martes, 15 de noviembre de 2011

Mano dura. Por Gonzalo Neidal

En estos tiempos de abundancia (que se van terminando) nos podemos dar lujos como tener a Aerolíneas Argentinas, una empresa estatal a pura pérdida. Si no fuera que nos sobran fondos gracias a los precios y a las exportaciones agropecuarias, no podríamos permitirnos la exquisitez de tanto nacionalismo inconducente, que nos cuesta 600 millones de dólares al año.
Ahora, ante un nuevo conflicto gremial, la presidenta parece haberse enojado.

No con La Cámpora, cofradía de jóvenes políticos revolucionarios de altos salarios públicos.

No: con el gremio que ocasionó con su huelga, otra vez, demoras, postergaciones, reprogramaciones y cancelaciones de vuelos de cabotaje e internacionales.

La presidenta no anduvo con chiquitas: los acusó, sin mencionarlos, de boicotear a la Argentina. También dio instrucciones a sus funcionarios para que pidan la cancelación de la personería gremial de la Asociación de Personal Técnico Aeronáutico (APTA).

Y además, lo más duro e insospechado de todo, al menos conforme a los parámetros progresistas con los que se guía el gobierno en todos sus actos: volvió a los controladores aéreos a la jurisdicción de la Fuerza Aérea Argentina.

Para poner orden, habrá pensado la presidenta, mejor que los muchachos de La Cámpora es la Fuerza Aérea. ¿Cómo habrá sido recibida esta noticia en el progresismo? No tanto por sus implicancias materiales sino por su carga simbólica.

El concepto sobre política y orden que encierra esta determinación presidencial es una joyita que abandonamos al análisis de politólogos y sociólogos.

Y psicólogos, claro.

¿Se trata de un punto de inflexión en la relación con el sindicalismo?

Preguntamos esto porque hemos visto a Moyano, decenas de veces, bloquear empresas con sus camiones para que los camioneros que trabajan allí se sumen a su gremio y aporten a su sindicato y su obra social.

Sin embargo, jamás fueron amonestados con tanta energía por el gobierno.

Al parecer, ellos no saboteaban nada. Estaba todo bien.

En cambio los gremios aeronáuticos se la agarran con una empresa estatal, lo cual es ciertamente grave.

Y, además, le paran a la juventud maravillosa, a los muchachos de La Cámpora.

Y eso ya es, claramente, intolerable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario