siempre un precio y, en este caso, Kirchner los está pagando con la construcción de un competidor imprevisto por la simpatía social. ¿También por el poder del futuro?

Publicado en La Nación - 28-11-2008

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Los diputados y el mandato de los votantes. Gonzalo Neidal

Es cierto que hay una diferencia entre diputados y senadores. Los primeros, dice la Carta Magna, son representantes del pueblo de la Nación. Los senadores, en cambio, representan a las provincias. De esto podría deducirse que los que habitan la cámara baja deben pensar en términos de interés nacional, o sea que no deben limitarse –ni en sus propuestas, ni en su acción- a las meras necesidades de su pago chico. Están eximidos de mirar la política con ojos provincianos.

Pero en la práctica esto no funciona así.
Cada provincia espera que tanto sus diputados como sus senadores piensen en las necesidades locales y disputen a la Nación los fondos y las obras que necesitan en el interior, en cada una de las provincias que representan. El “interés nacional” es algo difuso; las urgencias locales, algo mucho más concreto.
Con el transcurso del tiempo, con las modificaciones a la ley de coparticipación federal y los desmanejos provinciales, cada vez más las provincias han ido dependiendo, para cerrar sus números mensuales, de la caja nacional. Y ésta es utilizada por el poder de turno como un elemento de presión. A los gobernadores “amigos”, que ordenan a sus legisladores que apoyen las leyes propuestas por el ejecutivo, los favorecemos. A los otros, le hacemos la vida imposible.
Durante el conflicto con el campo, no fueron pocos los gobernadores y diputados que se animaron a cruzar el cerco y rebelarse. Juan Schiaretti fue uno de los primeros en aparecer con un planteo distinto al de la Nación. Inmediatamente sufrió las consecuencias: cesó el ingreso de los fondos nacionales y estuvo a punto de no poder pagar las jubilaciones. Lo mismo ocurrió con legisladores de ambas cámaras.
Pero ahora, que ya se ha probado el poder de fuego nacional, las rebeldías han cesado. Las voces fuertes se volvieron aflautadas. Los que desafiaban al gobierno nacional, ahora piensan que, después de todo, no está tan mal lo que propone Cristina. En otras palabras: la Nación ganó la pulseada.
En este marco es que deben analizarse las defecciones de los diputados cordobeses que votaron en respaldo de la Nación en el caso del impuesto al cheque y la emergencia económica. La lista de diputados por Córdoba tiene un exceso de kirchneristas, que no representan de ninguna manera el predicamento que esa fracción tiene en esta provincia en términos de votos: Cantero, Bedano, Heredia, Vaca Narvaja son demasiados diputados en relación con el peso político que tienen los Kirchner en esta provincia. Algunos de ellos son “diputruchos”: gente que jamás hizo política en la provincia y que accedió a la cámara baja sin recorrer el escalafón político, simplemente puestos a dedo.
Por el lado del juecismo, también hay algunos casos de oportunismo. Incluso hay alguno que no respeta ni el mandato del partido por el que es diputado, ni el del partido en el que militó toda su vida.
Ahora se armarán nuevamente las listas para la elección de diputados nacionales del año que viene. ¿Será Kirchner –nuevamente- quien ponga a su gente? ¿O el peronismo de Córdoba se animará a ofrecer candidatos que representen su pensamiento en esta provincia?

Publicado en La Mañana - 28-11-2008


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jueves, 27 de noviembre de 2008

Atributo de la incomodidad. Por Jorge Asís

“ESTANFLACION. Inflación con recesión. Cómo evitar un nuevo rodrigazo y otros peligros de la economía kirchnerista”. Manual flamante de “autoayuda” antinflacionaria.Contiene Cavallo el atributo de la múltiple incomodidad

Resulta inoportunamente incómodo, primero, para el convaleciente oficialismo. Segundo, para la incipiente oposición. Triplemente meritorio. Porque es incómodo también para el propio Cavallo.Cada vez que reaparece, con algún movimiento, a Cavallo se lo suele arrinconar en el casillero eterno del “corralito”. Sobre todo se lo encierra en el “corralito” cuando decide concentrarse en cualquier otro tema. Como si el culpable debiera pagar el tributo interminable a la soberbia. Por aquel equivocado afán de servicio del 2001. Un acto de banalizado patriotismo que lo impulsó a la idea de sobreestimarse. A creer que podía rescatarse al gobierno de De la Rúa. El horrible negocio político consistió en adquirir históricamente su quiebra.
Civilización extinguida
Con la salvedad de las elegantes autocríticas, en “Estanflación”, Cavallo insiste en subrayar las virtudes de la civilización extinguida de los noventa. Un sistema arquitectónico que fue brutalmente demolido. Por quien fuera, para colmo, uno de los discípulos menos aventajados.Aún se vive de las inversiones residuales de aquella desprolija civilización, irreparablemente pérdida. Sin embargo las imposturas de su diabolización legitiman las horrendas barrabasadas del presente. La estatización de las Aguas. La aberración intervencionista de las Aerolíneas. Para desembocar en el penúltimo manotazo de la expropiación de las AFJP.Cavallo, obstinadamente, vuelve. Cuando los argentinos mayoritariamente incrédulos decidieron resignarse a olvidar los resabios de la convertible cultura privatista. Los inducía al equívoco de suponer que aún tenían algo que ver con los vínculos del mundo.En definitiva, la literatura de Cavallo irrumpe para fastidiar la placidez del maniqueísmo. Lo más conveniente es ignorarlo. Para que la estampida pase pronto y se vuelva a ir.
Irritaciones
Recesión + inflación = estanflación. Una suma despreciable de fantasmas que cercan la economía.La rentree literaria de Cavallo instala irritaciones multidireccionales. En principio, para el Comandante Néstor.Durante la civilización maléficamente extinguida, Kirchner supo, desde Santa Cruz, destacarse como uno de los gobernadores más aplicados. Kirchner fue un Cavallo-dependiente. Obediente, disciplinado, prolijo para ejecutar las directivas impulsadas por el entonces ministro. Facturadas, políticamente, a la cuenta del Presidente Menem. Nunca iba a pagarla.Los Kirchner dejaron de recibirlo a Cavallo en Río Gallegos o en Calafate. Sin pucheritos, el autor lo reprocha en la emotividad del epílogo. Tampoco el Comandante Néstor se atreve a entrevistarlo secretamente, cual si Cavallo fuera una amante clandestina de lunes. Como sí lo hizo, en cambio, cierto gobernador, que le envió el avión para trasladarlo discretamente hacia la residencia privada, en la cercanía de un río. Para confesarse con el Padre Mingo. Con la temerosa esperanza que Kirchner nunca se entere.
Décadas
Fastidiosamente, Cavallo mantiene la impertinencia de calificar, al desalojo sofocante de De la Rúa, de “golpe institucional”. Factuosidad para resolver los problemas particulares de provincias y de empresas, espantosamente administradas. Por un rapto de llamativa moderación, aquí Cavallo evita la mención de las empresas asimétricamente pesificadoras.Pero a quien no absuelve es a Duhalde, la obsesión fija. Tampoco al instrumental De Mendiguren. Y se asiste a una fila insensible de señalados. Si el libro trasciende, tendrían que disponerse a preparar las réplicas. Pero tal vez sea más preferible ignorarlo. Esperar que la polvareda literaria se disipe.
Kirchner se sorprende con la presidencia, recibida en la bandeja de plata del 2003. El camarero fue Duhalde. Actual opositor. Una broma, ideal para Milan Kundera.En los dos mil, Kirchner decidió estratégicamente ampararse en la recuperación moral de los setenta. Para denigrar los noventa, con la crueldad del visionario retroactivo.La fórmula fue bastante eficaz. Consistió en avanzar entre las franjas del proceso. Y de los procesados.De registrarse la agudización de los nubarrones que anuncia Cavallo, en los dos mil diez, el próximo gobierno tendrá que recuperar la racionalidad de los noventa. A los efectos de no reiterar la hiperinflación de los ochenta. Por derivación de los errores compartidos, según Cavallo, en los dos mil. Por la dupla Duhalde-Lavagna. Y por la sistemática continuidad de los Kirchner.
Resquebrajamientos
En “Estanflación”, en el fondo, se percibe que Cavallo no tiene la menor intención de resquebrajarlo a Kirchner, el gobernador fielmente aplicado que después, como presidente, iba a resquebrajarlo. Hasta diluirlo. O encerrarlo, para siempre, en la mazmorra del ”corralito”.Al contrario, aquí Cavallo prefiere advertirle sobre el riesgo latente de otro Rodrigazo. Notifica las venturas del diagnóstico. Aspira, ilusoriamente, a que los Kirchner lo lean.Resulta ostensible, aparte, el afán de Cavallo por perdonarle la vida al que fuera su gobernador preferido. Para abstenerse de detallar los pormenores de las abultadas regalías, cobradas oportunamente por la provincia de Santa Cruz. Glucolines que mantuvieron un sinuoso destino de ostracismo. Que fueron oficializados, lustros después, en 500 millones de dólares. Cuando Cavallo sabe, según nuestras fuentes, que Kirchner tiene que rendir, ante la posteridad, por nunca menos de 800 millones de dólares.
A través de esta ofensiva literaria, por último, Cavallo se las ingenia para fastidiar a la oposición que intenta, a los tropiezos, reagruparse. En semejante campo, al excesivo ex ministro se le puede reprochar que también resulte funcional a Kirchner. A la estrategia de quedarse, que lo moviliza. A pesar de su confrontación con la realidad.Cavallo enuncia que la eventual implosión del kirchnerismo puede deparar sucesores infinitamente peores que los propios Kirchner. Para después enredarse, invariablemente, en el litigio histórico con la obsesión de Duhalde. Otro improvisado intelectual que suele publicar sus libritos purificadores.De producirse la previsible tormenta, sería patéticamente grave, para Cavallo, recurrir a las ideas “productivistas”, patrocinadas por su adversario, Duhalde, el consagrado Piloto de Tormentas (generadas). Conjuntamente con los académicos antagónicos que, si ”Estanflación” prende, deberían componer sus textos polémicos para contrarrestarlo. Como el altivo Lavagna, siempre indemne y algo apartado. O los economistas amontonados del Plan Fenix. A los que Cavallo, en su desmesura, suele tomar en serio. Al extremo de calificarlos de “ideólogos”. Excesos menores del lenguaje.
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Auge y caída de la política menuda. Por Gonzalo Neidal

