jueves, 30 de julio de 2009

Marcha peronista y zonceras argentinas en la política cultural. Por Beatriz Sarlo

(Nota publicada en La Nación del 30 de julio de 2009)
En el acto en que asumió el equipo del secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, se entonó la Marcha peronista. Es raro, porque Coscia no es secretario de Cultura del Partido Justicialista, sino un peronista nombrado en el gabinete del gobierno nacional. Los cantores de la marcha seguramente pensaron que estas diferencias entre partido y gobierno son viejas manías del formalismo republicano.
El discurso de Coscia trajo, una vez más, el conocido tema del peronismo irredento: "Formo parte de una tradición política que ha sido la gran excluida de la Argentina".
Es cierto que el general Perón fue desalojado en 1955 por un golpe militar y que debemos 18 años de inestabilidad a la injustificable proscripción del peronismo, que sólo terminó con la victoria electoral de Cámpora en 1973. El golpe de Estado de 1976 desalojó a Isabel Perón, pero sería equivocado pensar que se hizo sólo en contra de ella y que reprimió, asesinó o persiguió nada más que a peronistas.
Después de 1983, el peronismo gobernó en varias provincias hasta llegar con Menem a la presidencia, para durar allí diez años. Dos años después, con la caída de De la Rúa, el peronismo volvió con Duhalde para seguir hasta hoy bajo los Kirchner. La experiencia de la proscripción es imborrable, sin duda, pero dado que el peronismo gobernó 18 de los últimos 20 años sus militantes bien podrían reconocer que últimamente no les fue tan mal.
El irredentismo peronista tiene espíritu de revancha. Piensa al peronismo como el eterno excluido (porque se resiste a dar certificado de "verdadero" peronismo a gobiernos justicialistas como el de Menem). Coscia enumeró dentro de la tradición de excluidos a Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Homero Manzi, Cátulo Castillo, Hugo del Carril, Discepolín y Rodolfo Walsh.
De ellos difícilmente podría decirse que hoy son víctimas de un oscurecimiento provocado por las pasiones antiperonistas. ¿Quién los excluyó en las últimas décadas?
Otro tema del discurso de Coscia expone una fórmula tan vieja como ambigua: "La cultura es esencial en la construcción de un proyecto nacional. La cultura y la política cultural deben formar parte de la construcción de un proyecto nacional que no deje a la cultura como una cuestión accesoria.
"De ahí que creo profundamente que hay que politizar la cultura y culturizar la política; de esta dialéctica se nutre una concepción que pone a la cultura en la proa del proyecto político del cual formo parte."
En efecto, la cultura no es una cuestión secundaria; en efecto, los políticos deberían tejer relaciones más intensas con la cultura. En efecto, la cultura tiene una dimensión política insoslayable que toca a la distribución de los bienes materiales y simbólicos necesarios para producirla y difundirla. Toda distribución de bienes que tenga lugar más allá de la esfera privada es política. Si Coscia quiso decir esto, estamos todos de acuerdo.
Si quiso indicar que la política debe dirigir los caminos, muchas veces impredecibles, que toma la cultura, se equivoca. Y, para usar una clásica expresión de Jauretche, está diciendo una zoncera.
En este segundo sentido, la cultura mantiene con la política relaciones muy complicadas e históricamente variables. No es expresión de la política ni de ningún proyecto nacional de manera deliberada y programática.
A veces interpreta tendencias políticas, otras veces corre en paralelo o las contradice; puede ser más subversiva que la política y que la moral; puede abrir problemas que no son los que aparecen en primer plano en el presente; puede volver a viejos dilemas en los que la política no está pensando.
Por eso, la libertad de la cultura respecto de la política es justamente eso: que los intelectuales y artistas elijan la proximidad o la distancia, hablar para grandes masas o para minorías, seguir los temas de conversación de moda o sustraerse a ellos.
Lo importante, como hace mucho tiempo afirmaba Bertolt Brecht, es cómo se reparten los medios para que todo eso sea posible. Entonces, señor Coscia, hablemos de dinero y hagamos que su inversión sea formalmente inobjetable.

