jueves, 16 de abril de 2009

¿El regreso de Titanes en el Ring? Por Gonzalo Neidal

El Premio Nobel de Literatura José Saramago supo definir a la política como “el arte de no decir nunca la verdad”. Sir Winston Churchill, al mejor estilo inglés, decía que en política la verdad es tan importante que siempre estaba custodiada por un ejército de mentiras.
Cierto es que se trata de es un territorio fértil para el engaño, la mendacidad y la simulación. Con sólo mirar la cara de algunos políticos, uno se siente tentado de dar crédito a las teorías de César Lombroso. Pero no todo es simulación en política. Ni podría serlo.
Decimos esto porque el gobernador de la Provincia de Córdoba acaba de imprimir un tono sorprendente a la campaña electoral. Todos lo miraban expectantes para ver cómo resolvía la encerrona de hierro en la que se hallaba. Si decidía ser coherente con su prédica política y sus críticas a varios e importantes aspectos de la política del gobierno nacional, su enfrentamiento con la Casa Rosada resultaría inevitable. Si, por el contrario, decidía ceder a las presiones del gobierno central y de la conducción nacional de su propio partido, la pérdida de votos en el interior provincial, sería catastrófica. La espada y la pared.
El rumbo elegido por el gobernador ha sido sorprendente. Resta ver, por supuesto, si el camino elegido se ratifica al momento de elegir los hombres que encarnen el proyecto. Pero todo indica que no habrá sorpresas en ese sentido.
El gobernador ha decidido enfrentar a la conducción nacional de su partido, lo que significa un fuerte desafío al gobierno nacional. Esta posición le garantizará, seguramente, que durante el resto de su mandato será muy difícil de sobrellevar, sobre todo si los resultados locales y nacionales son favorables a la Casa Rosada.
Ha sido una decisión audaz que todavía no ha sido valorada justicieramente por sus pares de la política ni siquiera por los sectores económicos cuya defensa Juan Schiaretti ha decidido asumir.
Más aún: hay quienes sostienen, con desparpajo e irresponsabilidad oportunista, que la actitud de Schiaretti es pura simulación acordada previamente con el gobierno nacional. Una especie de “Titanes en el Ring” de la política, donde los golpes y ofensas están ya acordados previamente y los empujones y caídas han sido practicados hasta la fatiga.
Evitaremos calificar esta visión de la política apelando al concepto psicológico de la “proyección”, sintetizado en el lenguaje barrial con la conocida sentencia que afirma que el ladrón cree que todos son de su condición.
Una similar acusación recibió en su momento Chiche Duhalde por parte de Margarita Stolbizer, al momento en que decidió enfrentar a la actual presidente en la lucha por una senaduría en la Provincia de Buenos Aires. En esa elección, la radical afirmaba que el enfrentamiento entre las dos damas peronistas no era más que una táctica del PJ para quedarse con la totalidad de los senadores provinciales. Pasado el tiempo, el pronóstico resultó equivocado: Chiche Duhalde y Cristina continúan enfrentadas tal como mostraban en la campaña electoral de 2005. Más aún: el voto de la senadora por Buenos Aires resultó decisivo al momento de la votación de la Resolución 125.
De igual modo, si alguien hoy afirma –como lo hace Luis Juez- que el enfrentamiento entre el PJ de Córdoba y la conducción nacional es una mera táctica para colectar votos en dos canastas, o bien está imbuido de una visión cínica de la política o bien no comprende los rasgos más elementales de la dinámica política desatada a partir del 11 de marzo del año pasado.
Nadie dudaría, por ejemplo, de que los cuatro años de amistad y coincidencias políticas totales entre Luis Juez y Néstor Kirchner fueron genuinos. Como nadie duda que ahora –por los motivos que fueren- Juez está enfrentado con los Kirchner.
Si el ex intendente giró su posición 180 grados, ¿por qué no podrían hacerlo sus rivales políticos? Además, para ser justos, debemos recordar que en años anteriores, mientras el PJ de Córdoba defendía al sector agrario local (rebaja de impuesto inmobiliario, oposición a las elevadas retenciones), el partido de Juez estaba rodeado de asesores que opinaban, junto con Juez, exactamente lo contrario.
De igual modo, nadie duda de que Juez no ejerció de simulador en sus sucesivas amistades y afinidades políticas con José De la Sota, Héctor Campana, Daniel Giacomino, Juan Schiaretti, Domingo Cavallo, Carlos Menem, con Mario Negri, con Cecilia Merchán, con Francisco Delich, Cristina y Néstor Kirchner y tantos otros que actualmente, también con gran sinceridad, no cesa de denostar.


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