Néstor Kirchner, quien definitivamente gobierna sin pudores, ha sido ponderado incluso por sus rivales políticos por su gran habilidad política. Sabe, dicen de uno y otro lado, cómo se utiliza el poder, cómo funciona, dónde apuntar, cuándo apretar, cuándo aflojar, a quien disuadir con la caja, a quien conquistar con cargos u honores.

Ser experto en esa política menuda, tener pleno conocimiento de los pasadizos secretos por los cuales fluye el poder, moverse como un pez en el toma y daca de la conquista de las voluntades políticas adversas, parecen resultar condimentos imprescindibles y decisivos a la hora de “construir poder”, nombre pudoroso con el que los politólogos denominan –a la vez que justifican- el conjunto de transas carentes del mínimo pudor que circundan el poder.
Parte de esa habilidad consiste en dar golpes de efecto en el momento justo. Convocar a la prensa y hacer grandes anuncios descomprime a la vez que ocupa a los críticos en la evaluación de las medidas propuestas y, además, esperanza a los más crédulos. Y permite ganar tiempo a través de un pase mágico para desviar la presión hasta el próximo descontento.
Así tuvimos, por ejemplo, la gran inversión salvadora que iba a realizar China hace un par de años, la aparición de los casetes perdidos de la causa de la AMIA, el pago al contado al Club de París, la propuesta de tres bancos para solucionar el problema de los holdouts, el regreso de los fondos de Santa Cruz y varias más.
El anuncio no es una propuesta.
El anuncio es la solución. No hace falta nada más que el anuncio.
La prensa se ocupa de los 70.000 millones de pesos que se invertirán en obra pública y del gran impacto económico que esa inversión tendrá en la economía. Jamás habrá un listado concreto, montos, seguimiento verificable, información mensual sobre las obras emprendidas, etcétera. Jamás se sabrá cuánto de esa obra pública estaba ya en el presupuesto y cuánto se agregará. Ni cómo se financiará.
Pero hay una distancia entre un hombre que tiene esa aptitud para maniobrar, gambetear, escabullir, escamotear y lo que se suele designar como un estadista.
En una simplificación grosera podría decirse que el arte para construir y conservar el poder sería “de corto plazo” y que un estadista tiene la vista puesta en períodos de tiempo que se miden en décadas. Pero la diferencia es mucho mayor: las políticas de estado suponen un estilo de gobierno completamente diferente, fundado en alianzas políticas estables e incluso coincidencias básicas con la oposición en búsqueda de objetivos estratégicos comunes.
Si quisiéramos utilizar el lenguaje y las jerarquías creadas por Perón, podríamos decir que para el estadista primero está la patria. Para el maniobrero, él y su estrecho círculo.
El maniobreo político, la desesperación por no bajar en las encuestas, la política chica de las lealtades apoyadas en el apriete o la prebenda está en franca colisión con la búsqueda de un proyecto nacional abarcador.
Al menos en la concepción de quienes hoy gobiernan.
Dos casos como ejemplo: el saboteo permanente al Jefe de Gobierno de la Capital y la revancha contra el campo, al cual se le prohibe exportar y, en algunos rubros, se lo pone al borde de la extinción.
Pero más tarde o más temprano el maniobreo político sucumbe. No alcanza. Resulta insuficiente e ineficaz.
Antes o después las cosas caen por su peso.

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miércoles, 26 de noviembre de 2008

Ser confiables no es tan fácil. Por Joaquín Morales Solá

El Gobierno es tan volátil como los mercados financieros internacionales. Un día se caen y otro día también. Mejoran en una jornada, pero la recaída posterior resulta peor que la mejoría. En fin, ahora los Kirchner quieren atraer capitales argentinos que están fuera del país. Antes, hicieron todo lo posible por espantarlos.

Anunciaron un plan para "salir a conquistar nuevos mercados para los productos argentinos", pero la producción agropecuaria argentina está encerrada en silos y en frigoríficos porque el gobierno nacional, que es indiferente ante el cambio de la situación internacional, nunca digirió la derrota de la rechazada resolución 125 sobre el aumento de las retenciones a la exportación de granos.
La soja espera mejores precios en las provincias productoras. Los frigoríficos están abarrotados de carne de vaca y de cerdo. Los tambos están a punto de empezar a tirar leche y quesos ya vencidos. La orden que prohíbe esas exportaciones, de manera explícita o implícita, no se ha levantado. "Hay revancha contra el campo", suele decir el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, cuando observa tantas cosas acumuladas que van perdiendo calidad y oportunidades.
El Gobierno decidió también la creación de un Ministerio de la Producción, pero no se sabe aún con qué segmentos de la administración contará. ¿Sus futuras secretarías provendrán del inexistente Carlos Fernández o del todopoderoso Julio De Vido? ¿Tendrá Débora Giorgi el poder suficiente como para llevar adelante un plan propio sobre producción y exportaciones? ¿O, en cambio, caerá presa del eterno problema de un Néstor Kirchner atrincherado con muy pocos fieles y administrando todo el poder fáctico del Gobierno?
Giorgi tiene experiencia en la administración pública. Fue funcionaria de Fernando de la Rúa y de Daniel Scioli en cuestiones industriales y productivas. Pero también Martín Lousteau tenía pergaminos en la administración y cayó víctima de la intolerancia de Kirchner. El ex presidente soporta cada vez menos a cualquiera que sea ajeno a un círculo progresivamente cerrado y restringido. Los argentinos se acostumbraron, además, a un gobierno que ha hecho de los anuncios cotidianos la única política estable y coherente.
Sería imposible llevar la cuenta de cuántos anuncios se cumplieron y cuántos no. Nadie recuerda ya la engolada notificación de la Presidenta de que el país le pagaría al Club de París toda la deuda en default. Ningún Estado acreedor recibió nada. Tampoco hay memoria de otra solemne noticia: la que informó en su momento que tres importantes bancos internacionales se harían cargo de refinanciar la deuda, también en default, con los bonistas que no entraron en el canje de Roberto Lavagna, en 2005. Desde las inversiones chinas por 20.000 millones de dólares, que se convirtieron en papel mojado, hasta un nuevo sistema cloacal en Berazategui, todo merece un atril, un anuncio y un final abierto. Puede resultar cierto o no.
* * *
La repatriación de capitales argentinos en el exterior es una decisión contradictoria con la estatización de las AFJP. Si existiera un eje de política económica en el Gobierno, la opción habría sido muy clara: o se consolidaba la confianza en el sistema financiero argentino, que la hubo en los primeros momentos de la crisis internacional, o se desconocía el derecho a la propiedad privada, sobre todo cuando lo que se discutía era el dinero ahorrado durante años por millones de argentinos.
Cuando estalló en el mundo la tormenta financiera y los bancos más pintados comenzaron a trastabillar, muchos argentinos se preguntaron si sus ahorros en el exterior no estarían mejor resguardados en bancos argentinos. La sociedad argentina no está endeudada en los niveles que lo están las sociedades de los países más desarrollados. Los bancos locales sólo habían hecho tímidos escarceos para volver a dar créditos tras la gran crisis de principios de siglo. Todo indicaba, así, que los bancos argentinos estaban más sólidos que los de Estados Unidos o Europa, aunque fuere más por las malas razones que por las buenas.
Esa vacilación de los ahorristas argentinos en el exterior, que son muchos, duró hasta que Néstor Kirchner y su esposa, en ese orden, decidieron meterse en el bolsillo los fondos privados de pensión. Ese gesto no sólo diluyó la confianza; también creó nuevas sospechas, que llegaron a poner en duda la inviolabilidad de las cajas de seguridad. Circulares de la AFIP dirigidas a los bancos, que referían precisamente a plazos fijos y a cajas de seguridad, terminaron creando más desconfianza. Los bancos sintieron la fuga de depósitos y hasta Guillermo Moreno debió salir a frenar la escalada del dólar, siempre el último refugio de los argentinos asustados.
Nunca más se volvió a hablar, en círculos financieros, de la posibilidad de repatriar capitales. Muchos argentinos eligieron oscilar al ritmo de la crisis mundial y no al de los antojos del matrimonio presidencial. Difícilmente esa percepción pueda desaparecer ahora con un cambio brusco.
La Presidenta dijo ayer que sólo no serán beneficiados por el blanqueo los funcionarios y ex funcionarios oficiales. Sobraba la aclaración, porque si hay funcionarios o ex funcionarios con dinero no declarado en el exterior es casi inevitable pensar que hubo delitos. ¿O estamos aceptando de hecho que existe una estirpe corrupta que sólo recibirá la pena de no gozar de nuevos privilegios? Más útil hubiera sido que Cristina Kirchner incluyera en su exclusión a empresarios que hicieron fortunas al calor del poder actual o pasado. Sus nombres los conocen todos.
La repatriación de capitales mediante un blanqueo es siempre injusta, porque termina afectando a todos los argentinos que pagaron sus impuestos en tiempo y forma. Hay maneras más sofisticadas de crear confianza en el país para la inversión y para ayudar a la solvencia del sistema financiero.
La decisión de ayer tiene el sabor de otra medida desesperada por la necesidad de alimentar una caja cada vez más módica. Baja la recaudación de impuestos porque bajó el ritmo de la economía y baja, al mismo tiempo, el ingreso de dólares porque la crisis internacional achicó el superávit de la balanza comercial. El Gobierno necesitará dólares en 2009 para pagar sus deudas, pero los dólares están fuera del país o debajo de los colchones. La confianza no se reconstruye fácilmente cuando se ha hecho tanto esfuerzo por destruirla.