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lunes, 27 de julio de 2009

Con pena y sin odio. Por Marcos Aguinis


Es evidente que Horacio Verbitsky suda odio y resentimiento. Por eso debe sentirse dichoso como escriba de Néstor Kirchner. Ahora lo proyecta en contra de mí con llamativa obsesión. No quería responderle para no infligirle una herida. Una profunda herida. Además, sus acusaciones son groseramente falsas y ya las he desmentido varias veces. Confieso que me cansa repetir explicaciones, máxime si se basan en calumnias. Aprendí de Arturo Frondizi que no se las debe contestar. Por último, no me agrada escribir sobre mí.
Pero en fin, dedicaré un rato a dar respuesta a las mentiras de Horacio Verbitsky. También anuncio a los periodistas que no me prestaré a seguir con un debate tan estéril. Mi atención es demandada por cosas más importantes.
Sin conocer la vida de Horacio, confieso que lo admiré cuando publicó Robo para la corona. Me pareció una investigación seria y valiente. Util para nuestro vapuleado país. Además, sentía un gran respeto y valoración por la vida y obra de su padre, el novelista y periodista Bernardo Verbitsky.
¿Por qué empiezo con la memoria de su padre? Porque Horacio la mancilla. Me explicaré mejor.
Yo había conocido al escritor Bernardo Verbitsky cuando viajó a Río Cuarto para presentar su gran novela Etiquetas a los hombres. Pudimos hacer un aparte y hablar horas. Coincidíamos en nuestra decepción del sistema soviético, pese a mantener vivos los ideales y valores de la izquierda, y estábamos irritados con quienes calumniaban sistemáticamente a Israel. Bernardo se había convencido de que el anti israelismo muchas veces encubre judeofobia. Lo expresaba en su novela y en las conversaciones. Además, había tenido el coraje intelectual de criticar a Jean Paul Sartre por haber negado el gulag soviético.
Meses después me escribió, porque había empezado a trabajar en la DAIA. Descubrió un cuadernillo que yo había publicado en Río Cuarto, titulado “La cuestión judía vista desde el Tercer Mundo”. Había persuadido a las autoridades de esa institución de que efectuaran una reedición masiva, y solicitaba mi permiso. Yo acepté encantado. Cuando más adelante me radiqué en Buenos Aires, lo visité en repetidas ocasiones. Entre otros temas, hablamos sobre la suerte que tuve de abandonar la provincia de Córdoba antes del golpe de Estado, porque allí algunos empezaron a decir que yo me había “fugado”. Tenía sobre mis hombros el delito de haber publicado La cruz invertida y ser el intelectual más conspicuo de la ciudad, después del magnífico Juan Filloy. Bernardo estaba seguro de que si me hubiese quedado allá, podría haber corrido la suerte de muchos desaparecidos. Los dos sufríamos al enterarnos sobre el desfile de familiares que concurrían a la DAIA para buscar ayuda sobre parientes arrancados de sus casas. Fue entonces que surgió la iniciativa que, con patética bajeza, Horacio me achaca. No fue una bajeza, sino una determinación de la que me enorgullezco.
Frente a Bernardo Verbitsky los directivos de la DAIA me explicaron que hasta entonces sólo se habían ocupado de cultivar relaciones con políticos y gremialistas. Pero nunca con hombres de las Fuerzas Armadas. Para llegar a los altos mandos y gestionar el paradero y la libertad de gente desaparecida, estaban impotentes. No tenían muchos caminos, porque el antisemitismo era intenso. Por esa razón publicaron un cuadernillo sobre el general José de San Martín, encargado a un historiador llamado Grosso (que yo no conocía, pero sí Bernardo) y donaron la abultada edición al Ejército. De esa forma, establecieron contactos que les permitieron rescatar a algunos jóvenes. Querían llegar también a la Marina. Enterados de que en el año 1977 se cumplirían dos siglos del nacimiento del almirante Guillermo Brown, lucubraron publicar otro cuadernillo dedicado a este prócer y actuar de la misma manera. Bernardo Verbitsky se entusiasmó con la idea y afirmó que yo era el escritor indicado. Mi reacción fue negativa, quizá porque me sublevaba tener que bajar la cabeza ante los represores. “¡Pero se salvarán vidas!”, exclamó Bernardo, con los ojos brillantes por alguna lágrima.
En la misma época me habían invitado a dictar conferencias en Caracas (la democrática Venezuela que recibía muchos exiliados argentinos). Como lectura de viaje llevé en mi maletín materiales sobre historia de la Marina nacional. Hasta ese momento no existía una buena biografía de Brown. Sus peripecias me encantaron. Era un personaje que hubiera seducido a Dumas, Salgari, Conrad, Melville. A mi regreso acepté escribir el cuadernillo, pero sólo si yo me reservaba los derechos de una nueva edición. La DAIA estuvo conforme, sólo quería imprimir 5 mil ejemplares y donarlos a la Marina, para tender el puente que lograse rescatar a la mayor cantidad posible de desaparecidos. Hablé varias veces con Bernardo Verbitsky fuera de la DAIA, para pensar la forma del texto. Le gustó que empezara a mitad de su heroico periplo, porque atraparía el interés del lector. Quien se ocupaba de traerme las pruebas de imprenta ¡a casa! era Herman Schiller, otro redactor de Página/12 que pronto lanzó el valiente periódico Nuestra Presencia, muy crítico del régimen, y donde yo colaboré con intensidad. Schiller también trabajaba en la DAIA. Cuando falleció Bernardo en 1979, ahí publiqué una extensa necrológica titulada “Bernardo Verbitsky también es América”, parafraseando su novela Villa miseria también es América.