La Nación - 26-11-2008

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Cristina, la cavallista. Por Adrián Simioni

La economía argentina está otra vez en su tradicional laberinto. Pero en esta ocasión éste es más traicionero que nunca, porque está envuelto en la espesa niebla de la crisis internacional. No se ve nada. Y eso permite que la Unión Industrial Argentina (UIA) y el Gobierno nacional hablen de la crisis como si fuera una sola. Aunque son dos y plantean resoluciones distintas, cuando no contradictorias:

Una crisis es la que viene de afuera, hundiendo al mundo en la desaceleración económica, generando menos demanda para los productos argentinos y abaratando los productos extranjeros, que amenazan a industrias locales con crecientes importaciones. La otra es la que viene de adentro y, en definitiva, expresa las dificultades que encuentra la Argentina desde hace décadas para elevar su productividad de manera consistente y desarrollar así una sociedad más integrada, con salarios más o menos decentes, que ofrezca más oportunidades a mayor cantidad de gente. Luego de la crisis de 2001, la devaluación dio a la industria, mediante una baja salarial, la competitividad con la que el sector pudo sobrevivir, pese a la baja productividad de muchos bolsones productivos. Pero en los seis años transcurridos desde entonces no se invirtió en la magnitud necesaria ni se hicieron reformas del sector público que apuntaran a desarrollar una sociedad más eficiente. La tasa de interés creciente –desde antes de la crisis internacional– expresa que los capitales estuvieron dispuestos a quedarse, pero sólo a cambio de un elevado y rápido retorno que compensara el riesgo de estar en un país que cambió de golpe regulaciones, que estatizó empresas, que incumplió contratos. La idea de recuperar los ingresos de la población y el mercado interno sin elevar la eficiencia y prescindiendo de nuevas inversiones se tradujo, en definitiva, en una inflación leve pero persistente, que se terminó comiendo la ventaja cambiaria. La UIA pide milagros. Por eso, pese a seis años de fuerte crecimiento y luego de que el peso se depreciara 10 por ciento adicional en los últimos meses, los industriales reclaman –otra vez y cada vez más– una devaluación que opere el milagro de tornarlos más competitivos, dado que ellos no pudieron, no supieron o no quisieron ganar productividad con base en buenas inversiones. Ésa debería ser su tarea. Y las políticas públicas deberían promover que la cumplieran. Paquete para la “crisis propia”. Hoy, Argentina enfrenta el cóctel de las dos crisis. A la hora de las “chicanas”, Cristina Fernández las mezcló ayer, cuando se preguntó retóricamente: “¿Qué hubiera pasado si les hubiéramos hecho caso a los gurúes que desde hace bastante nos recomendaban enfriar la economía?”, con lo cual dio a entender que Argentina estaría peor parada frente a la coyuntura mundial si hubiera seguido esos consejos. Sin embargo, es justamente la inflación generada por esa economía recalentada la que redujo la ventaja cambiaria, sumada a una mayor presión impositiva de los tres niveles del Estado, que usaba esos recursos... para recalentar la actividad. De hecho, más allá de las “chicanas”, las medidas anunciadas ayer por la Presidenta apuntan de modo específico a la primera crisis, ya que no contiene medidas para alentar el consumo (excepto el muy importante efecto indirecto de proteger el empleo) para compensar los efectos del parate mundial. En efecto, las medidas buscan: Mejorar la competitividad de la industria y salvaguardar sus empleos, sin devaluar. Para eso es el olvido fiscal a deudas previsionales de empresas que blanqueen empleo en negro y, sobre todo, una baja por rangos de los aportes patronales. Incentivar la inversión. Y para eso es la promoción fiscal de temporada a quienes retornen capitales fugados y nunca declarados. Incluso hay quienes dicen que el éxito de esta medida es incompatible con una devaluación, dado que quienes tienen plata afuera sólo la traerán si están más o menos convencidos de que no habrá una devaluación inmediata. De otro modo, no tiene sentido transformar dólares en bienes que luego valdrán menos en pesos. La promoción fiscal es también sectorizada. Los beneficios varían según el sector al que se dirija la inversión. Como una señal simbólica a las provincias –no se sabe cuánto se recaudará con esta promoción simbólica–, lo que se pague por el blanqueo de capitales se coparticipará. Es cavallismo puro, igual que cuando se trataba de mejorar la ecuación industrial sin vulnerar la regla del uno a uno. Claro que las condiciones han variado. Rebajar aportes, por ejemplo, es mucho más fácil habiendo estatizado los fondos de las AFJP. El dinero extra que reciba la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) compensará más que ampliamente la reducción de aportes. Claro que un sector de la industria quiere más. Los vinculados al sector externo y los que compiten con los importados quieren devaluación. Los muy vinculados al mercado interno quieren incentivos para el consumo. Y todos quieren crédito barato, financiado por el resto de la sociedad a través del Estado. El gobierno de Cristina Fernández sabe que permitir una mayor devaluación lisa y llana del peso podría acicatear la inflación (y la pérdida de poder de compra del salario), pese a que la fuerte desaceleración económica tal vez moderaría el impacto en los precios. Además, tiene a mano datos según los cuales el tipo de cambio viene para atrás pero no está tan atrasado. Según el último informe del Banco Central, en octubre el tipo de cambio real del peso en relación con el dólar estaba 75 por ciento más alto que en diciembre de 2001; en relación con el euro, casi 170 por ciento más alto, y frente al real, casi 190 por ciento más alto. Es decir que el poder de compra de esas monedas en Argentina sigue siendo elevado en términos históricos y el peso continúa siendo débil para importar productos desde esos países. El tipo de cambio multilateral arroja que, en setiembre, la canasta de monedas de los países con los cuales comercia la Argentina valía 144 por ciento más que en diciembre de 2001, apenas por debajo del récord de 165 por ciento alcanzado en abril de este año. Proteccionismo y crédito. De todos modos, como las dos crisis –tanto la propia como la ajena– producen novedades todos los días, es probable que se sucedan nuevos anuncios. Por ejemplo, en línea con la idea de proteger a la industria sin devaluar, el Gobierno podría anunciar nuevas barreras paraarancelarias contra las importaciones (como un aumento de la tasa de estadística), una baja de retenciones a las exportaciones industriales y/o una mayor o más veloz devolución de impuestos para la exportación de bienes industriales. Para el mercado interno podrían tomar cuerpo las versiones que circulan desde hace unas semanas en cuanto a un paquete de incentivos fiscales para industrias como la automotriz y el lanzamiento de líneas de créditos con tasas subsidiadas.