Mi folleto se fue extendiendo hasta convertirse en libro. Cuando estuvo terminado e impreso, la DAIA pidió a la Marina que le permitiese efectuar la donación de una forma solemne, para que este esfuerzo se irradiase a todos los mandos y, fundamentalmente, a los sitios de detención (este objetivo no fue expresado, lógicamente). En la DAIA me dijeron que yo debía concurrir, como autor del texto. Me pidieron que estuviese listo para acompañarlos apenas me avisaran. El acto se demoró bastante. Por fin se accedió a recibir la donación y a los directivos de la DAIA en el Edificio Libertad. El acto fue extremadamente informal, todos de pie, apenas se sirvió una bebida y habló el director de la Biblioteca, quien puso en claro que no todo el libro había gustado, aunque agradecía este esfuerzo. Massera NO concurrió. Un directivo de la DAIA preguntó si daban a conocer este acto a la prensa, dada la absoluta ausencia de periodistas. La respuesta fue categórica: “¡No! ¡De eso nos ocupamos nosotros!”. Y, en efecto, se ocuparon de que no saliera ni una línea en ninguna parte. No les resultaba grato que una biografía sobre Brown hubiera sido escrita por un judío e impresa por la DAIA. Sólo apareció una nota en el Diario Israelita.
De modo que Horacio miente cuando se refiere a este tema. Y yo estoy feliz de haber contribuido desde mi trinchera de escritor a salvar varias vidas. Además de haber escrito una obra sobre Brown, de cuyo ritmo y calidad no me arrepiento.
Por la misma época, Horacio Verbitsky estaba contratado por la Fuerza Aérea, pese a su pasado de montonero. ¿No debería darnos alguna explicación sobre su directa colaboración con sus odiados represores, ya que pide decencia? Mientras yo trataba de salvar vidas, ¿qué hacía él? Para no agregar: ¿qué hacían sus patrones, los Kirchner?
Otra grosera mentira de Horacio es afirmar que yo fui funcionario sólo 11 meses. Once meses fui secretario de Cultura, pero desde el 10 de diciembre de 1983 me desempeñé como subsecretario de Cultura. Y después de enero de 1987 seguí como secretario de Estado a cargo del Prondec (Programa Nacional de Democratización de la Cultura), considerada la idea más original de la XXIII Conferencia Mundial de la Unesco en Sofía, y que recibió apoyo y ayuda de las Naciones Unidas. Por ese programa, años más tarde fui nominado dos veces al Premio Educación para la Paz de la Unesco por iniciativa de otros países –enterados de la obra que había realizado para la activa participación de la ciudadanía–, ya que el embajador argentino decidió no respaldar mi candidatura debido a mi oposición política, seguramente.
Mi actividad pública cursó toda la gestión del presidente Alfonsín (cinco años y ocho meses), desde el primer al último día. Y conté con su apoyo entusiasta. El no olvidaba mis trabajos en el CPP (Centro de Participación Política), la Carta esperanzada a un general, que publiqué en pleno gobierno castrense, mi lucha contra todo tipo de censura (por eso nos llamaban “democracia pornográfica”), el odio que me tenía la ultraderecha (expresado por la revista Cabildo) y las tareas para hacer florecer una inolvidable primavera cultural en todo el país. Al terminar mis funciones, emergí más pobre que nunca, porque había desatendido mi consultorio profesional y debía reiniciar casi de cero.
Revela Horacio Verbitsky una bajísima calidad moral al acusar falsamente a mi fallecida esposa de haber utilizado mi auto oficial para asuntos domésticos. Nunca ocurrió tal cosa. Además, muchas veces ni yo mismo lo usaba porque era un cascajo con olores asfixiantes. Era más cómodo desplazarnos en nuestro auto o en el transporte público. ¿Qué pruebas tiene para lanzar semejante embuste?
En cuanto a su reiteración sobre mi jubilación de privilegio, ya he aclarado en cartas de lectores y otros medios que no es tal, porque hice todos los aportes necesarios, como marca la ley. Es más: pagaba en varias cajas simultáneamente por mis diversas actividades, y lo hacía desde muy joven, cuando me designaron jefe de Trabajos Prácticos en la cátedra de Neurología de la Universidad Nacional de Córdoba poco después de recibido.
En cuanto a mi posición sobre Oriente Medio, vuelve a mentir, y espero que sea por ignorancia. Debería leer mi novela Refugiados, crónica de un palestino y advertir la ecuanimidad y la información con que manejo este difícil problema. Pero ocurre que soy un judío que puede defender a los palestinos en sus justos derechos sin tener que, al mismo tiempo, renegar de los justos derechos que también asisten a los israelíes. No padezco auto odio.
Y bien, Horacio. Ahora que he limpiado varios asuntos de tu letrina, podés dedicarte a investigar mi otro rubro: mi familia. Tal vez descubras que cuando pequeño le levanté la voz a mi abuelita y entonces demostrarás que soy un degenerado. Porque tu objetivo es descalificar a las personas, no un debate racional. Ya te conocen.
Espero que después de esta larga explicación (sobre la que pido disculpas a los inocentes lectores), se calme tu odio, respetes mejor a tu noble padre y, sobre todo, te parezcas más a él.
*Escritor.
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Anatomía de un despilfarro. Por Juan José LLach