Publicado en La Voz del Interior - 26-11-2008
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¿Cobos se la está creyendo? Por Gonzalo Neidal

Pareciera que Julio Cobos se la está creyendo.
Cuatro meses después sigue ordeñando la agotada teta de su voto “no positivo”.
Parece que piensa vivir para siempre de los intereses de esa módica inversión.
Pero a medida que pasan los días, van dejando de causar gracia sus mojadas de oreja a los Kirchner. Eso de recibir gente enemiga de ellos en la Casa Rosada, cuando Cristina está ausente, cada vez se parece más a una picardía de mucama que invita a sus amigos cuando la patrona está de viaje.

Cobos ya debería darse cuenta que con eso no jode a nadie.
Que, si aspira a ser candidato a presidente con chances, va a tener que laburar un poco más. Que no alcanza con decir frases breves y enigmáticas de tanto en tanto, sin proponer un camino alternativo más completo y serio.
No debería hacerse el pícaro porque todos nos acordamos que, en primer lugar, él ha sido socio político de los Kirchner.
Cuando accedió a ser el candidato a vice de Cristina, él ya había visto cómo gobernaba Néstor durante cuatro largos años. El ya había visto cómo trataba a la Justicia, al parlamento, a los periodistas. Sabía de la transparencia, o falta de ella, de su gobierno.
En consecuencia, Cobos no puede hacerse ahora el distraído.
Él ya tenía severos indicios del modo de hacer política de los Kirchner.
Y le gustaba.
A tal punto le gustaba, que aceptó ser el candidato a vicepresidente de Cristina Kirchner.
Entonces ahora no se puede hacer el no-kirchnerista de la primera hora. Porque él descubrió sus diferencia a partir de la Resolución 125. No antes. Y antes de eso pasaron un par de cosas. Unas cuantas.
El estilo autoritario no comenzó en julio.
Los aprietes a la prensa, tampoco.
La subordinación de la Justicia, tampoco.
La reducción de la función del Congreso, tampoco.
Los casos de fuerte sospecha de corrupción, tampoco.
En definitiva, esta película no comenzó en julio, Don Julio.
Nos parece bárbaro que Cobos se haya dado cuenta del gobierno que habita. Nos parece sensacional que señale aquello con lo que no está de acuerdo. Nos parece muy bueno que el vicepresidente haga respetar su lugar institucional.
Lo valoramos: nos gusta que alguien que hasta ayer nomás fue kirchnerista ahora muestre independencia de criterios.
Pero ya está bien.
Su situación pide a gritos algún tipo de definición.
¿Cobos es opositor? ¿Aspira a ser candidato a presidente? ¿O sus diferencias con el gobierno no son tan sustanciales como para ameritar una renuncia?
Vayámonos definiendo.
Ya las remeras con la leyenda “mi voto no es positivo” están desteñidas. O en liquidación.
Ya el entusiasmo por su desempate, se está agotando.
Maradona le hizo el gol a los ingleses pero después le clavó dos a Bélgica y metió un par de pases en la final. Y siguió ganando en el Nápoles. No se sentó a miar una y otra vez el video donde él recibe la pelota en la mitad de la cancha, los pasa a todos, y la mete.
No, don Cobos, no.
No hay que creérsela.

Publicado en La Mañana de Córdoba - 26-11-2008.



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Lo que quedó en claro de los anuncios de la Presidenta. Por Roberto Cachanosky

Como ya es característico en el gobierno de los Kirchner, el anuncio de medidas suele presentarse buscando un determinado objetivo, pero, cuando uno las analiza en detalle, resulta que el objetivo termina siendo otro totalmente diferente. Ejemplo, el pago al contado de la deuda al FMI fue presentado como una política de independencia nacional y de desendeudamiento. Este fue el objetivo declarado. ¿Cuál era el objetivo oculto? Quitarse el auditor de encima.

Las medidas anunciadas por Cristina Kirchner fueron presentadas como medidas que buscan preservar los puestos de trabajo, atraer inversiones y conquistar nuevos mercados. ¿Es así? Veamos las cuatro medidas anunciadas.
La primera tiene que ver con la creación de un ministerio de la Producción, para, de acuerdo a la presidente, "salir a la conquista de nuevos mercados". La afirmación luce un tanto curiosa cuando ha sido este mismo gobierno el que se encargó, mediante regulaciones absurdas, de que los productores perdieran el mercado de las carnes y lácteos. No se comprende muy bien cómo la presidente compatibiliza "salir a conquistar nuevos mercados" con las restricciones a las exportaciones de carnes o de lácteos, por no citar el caso del trigo y otros más, que impone el secretario Moreno.
Tampoco se entiende muy bien cómo compatibilizará la máquina de impedir de la burocracia estatal, ahora incrementada con un Ministerio de la Producción, con la capacidad de innovación y riesgo empresarial que caracteriza al proceso productivo. ¿Qué señales se impondrán en el mercado para producir? ¿Las del nuevo iluminado en el ministerio de la Producción o las del Secretario Moreno? Definir esta situación no es una cuestión menor porque el ministro de la Producción puede llegar a hacer el papelón del siglo si Moreno sigue imponiendo sus métodos. El mercado es un proceso de descubrimiento por el cual el empresario tiene que descubrir qué es negocio. Qué demanda la gente. ¿Acaso un funcionario público, que no arriesga su capital, puede saber mejor que el que lo arriesga qué es lo que demanda la gente y cómo hay que producirlo?
Tampoco es una cuestión menor recordar que para producir se requiere, entre otras cosas, de la señal de precios relativos. Estos no deben estar distorsionados, porque si los precios relativos están distorsionados, lo más probable es que quien tiene que producir no lo haga esperando a que se reacomoden o bien, si se lanza a producir, sufra las consecuencias de haber iniciado una actividad con precios distorsionados que luego, al sincerarse, se traducen en un negocio ruinoso. La maraña de subsidios, tarifas de servicios públicos manejadas políticamente, prohibiciones de exportación, regulaciones de toda clase y un tipo de cambio real que, a todas luces, ha sido devorado por una inflación que el gobierno se niega a reconocer, ha llegado a un punto de colapso que todos saben que es insostenible en el tiempo. Si bien la crisis externa le viene muy bien al gobierno para tratar de quitarse de encima la responsabilidad de la crisis interna, lo cierto es que el modelo era inviable aún sin crisis internacional. Finalizado el viento de cola, el modelo, simplemente, está muerto y todos están esperando el gran reacomodamiento de precios relativos. Cuál será el precio de la energía, el tipo de cambio, los salarios, etc. ¿Qué puede hacer un funcionario desde el pomposo nombre de Ministerio de la Producción frente a semejante lío de precios?
En lo que hace al blanqueo de los trabajadores en negro para empresas de hasta 10 personas, condonando las deudas, cabe preguntarse si alguien estará dispuesto a acogerse a esa medida y asumir un mayor costo impositivo, cuando los números hoy no le cierran. ¿O pensarán que la gente trabaja en negro por deporte? La carga tributaria es tan alta en Argentina que expulsa del mercado formal al grueso de la población. Claramente detrás de este supuesto beneficio impositivo existe una inconfesable necesidad de mayores recursos fiscales.
Curiosa es la propuesta de reducir los aportes patronales en un 50% el primer año y en un 75% el segundo año, por cada nuevo puesto de trabajo que se cree. Si a duras penas las empresas logran despedir la menor cantidad de empleados posible, sugerir que contraten más gente refleja el grado de desconexión con la realidad que tiene este gobierno.
Y, finalmente, la frutilla del postre. Anunciar una repatriación de capitales con reducciones importantes en las multas por no declarar esos fondos. Proponer que la gente traiga sus ahorros a la Argentina cuando el gobierno acaba de confiscar miles de millones de pesos a los que habían ahorrado para su jubilación en el sistema privado es casi una humorada. ¿Cuál es la tasa de rentabilidad que deben tener esos capitales para compensar no ya el riesgo país, sino el riesgo Kirchner de confiscación o los métodos Moreno de controles?
Es claro que ante el desmadre en que ha entrado la economía argentina algo tenían que anunciar. Detrás de esto hay una clara intención de buscar algo más de recursos fiscales vía el blanqueo de capitales o de los empleados del mercado informal.
Cristina Fernández dio su discurso, y en vez de aclararse el horizonte, se oscureció más, porque quedó en claro que no tienen la más mínima idea de cómo salir del embrollo en que metieron a la economía.
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martes, 25 de noviembre de 2008

Otro ministerio: más trabajo para Néstor. Gonzalo Neidal

No están mal las medidas de los Kirchner. El problema es si alcanzarán para conjurar la crisis. Me parece que no. Pero hablemos del Ministerio de la Producción. Perón decía que cuando alguien no quiere o no puede solucionar un problema, entonces forma una comisión para que se encargue del tema. Debió agregar: o crea un ministerio.

Lo del Ministerio de la Producción es todo un gesto. No puede negarse. Pero todos sabemos que es Néstor Kirchner el que maneja la economía "in totum". Es él quien hace y deshace, el que resuelve todo. El que decide qué debe hacerse y qué no debe hacerse. Entonces, crear un Ministerio de la Producción causa risa.¿Qué puede hacer un ministerio que no pueda hacer una secretaría? Nada. Pero se trata de un gesto hacia los industriales. Es como decirles: "nos preocupan tanto vuestros problemas que haremos un ministerio para que se encarguen de ellos". Un verdadero gesto. Pero nada más que eso. No nos engañemos. El resto de las medidas, digamos, son lógicas y razonables. El estado gasta más, hará obra pública (de gran efecto multiplicador), promete rebajas en los aportes a los industriales que tomen gente, ofrece blanquear capitales, otorga facilidades para pagar impuestos. Está bien. Ahora veremos cuál es el poder del estado versus el mercado mundial. Kirchner contra el mundo global. Cristina versus la crisis mundial. Anticipamos el resultado: las medidas son insuficientes. Correctas pero insuficientes. Cuando uno no vende, no puede producir. Y cuando uno no produce, le sobran empleados. Es la lógica del capitalismo. No es que los industriales sean malos. Al contrario: según la propia lógica "progre", los industriales deberían tratar de tener muchos empleados para así poder extraerles más plusvalía y llenarse los bolsillos. Pero si venden poco, entonces no tienen más remedio que reducir su planta de personal. Es decir, echar gente. Y esta lógica es rigurosa. Hay medidas que pueden atenuarla pero no suprimirla en lo sustancial. Salvo que, nuevamente, las novedades vengan del norte. Del odiado norte. Si ellos hacen keynesianismo intenso, entonces los coletazos podrán llegar hasta acá y nosotros podremos revertir un poco la situación. Claro que, en ese caso, nos adjudicaremos los resultados benéficos.

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A esta receta la falta un ingrediente. Por Javier Marín

Confianza. La confianza es todo, o casi todo. Se pueden diseñar los planes más imaginativos, más audaces y lúcidos, pero no funcionarán si no existe una expectativa favorable. Y, más allá de las declaraciones altisonantes, diplomáticas o políticamente correctas que pudo enarbolar el empresariado nacional, los mercados reaccionaron con una tibieza rayana en la indiferencia. Es que la credibilidad es un ingrediente que no sólo se ha evaporado del país, sino que además es muy escaso, en la Argentina y en el mundo entero.

El "megaplan" anunciado por la Presidenta Cristina Fernandez ciertamente no carece de elementos positivos, algunos de ellos bastante atrevidos, como la invitación a la repatriación de capitales, pero en el actual contexto económico, es posible que nada de esto funcione si en un mediano plazo no se restaura cierta esperanza firme entre los actores de la economía, desde los empresarios hasta los mismos consumidores, también partícipes necesarios de la crisis.La realidad indica que el índice de confianza se viene desmoronando (con algunos leves repuntes) desde el conflicto del campo. Actualmente se sitúa 24 por ciento por debajo de la cifra correspondiente a noviembre de 2007, según el informe de noviembre de la Universidad Torcuato Di Tella. Hay muchas causas que explican esta suspicacia generalizada, pero el deterioro de las expectativas ha corrido parejo con la pérdida de imagen positiva del gobierno en general y de la Presidenta en particular. Algunos politólogos opinan que un mandatario que debe administrar un país con dos tercios de la población desaprobando su gestión, tiene pocas probabilidades de garantizar la gobernabilidad durante mucho tiempo.Bajo este nuevo paquete hay muchos elementos que parecen apuntar hacia el sostenimiento de la actividad económica, pero que en realidad tienen un objetivo netamente fiscal. Esta doblez no ha quedado claramente explícita en el discurso oficial. Además, las últimas decisiones del gobierno en materia económica ilustran que las reglas de juego en la Argentina están para ser cambiadas por el gobierno a su entera discreción. Y allí está la mayor debilidad del anuncio.Entonces, ¿hasta qué punto un empresario estará dispuesto a tomar un nuevo empleado, bajo el incentivo de una rebaja de los aportes patronales? Si no tiene mercado para sus bienes no tomará a nadie, así no deba pagar aportes. Incluso parece más razonable la medida de la CGT de impulsar indemnizaciones agravadas móviles según el índice de desempleo, puesto que esta herramienta resultaría más útil para dinamizar un mercado laboral en crecimiento y compensar en cierta medida a los trabajadores si inevitablemente pierden su empleo en un momento en que no hay oferta de trabajo. Al respecto, la última encuesta de indicadores laborales del Ministerio de Trabajo de la Nación señala que la demanda de empleados de las empresas está en su punto más bajo desde 2003.Otra medida lanzada por el gobierno consiste en el jubileo tributario para aquellas empresas que "blanqueen" personal. Más allá de que todo este tipo de moratoria tiene un costado inequitativo para quienes siempre cumplieron con la ley, aquí la pregunta es, ¿qué empresario se animará a efectivizar a un empleado en "negro" si todas las señales de la economía indican que el 2009 será recesivo? ¿Acaso cuando apriete la crisis no volverán a cambiar las reglas de juego?Se anunció además la creación de un Ministerio de la Producción. Aunque ningún ministerio resuelve nada por su simple creación, ¿incluirá de una vez el gobierno dentro de la producción al sector agropecuario? ¿O continuará indefinidamente en penitencia por sus desacatos?También se impulsa la repatriación y declaración de capitales, que pagarán multas decrecientes, según el siguiente orden: simple declaración, ingreso efectivo de las divisas al país, compra de bonos y títulos del gobierno y actividad inmobiliaria y agropecuaria. En principio, el anuncio parece destinado a mejorar el financiamiento del gobierno y dinamizar la construcción. También puede ser una estupenda oportunidad para que algunos grandes inversores compren los campos de pequeños productores rurales, agobiados por la caída de los precios internacionales de los granos, la sequía y el nivel asfixiante de retenciones. Se especula que por esta vía podrían ingresar al país alrededor de 10.000 millones de dólares.Esta medida parece ser la más audaz de todas y genera controversias entre los economistas. Se estima que existen entre 80 y 100 mil millones de dólares de ahorros de argentinos que fueron girados al exterior. En 1992 se puso en marcha un blanqueo y los resultados fueron magros. Para el año 2000 sólo habían regresado unos 4.000 millones de dólares. Pero ahora, el mayor incentivo que tienen los argentinos para traer sus fondos del exterior no pasa tanto por las medidas locales sino por el contexto internacional. En cuanto la crisis financiera logre un piso de estabilidad ese incentivo se evaporará. Si la deslace internacional se profundiza, los fondos podrían venir incluso sin medidas de aliento.En general hay dos argumentos en contra de este tipo de blanqueos; por un lado, hay quienes alertan de que abre una ventana para el lavado de dinero ilegal, por lo que se necesita una estricta supervisión del destino de esos fondos. Otros indican cierta preocupación sobre el efecto distorsivo que podría generar sobre la economía semejante inyección de divisas. Esta última objeción queda ahora desvirtuada por el nuevo escenario económico recesivo. En el actual contexto, el ingreso de 10.000 millones de dólares podría tener un efecto contracíclico.Como frutilla de postre, el gobierno afirma que se coparticiparán los impuestos que se recauden por la vía del blanqueo. Es curioso, a las provincias se les quiere devolver por un lado lo que se les niega por otro (devolución del 15% de la coparticipación cedida a ANSeS, coparticipación del impuesto al cheque, devolución del recorte de la coparticipación destinado a financiar a la AFIP y aplicación de la garantía constitucional del piso coparticipable). Suponiendo que se blanquearan 10.000 millones de dólares, a Córdoba le tocarían de 30 a 40 millones de dólares en el mejor de los casos. Mientras tanto, este año Córdoba ha resignado recursos que deberían ser coparticipables por un monto superior a los 7.000 millones de pesos, una cifra inmensamente superior.
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Para bajar los humos triunfalistas

El ex titular de la Reserva Federal de Nueva York y ex miembro de la Secretaría de Estado del gobierno de Ronald Reagan, Robert Whitehead, advierte que es cuestión de tiempo para que la deuda de los Estados Unidos se vuelva impagable. Y lo más grave es que ningún legislador de aquel país ha tomado conciencia de que hay que subir dramáticamente los impuestos. "Me gustaría que la gente se ponga a pensar en eso de una vez y a darse cuenta de que estamos en camino al desastre. Siempre he sido una persona en extremo optimista, pero no veo ninguna solución esta vez", dijo. Lo único que se ve en el horizonte es la Gran Depresión parte II. Leer más...

Pequeñas delicias del mundo global. Gonzalo Neidal

Ayer la bolsa subió más del 8% y, si se toma este indicador como un símbolo de la confianza de los empresarios hacia el futuro de los negocios en la Argentina, resulta alentador. Generalmente la bolsa responde a los estímulos de los buenos anuncios con un repunte en las cotizaciones de sus títulos y acciones.