(Nota publicada en La Nación del 27 de julio de 2009)

Sobrada y triste experiencia tenemos los argentinos en despilfarrar recursos públicos. Baste recordar Yacyretá, ese "monumento a la corrupción" que atravesó varios gobiernos, o el final de los años 70, con los excesos del mundial de fútbol y una orgía armamentista para hacer la guerra con Chile, felizmente evitada. Quizá nunca, sin embargo, se había llegado a los extremos de los últimos seis años, por la magnitud, la opacidad y, sobre todo, la flagrante inequidad de un sistema centralista de captación de rentas y de reparto discrecional de subsidios y privilegiadas exenciones de impuestos.

Para peor, en su mayor parte, ello no fue votado por el pueblo por medio de sus representantes, sino decidido por un Ejecutivo con poderes especiales que distribuyó ingresos "excedentes" originados en cálculos de recursos intencionalmente subvaluados.
En breve síntesis, para que el Tesoro nacional, los consumidores pudientes y los beneficiarios de exenciones pudieran disfrutar de mayores ingresos, vieron menguados los suyos, o los beneficios que les hubieran correspondido, millones de hogares pobres, las tesorerías provinciales y municipales, las economías regionales. El grueso de los subsidios, escondidos bajo el rubro "transferencias al sector privado", abarató los precios del transporte y la energía y, aunque no fueron sólo ricos quienes se beneficiaron ni sólo pobres quienes sacrificaron ingresos o beneficios, este accionar a la Hood Robin fue el predominante y desnudó falacias tan mentadas en los últimos tiempos sobre la redistribución del ingreso.
También se perjudicó a las generaciones futuras, porque el sistema condujo a consumir activos y a comprometer reservas de gas y petróleo que costará mucho esfuerzo reponer.
Aun a riesgo de aburrir, vale la pena detenerse para mostrar los números de este magno despilfarro, incurrido crecientemente entre 2003 y 2008. El Tesoro nacional otorgó subsidios al sector privado por 41.800 millones de dólares y exenciones impositivas por otros 26.800, totalizando la friolera de 68.600 millones de dólares. Esta cifra supera los 64.800 millones que el gobierno nacional invirtió en el mismo período en la suma de sectores tan relevantes como educación, cultura, ciencia y técnica, salud, agua potable y saneamiento, vivienda y desarrollo urbano, y en las transferencias directas a personas realizadas bajo los programas de promoción y asistencia social (el plan jefas y jefes de hogar, entre otros), el seguro de desempleo y los salarios familiares.
Cuesta creerlo, pero es así, y lo validan otras comparaciones. Por ejemplo, los subsidios y privilegios mencionados fueron 2,7 veces mayores que toda la obra pública realizada o financiada por el gobierno nacional en el mismo período.
La relación con la inversión en educación es aun más sorprendente. Subsidios y privilegios fueron cinco veces mayores que el total de lo invertido en educación, cultura, ciencia y tecnología por la Nación, y un 8% mayores que el total invertido por este concepto por los tres niveles de gobierno.
Al lado de estos números, quedan ensombrecidos los logros de la ley de financiamiento educativo. Puede estimarse, al culminar el período de vigencia de sus metas financieras (2006-10), que la Nación habrá aumentado 8000 millones de dólares su inversión en educación, y las provincias y municipios otros 26.000 millones, cuya suma resulta inferior a los subsidios mencionados, aun sin contar las exenciones impositivas. Por otro lado, la asistencia social directa de la Nación a los más pobres fue de sólo 6200 millones de dólares, y la otorgada por todos los niveles de gobierno llegó a 18.570 millones, de nuevo muy por debajo que los subsidios recibidos por sectores más pudientes.