¿Qué sucedió esta vez para que ocurriera la suba? ¿Habrá sido porque el INDEC publicó la tasa de crecimiento de la producción industrial? ¿Será porque la Presidenta se reunió con el primer mandatario mexicano? ¿O será porque en Estados Unidos hicieron conocer el lanzamiento de un plan de rescate para el Citicorp por unos 20.000 millones de dólares?
Las bolsas de Nueva York, Londres, París y Madrid estuvieron eufóricas. No sabemos cuánto durará el optimismo pero, mientras tanto, disfrutémoslo. El mundo global otra vez nos tira una mano. Esta vez, efímera e insustancial. Pero que repercutió en la bolsa local de un modo inmediato. Es que la globalización supone que la información sensible se conoce con diferencia de segundos en todo el mundo. Aparece la noticia de un salvataje al Citi y suben las bolsas de todo el mundo. No es para sorprenderse.
Sin embargo, el gobierno no parece haber tomado nota de esta singularidad de la época que transcurre. Ayer, en su reunión con su par mexicano, Cristina de Kirchner insistió en su visión demagógica de la crisis según la cual nosotros somos los pobres países que padecen los desmanejos económicos perpetrados en los países poderosos, especialmente los Estados Unidos.
La verdad es que habitamos el mundo global para bien y para mal.
No nos gusta la caída de la economía norteamericana a partir de la crisis de las hipotecas subprime pero estamos lejos de aceptar que la prosperidad previa a esta crisis también tuvo su origen en el norte. Como aquel personaje literario, una mujer, que elevaba un ruego al Creador: “Así como hiciste que María pudiera concebir sin pecar, haz que yo pueda pecar sin concebir”.
La globalización no puede ser tomada con beneficio de inventario, es cierto. Pero tampoco el discurso político debe transitar a tanta distancia de la verdad. Los mexicanos saben mucho de eso: el 80% de su comercio exterior lo realizan con los Estados Unidos, con el que integran el tratado de libre comercio denominado NAFTA.
Es muy conveniente desde la política el arrojar fuera de la responsabilidad de este gobierno la crisis económica que nos está llegando. Pero uno tiene la impresión de que la Presidenta efectivamente cree en eso que dice.
Y esto ya es más grave.
Una cosa es defenderse de la oposición utilizando argumentos propios de la sofisma política y de la lucha por el poder, donde –desde que Maquiavelo aconsejó a Lorenzo de Médici- todo vale, y otra muy distinta es creer que eso que se dice es la verdad que explica la economía de los últimos cinco años.
La presidenta además debería saber que, con crisis externa o no, con culpa estadounidense o no, cada vez que entramos en una zona de recesión económica, baja productiva y desempleo, a la gente no le importa demasiado quien es el culpable. En su razonable malhumor, la emprende contra los que gobiernan en ese momento.
Quizá sea injusto.
Pero así es la política.

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lunes, 24 de noviembre de 2008

¡Qué presidenta nos pusiste, Néstor! Por Gonzalo Neidal

La degradación institucional gana terreno todos los días.
El tono jocoso y desenfadado con el que el ex presidente Néstor Kirchner aborda casi todos los temas importantes, resultaría pintoresco si no fuera porque todos estamos percibiendo que vamos camino hacia ningún lado.Esto saldra antes del leer mas

¡Qué presidenta nos pusiste, Néstor!
Piedra Libre

La degradación institucional gana terreno todos los días.
El tono jocoso y desenfadado con el que el ex presidente Néstor Kirchner aborda casi todos los temas importantes, resultaría pintoresco si no fuera porque todos estamos percibiendo que vamos camino hacia ningún lado.
Kirchner, que no tiene ningún cargo en el gobierno salvo el de consorte de la Presidenta, la sustituye a ésta en todos los temas decisivos. Mientras Cristina viaja por el mundo en búsqueda de tutankamones y otras exquisiteces culturosas, el que se ocupa de la Argentina es Don Néstor, a quien nadie lo eligió para eso.
Pero ya nos estamos acostumbrando a tanto manoseo institucional. Nos parece natural que esto ocurra y que el poder sea un bien ganancial.
¿Cuál es el problema que Néstor sea en los hechos el que ejerce el poder en reemplazo manifiesto de su mujer, que se ha transformado en una viajera y oradora serial? Ronda la idea de que se trata de algo que, si bien no es legal, al menos es legítimo ya que Kirchner es el dueño del capital político familiar y, en consecuencia, tiene pleno derecho a ejercer el poder que él construyó. Y a ejercerlo aún sin título habilitante alguno.
Y quienes ponen objeciones a este sistema de gobierno conyugal, en realidad se oponen a la política K en cualquiera de sus versiones.
Aunque estén lejos de aceptarlo, los Kirchner deben su éxito a las hipotecas subprime de los Estados Unidos. El movimiento económico colosal impulsado por la política financiera blanda en el odiado País del Norte, le concedió a todo el mundo, incluso a la Argentina, varios años de una prosperidad sin precedentes. Por eso Néstor contó con la suficiente holgura política como para poner a Cristina como su sucesora, incluso con la secreta ilusión de un retorno suyo cuatro años después.
En realidad, Kirchner eligió la fórmula completa: la Presidenta y el Vice. La puso a Cristina y lo puso a Cobos. A los dos. Pero esto no es importante ya que ambos fueron elegidos por el 46% de los votantes. Que Kirchner haya podido hacer y deshacer “a piacere”, con un PJ subordinado a sus caprichos, ha sido gracias a la prosperidad emanada desde los Estados Unidos. Sin esta bonanza económica, la mentada habilidad para manejar el poder, hubiese hecho agua.
Pero el fastidio de los Kirchner con Cobos es comprensible: ellos sólo conciben el poder como una posesión absoluta. No lo comparten con ministros, ni con el legislativo, ni con la Justicia, a la que tienen en un puño.
Cómo no molestarse, entonces, si Cobos da muestras de independencia y realiza simulacros que, aunque innocuos, contienen la fuerte carga simbólica de un hecho que parece irreversible: la pérdida de predicamento que, más tarde o más temprano, se transformará en una pérdida real de poder.
Seguramente Néstor Kirchner piensa que esto es una fantasía de la oposición. Siente que ha recuperado todo el poder puesto en cuestión durante la crisis con el agro. Más aún: ha conseguido estatizar Aerolíneas Argentinas y las AFJP, sumando votos de diputados y senadores que había perdido. Ha logrado alinear a los gobernadores díscolos, como Juan Schiaretti, y tiene fondos como para afrontar los pagos internacionales.
Y todo ello, como simple presidente del Partido Justicialista.
Mientras tanto, la Presidenta, votada y elegida por el pueblo, fatiga a los auditorios con sus discursos.
¿Es éste un sistema de gobierno sustentable?
¿Se podrá funcionar así para siempre?
¿Estaremos revolucionando, desde Argentina, el sistema republicano de gobierno?


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domingo, 23 de noviembre de 2008

Frases del Fin de Semana. Por Gonzalo Neidal

Además de la derrota en la Copa Davis de tenis a manos de los españoles disminuidos y de la conquista de la punta por parte de Boca, el fin de semana dejó algunas frases interessantes. Por ejemplo, la sugestiva forma en que Joaquín Morales Solá comenzó su columna dominical en La Nación: "La situación de la sociedad argentina es tan conmovedora como la de una mujer golpeada"

De este modo, el columnista se suma a un tema que hace varios meses osó abordar Jorge Asís en su sitio de Internet. En una nota, que nosotros alcanzamos a leer pero que al día siguiente desapareció de pantalla, el ex escritor y ahora periodista político, afirmó que la Presidenta (a la sazón aún no lo era) era una mujer que recibía maltrato físico por parte de su marido. Una acusación dura, que ahora, elípticamente retoma Morales Solá, al comparar a la Argentina con una mujer golpeada.En la misma columna, Morales Solá describe el conflicto entre el gobierno y Mauricio Macri: "La experiencia de Macri es ilustrativa de la distracción del kirchnerismo. La fracción gobernante está poblando las villas de emergencia más cercanas al centro, sobre todo la villa 31, desde que Macri ganó las elecciones, en junio del año pasado. La extraña inmigración masiva e inmediata provocó en su momento un duro reclamo del entonces jefe de gobierno Jorge Telerman a la administración nacional. Luego se supo que esas personas movilizadas pertenecen, en su gran mayoría, a las llamadas "organizaciones sociales" del kirchnerismo. Esos grupos han decidido acampar sus famosas "fuerzas de choque" en el vecindario de la opositora clase media porteña. Están encendiendo fósforos en medio de la leña.Kirchner, un estadistaSorprendió, aunque no tanto, el otro Solá (Felipe) quien por la mañana del domingo, en el programa radial de Mariano Grondona, no se privó de opinar que el (primer) gobierno de Néstor Kirchner "fue muy bueno". Solá es un hombre muy dúctil en lo ideológico. Joven, abrevó en las formaciones especiales y en la gloriosa JP. Luego fue ministro de Carlos Menem durante varios años. Más tarde, kirchnerista y ahora duhaldista. Para alguien que aspira a organizar al peronismo no-kirchnerista, quizá no sea un buen comienzo decir que su gobierno fue muy bueno.Volvió AlbertoLa Nación le realiza una larguísima entrevista a Alberto Fernández. El título es una frase del ex ministro: "Nosotros dejamos de escuchar a la gente". No se muestra demasiado crítico con el gobierno que integró. Opina que "el gobierno ganará las elecciones de 2009". Enterneció a los lectores con una anécdota: "Una vez, en Harvard, donde me habían invitado en los años noventa a un seminario sobre la transparencia en las organizaciones públicas y privadas, escuché una charla de una experta en el tema sobre el efecto de la corrupción. En un pizarrón blanco dibujó un punto negro y nos preguntó qué veíamos nosotros. Alguien dijo: un punto negro. No, contestó ella, es un pizarrón blanco. El punto negro tiende a ensuciar todo el pizarrón, y con la corrupción sucede lo mismo". ¡Qué lindo, Alberto! Ya te entendemos: la corrupción en este gobierno es un puntito negro en un inmenso pizarrón. Teníamos otra impresión, Alberto.
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China lanza un plan para autoabastecerse de soja

Mientras en la Argentina la recesión hace estragos en todos los sectores y el gobierno nacional sostiene su política de sesgo anti-agropecuario, una noticia ha pasado hasta ahora casi inadvertida: la decisión de China de encaminarse hacia el autoabastecimiento de los principales granos que actualmente importa.

El plazo de esta meta es el año 2020; no falta demasiado: apenas 11 campañas agrícolas. Con este objetivo, el gobierno de aquel país (que al parecer no pierde el tiempo atacando a ningún sector productivo por razones ideológicas) anunció una serie de reformas que fueron debatidas y aprobadas en el último plenario del Partido Comunista. La meta de conseguir la autonomía granaria se puso en marcha de inmediato, con el anuncio de que los granjeros chinos podrán disponer de sus tierras a su antojo. Hasta ahora, tenían severas restricciones respecto a su alquiler, comercialización o utilización como garantía para conseguir créditos.La libre disponibilidad de la propiedad agrícola permitirá, según la opinión de especialistas, elevar "de manera asombrosa" la productividad de las 123,8 millones de hectáreas destinadas a cultivos. Esto es porque los productores podrán contar con el financiamiento del que hasta ahora han estado casi excluidos. De esta manera, el gobierno chino pretende que las granjas mejoren su escala de producción, avancen en el proceso de incorporación de tecnología, mecanizándose, mejorando su inversión en agroquímicos y semillas y elevando el nivel general de vida de los campesinos chinos, que son los más postergados por el sistema capitalista centralizado que rige en el gigante oriental.Sobre este particular, Xu Xianglin, economista de la Escuela del Partido Central dijo a la agencia Xinhua que el objetivo principal de la nueva política del partido es lograr una considerable producción agrícola, que facilite el autoabastecimiento de algunos granos vitales para la economía de aquel país, como son la soja y el maíz.Como contracara, existe el riesgo de que muchos campesinos chinos vendan o alquilen sus tierras a grandes productores o "pooles" de siembra y aceleren de manera caótica el proceso de urbanización.Escenario negativoEn la Argentina, en cambio, el panorama para el campo no es positivo. La falta de rentabilidad de la mayoría de los cultivos, las dificultades para encontrar financiamiento y las trabas internas y externas en el comercio internacional de granos son factores clave que se han combinado para cambiar de raíz el escenario que el sector agropecuario tenía hasta hace nada más que un año.El martes, la empresa Agrometal de Monte Maíz, hizo público un duro pronóstico sobre actual coyuntura y el futuro la actividad; indica en su informe contenido en el balance del tercer trimestre del año que éste "se vio impactado en el nivel de actividad económica, principalmente en sectores que se habían comportado muy dinámicamente, como la construcción, la fabricación de automotores y el agrícola, todo ello en un contexto de difícil acceso al financiamiento internacional y en un marco de presiones internas por la distribución del ingreso".En el aspecto sectorial, Agrometal afirmó que "el conflicto irresuelto planteado a partir de las retenciones y posteriormente por la profunda caída de los precios internacionales de los granos, potenciada por factores climáticos adversos, ha impactado negativamente en la agroindustria, ya que los agricultores han postergado, en general, las decisiones de inversión ante un escenario que erosionó la rentabilidad del negocio agrícola, replanteando entonces el ritmo de la actividad, todo ello frente a un panorama de restricciones crediticias. La consecuencia de lo mencionado promueve el aumento del área destinada a la siembra de soja en detrimento de otros cultivos fundamentado en menor requerimiento de inversión y en disminución de áreas destinadas a la ganadería y producción de leches y derivados".En lo que respecta a Agrometal, "el nivel de ventas de implementos disminuyó respecto al ejercicio precedente. El resultado económico del periodo analizado muestra un importante incremento en los costos de producción, tanto de materiales como de transformación, en un contexto donde la oferta de maquinarias superó a la demanda, con fuerte impacto en los márgenes de contribución".El informe indicó además que "los niveles de producción y stocks han sido ajustados adaptándolos a la menor demanda esperada, considerando el descenso en los precios de los granos y de los volúmenes de cosechas".Por otra parte, en el aspecto comercial, "el escenario global significó para nuestra actividad la virtual desaparición del crédito hacia nuestros usuarios por parte de las entidades financieras, lo que generó una mayor exposición de nuestro capital de trabajo con contrapartida en un incremento del nivel de endeudamiento".Ante la negativa coyuntura interna, Agrometal ha iniciado su desembarco en Brasil, con la adquisición del 60 por del paquete accionario de la empresa Fankhauser S.A. dedicada a la producción de máquinas e implementos agrícolas.
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Un Keynes allí a la izquierda, por favor

Piedra Libre
Gonzalo Neidal
Un Keynes allí a la izquierda, por favor

El remozamiento de las ideas económicas se atribuye casi con exclusividad a John Maynard Keynes quien formuló, en plena crisis mundial de los años ’30, una revisión de la teoría económica clásica y demostró que el equilibrio económico puede lograrse aún sin pleno empleo. Fue él quien desplegó los elementos teóricos que demostraban que en el estímulo del consumo estaba la clave para revertir la crisis.

El aumento del gasto público, la expansión del crédito, la rebaja de las tasas de interés y todo aquello que estimule el consumo público y privado ha sido considerado a partir de entonces como “políticas keynesianas” y, con el tiempo, han sido incorporadas al discurso político del “progresismo” y la izquierda como una pócima mágica a favor del crecimiento, muchas veces con abstracción de las situaciones concretas a las que se pretende aplicar la fórmula keynesiana. Habiendo renunciado el “progresismo” a la “socialización de los bienes de producción y de cambio”, fórmula decimonónica que proponía en los setenta, se aferra a Keynes como un modo de descubrir el agujero del mate: que en muchas ocasiones el capitalismo necesita de un estado que intervenga… a favor del capitalismo.Ahora, cuando la crisis mundial está presente nuevamente, todo el mundo ha desempolvado alguna edición de la “Teoría de la ocupación, el interés y el dinero” tratando de encontrar allí, nuevamente, la fórmula para contrarrestar la depresión.Dejaremos para otro momento la consideración acerca de si esta crisis ha sido consecuencia de una política financiera y crediticia “blanda”, de largos plazos, bajas tasas y poca o nula evaluación de la capacidad de pago y la solvencia de los deudores. Pero ahora, en los países centrales, en los odiados Imperios neoliberales, están actuando del único modo posible: aparecieron paquetes de ayuda, subsidios, respaldos de los gobiernos, garantías estatales, etcétera. Ni Keynes podría hacerlo mejor.Pero… ¿qué está pasando en la Argentina? Aquí el economista británico carece del predicamento que tiene entre los neoliberales. Aquí estamos haciendo todo lo contrario de lo que prescribía Keynes. Las tasas de interés, por ejemplo, están por las nubes. Los bancos pagan hasta el 24% anual en pesos y las tarjetas de crédito han acortado los plazos de financiación para la compra de electrodomésticos o cualquier otro consumo. La financiación está desapareciendo, se acortan los plazos y, además, se cobran tasas altísimas. Además, con estas tasas de interés (que son, descontada la inflación oficial, de las más altas de la historia), se promueve la especulación y se castiga a la producción que, en la situación actual, no puede pagar las tasas de interés vigentes ni puede conseguir créditos a plazos medianos y largos. Todas las bicicletas financieras son posibles en estas circunstancias.El precio del dólar no es tampoco un estímulo a la producción industrial exportadora, ni los elevados impuestos al campo son un respaldo al consumo y la inversión del sector. Con estos impuestos, el campo no comprará más máquinas ni construirá más departamentos. Mientras tanto, la inflación carcome los sueldos de los empleados públicos y privados y el estado carece de recursos para utilizarlos en la promoción del consumo.Si Keynes viviera… no nos parece que sería kirchnerista.
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¿Andres Oppenheimer en off-side?