Como última comparación, digamos que si estos subsidios y privilegios se hubieran destinado a la inversión en educación, cultura, ciencia y técnica salud, vivienda y desarrollo social de la Nación, las provincias y los municipios, la misma podría haberse incrementado en un 40%.
La lista de necesidades más urgentes o importantes que podrían haberse satisfecho con los dineros despilfarrados es, por cierto, larga y conmovedora. Desde obras para aliviar la dura vida cotidiana de las barriadas pobres en las grandes ciudades, hasta combates más decididos a la desnutrición y a la mortalidad infantiles, pasando por mejores transportes urbanos y caminos, más ciencia y técnica, hospitales de excelencia, viviendas dignas o agua potable y saneamiento.
Para dar un ejemplo bien concreto, la reorientación de los fondos en cuestión habría permitido conseguir simultáneamente que todas las escuelas fueran hoy de doble jornada y una asignación mensual por hijo de hasta 19 años de 2000 pesos anuales, aproximadamente. Esto habría sido posible aun sin eliminar aquella porción de los subsidios y exenciones que son recibidas por sectores de menores ingresos, como el del transporte urbano o la menor alícuota del IVA de algunos alimentos. Tendríamos así a todos los chicos y jóvenes de la Argentina bien nutridos y asistiendo a escuelas en las que además de lengua, matemática y ciencias sociales básicas, podrían también acceder a una formación humana más profunda, la segunda lengua, la recreación y los deportes, la expresión artística, las tecnologías, ampliándoles las oportunidades de encontrar sus vocaciones personales y desarrollarse en ellas.
De más está decir, se habrían dado de este modo pasos gigantescos para reducir la desnutrición, la indigencia y la pobreza, para mejorar la distribución del ingreso y para lograr un desarrollo integral a futuro.
Ojalá fuera posible que el estudio atento de esta anatomía del despilfarro sirviera como lección duradera en el tiempo por venir. En parte lo será, pero a la fuerza, porque la escasez de rentas fiscales durará un par de años y no será posible ni seguir subsidiando mal, ni empezar a invertir bien en montos tan significativos como los aquí analizados. Además, se insinúa ya un nuevo uso dispendioso y poco transparente de recursos, el de la Anses.
Ambas cuestiones, y más ampliamente la de la generación y el uso de los fondos públicos, configuran el desafío más importante que enfrentan los actores del nuevo escenario de mayor equilibrio político.
El diálogo podría ser una oportunidad, aunque su nacimiento no es promisorio. La cercana discusión del presupuesto 2010, el del primer bicentenario, brindará otra ocasión. Pero para aprovecharlas será necesario superar males inveterados entre nosotros, tales como la carencia de planes estratégicos y agendas, el predominio de lo urgente, el afán de satisfacer al más ruidoso, el cortoplacismo. Un presupuesto cuatrienal sería el mejor modo de moderar estos males. Pero, dado que esto no es hoy políticamente realista, en la próxima ley de presupuesto el Congreso podría establecer, al menos, claros criterios tributarios y prioridades de la asignación de los recursos públicos, privilegiando las necesidades de los que menos tienen y una satisfacción de las mismas exenta de paternalismo y clientelismo y compatible con un desarrollo integral.
El autor es director del Centro de Estudios de Gobierno, Empresa, Sociedad y Economía del IAE-Universidad Austral; fue ministro de Educación de la Nación (1999/2000).
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domingo, 19 de julio de 2009