Por recomendación de DVG comencé a leer Cuentos Chinos días atrás. Pobre Oppenheimer; buena parte de sus supuestos se cayeron como un castillo de naipes, al desplomarse la economía global. Oppenheimer escribe bastante bien, pero lo hace en un estilo lineal, feliz; ha perdido la maldad intrínseca de todo argentino de ley.

No sospecha de casi nadie, cree o simula creer en lo que le dicen los políticos de países "serios" y exhibe cierto funcionalismo mecanicista en sus argumentos. También es demasiado amigo de generalizar y extrapolar. No deja de ser muy divertido e incluso instructivo leerlo, pero debería reescribir todo el libro a partir de la resaca post Bush.
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Inflación y ausencia de crédito

Inflación y ausencia de crédito: bueno o malo?
Escribe: Domingo Cavallo
27-10-2008


Los economistas que dieron apoyo intelectual a la política económica de Duhalde y Kirchner, fundamentalmente los autores del Plan Fénix, argumentan que la inflación y la falta de crédito que ha sufrido la economía argentina desde 2002 en adelante, actuarán como atenuantes del impacto sobre nuestro país de la crisis financiera global que está afectando al mundo.

El argumento, que ellos dicen se basa en las ideas de Keynes, es el siguiente: la crisis financiera global producirá recesión y deflación en el mundo, eventualmente depresión económica y, por mucho tiempo, desaparecerá el crédito con lo que cada país tendrá que "vivir con lo suyo". Para el caso de Argentina, lo que será deflación afuera, se transformará en estabilidad o, al menos, en "des-inflación" adentro...gracias a que partimos de inflación alta y no de estabilidad. Mientras que para otros países, "vivir con lo suyo" y perder el crédito será un drama, para nosotros, que hace 7 años "vivimos con lo nuestro", no debería serlo. No sufriremos la pérdida de crédito, simplemente porque ya lo habíamos perdido y no hicimos nada para recuperarlo. En definitiva se aplicaría aquello de que "no hay mal que por bien no venga".Lamentablemente están muy equivocados. Y sería bueno que los dirigentes políticos argentinos lo advirtieran a tiempo. Pronto saldrá un libro mío que apunta a arrojar luz sobre esta interpretación tan peligrosa de la situación actual, pero siento que no puedo esperar a que el libro esté en las librerías para hacer, al menos, una advertencia.La inflación y la falta de crédito son un peligroso agravante para el impacto de la crisis financiera global en pleno desarrollo y para la recesión y deflación mundial que se vienen, por una razón muy simple: a la inflación y la ausencia de crédito, que ya teníamos como problemas, ahora se agregarán un gran déficit fiscal y una fuerte demanda de dólares billete por parte de la gente que nos llevarán a un escenario muy parecido al del período 1975-1988, la época de la estanflación: inflación con recesión. Excluyo, por el momento el período 1989-1990, porque la hiperinflación aún no es inexorable. Pero a la estanflación no sólo que no la excluyo, sino que me atrevo a decir que se viene cantada.La crisis financiera global ya ha producido una fuerte baja de los precios de nuestros productos de exportación. Esta tendencia se acentuará cuando se comiencen a percibir los efectos completos sobre el nivel de actividad económica en casi todos los países del mundo y serán extremos y muy prolongados en el tiempo si el mundo entra en depresión y deflación.Además, en el caso particular de la producción agropecuaria, hay que advertir que en China, el principal demandante de estos productos en los últimos años, se está por producir una nueva revolución verde por incorporación de tecnologías que antes no se podían aplicar dado el reducido tamaño de las unidades agropecuarias. El nuevo régimen de propiedad rural y la posibilidad de que los pequeños agricultores vendan o arrienden su tierra y se formen unidades más grandes, puede significar el mismo aumento de productividad que en la Argentina provocaron los pooles de siembra a partir de los años 90s.Los efectos de esta baja de los precios de nuestros productos de exportación tendrá enormes consecuencias fiscales, porque además de caer los ingresos por precios más bajos, caerán los volúmenes físicos exportados, por caídas en la producción, debido al desaliento que han provocado las retenciones y las restricciones a las exportaciones de trigo, lácteos y carnes. La única forma de revertir la caída de la producción, será eliminando las retenciones, lo que acentuará el deterioro de las cuentas fiscales. Si para dar incentivo al campo, en lugar de eliminar las retenciones se permite que el Peso se devalúe, el deterioro fiscal vendrá por el aumento de los subsidios a la energía, los transportes y todas las actividades que han sufrido congelamiento de precios y tarifas o controles que han ubicado los precios por debajo de los costos de producción. Para tratar de compensar este inexorable deterioro fiscal, el gobierno ya ha dado la señal de su accionar futuro: echará manos a cualquier ahorro acumulado que exista en la economía, siempre que esté a su alcance. Lo ha hecho con el anuncio de que se apropiará del ahorro acumulado por los trabajadores que eligieron enviar sus aportes personales jubilatorios al sistema de AFJPs. Esto no hace más que aumentar el descrédito.El crédito, tanto público como privado requiere de dos ingredientes: el ahorro, que es la única fuente genuina de fondos para prestar y la confianza, que hace que alguien reúna la condición necesaria para hacerse acreedor al préstamo. Las acciones del gobierno que significan una apropiación compulsiva de ahorros del pasado, hacen desaparecer el ahorro presente y del futuro, al menos el ahorro que se canaliza a través de instituciones encargadas de prestarlo y que pueden llegar a ser controladas por el gobierno. Y destruyen la confianza, tanto en el sector público como en el sector privado.Por supuesto, el ahorro externo no viene a la Argentina desde 2001 y mucho menos vendrá a partir de ahora. Todo esto significa que no sólo el gobierno no dispondrá de crédito, sino que nadie en el sector privado conseguirá que le presten para financiar inversiones, capital de trabajo y, mucho menos, consumos o inversiones familiares. Sin crédito, la economía entrará inexorablemente en una fuerte recesión, tanto por caída de la demanda como por caída de la producción.Los optimistas empedernidos dicen: habrá recesión, pero al menos la inflación tenderá a desaparecer. Y argumentan: ya lo estamos viendo, durante octubre los precios en los supermercados han dejado de subir y,en muchos casos, están bajando.No me alegra terminar esta nota con una mala noticia: la inflación, luego de una breve caída, va a seguir alta e incluso podrá aumentar de la mano del aumento del precio del dólar, que terminará siendo mucho más alto que el que demandan los devalúo-maníacos, como ya ocurrió en 2002. Probablemente el precio del Dólar que primero se escape será el del Dólar billete en el mercado paralelo y por un tiempo, el efecto inflacionario se intentará atenuar con controles de cambio y la administración, por el Banco Central, del precio del Dólar para las transacciones comerciales, al mejor estilo del período 1975-1988. Hoy he leído en la Nación una muy buena nota de Roberto Cachanosky titulada "La tormenta perfecta". Mi única discrepancia con su pronóstico es que esta vez no habrá "corralito" sino, en todo caso algo más parecido al "corralón" de Duhalde, o en el mejor de los casos, un nuevo Plan Bonex. No habrá "corralito", porque cuando la gente quiera retirar sus depósitos de los bancos, éstos conseguirán los pesos y los dólares necesarios para entregárselos a los depositantes. Los conseguirán del Banco Central con el simple arbitrio de no renovar las LEBACs y N0BACs que tienen en sus activos. Y si no les alcanzaran, el Banco Central podrá actuar, ahora, como prestamista en última instancia de los Bancos, dado que no tiene la limitación que imponía la Ley de Convertibilidad. Pero he aquí que éste será el Talón de Aquiles de todo el sistema: la enorme cantidad de pesos billetes que la gente obtendrá a través de la corrida contra los depósitos intentarán convertirse en dólares billete, porque la gente no sólo predecirá sino que estará viendo que el Peso se devalúa aceleradamente.El gobierno no va a estar dispuesto a vender todas sus reservas para permitir este atesoramiento en dólares billetes. Pero tampoco aceptará que el precio del dólar para las exportaciones e importaciones aumente todo lo que la demanda de dólares billete determinaría. El resultado será un sistema de control de cambios, con un precio administrado del Dólar en el mercado oficial y un precio mucho más alto en el mercado paralelo. Algo que existió frecuentemente en Argentina entre 1975 y 1988 y que hoy es una realidad en Venezuela.La administración del precio del Dólar en el mercado oficial permitirá que la inflación no se descontrole... por un tiempo. Pero luego de meses y quizás uno o dos años de vivir con una brecha grande entre el Dólar oficial y el Dólar paralelo vendrá un ajuste tipo "Rodrigazo". Mi única duda se refiere a los tiempos. No sé si la historia lo denominará "Kichnerazo" o estará a cargo, para el momento de la verdad, otro personaje, con tan mala suerte que aportará su apellido para tan ingrato rol.

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