MOVILIZAR LAS ENERGÍAS DEL SECTOR PRIVADO. Asociación Empresaria Argentina

UNA VISIÓN EMPRESARIA UN APORTE AL DIÁLOGO ENTRE TODOS LOS ARGENTINOS

JULIO DE 2009

PRESENTACIÓN
Este documento de la Asociación Empresaria Argentina, titulado
"Movilizar las energías del sector privado" tiene por propósito efectuar un aporte al diálogo entre todos los argentinos, desde una visión empresaria. El mismo es el resultado de la reflexión de los empresarios integrantes de AEA, y se centra en los elementos necesarios para movilizar las vastas
capacidades productivas del sector privado argentino, como factor principal de la creación de empleos y actor central en el desarrollo económico del país.


La AEA pone estas ideas a consideración de la ciudadanía y la dirigencia política, con la aspiración de que se integren con las perspectivas provenientes de los demás segmentos de la sociedad, de modo de forjar en conjunto una visión compartida del país que permita motorizar un fuerte proceso de desarrollo económico y social, para bien de todos los argentinos.

Jaime Campos

MOVILIZAR LAS ENERGÍAS DEL SECTOR PRIVADO
UNA VISIÓN EMPRESARIA
UN APORTE AL DIÁLOGO ENTRE TODOS LOS ARGENTINOS
A partir de las recientes elecciones legislativas se abre una nueva etapa en la vida de nuestro país. En ésta será fundamental el diálogo y la formación de consensos que promuevan el desarrollo social y económico, con el objetivo último de mejorar la calidad de vida de todos los argentinos.

En el ámbito económico creemos que, una vez superada la crisis financiera internacional, el mundo nos dará una nueva oportunidad. Para aprovecharla plenamente, debemos movilizar al máximo las energías del sector privado.

Las empresas privadas de la Argentina, pequeñas, medianas y grandes, tanto de servicios como del agro y de la industria, tanto del interior profundo como de las grandes ciudades, han demostrado que cuentan con un enorme dinamismo, y una inagotable energía y creatividad para superar los innumerables desafíos que se han presentado a lo largo de nuestra historia económica reciente.
Esta es la reserva fundamental con que cuenta nuestro país, y que debemos movilizar para establecer el sendero de desarrollo económico y social de la Argentina para los próximos años y las próximas décadas, generando los empleos de calidad que se necesitan para sostener el bienestar de toda la sociedad.

Las condiciones necesarias para ello son:

Diálogo entre la dirigencia política y la dirigencia empresarial
Fortalecimiento de las Instituciones
Previsibilidad y reglas de juego que respeten la actividad privada
Reconocer el sentido de la rentabilidad
Libertad de precios en un marco competitivo
Preservar y crear empleos formales
Presión impositiva razonable y equitativa
Ahorro nacional canalizado por el sistema financiero y el mercado de capitales al financiamiento de las empresas
Impulsar las exportaciones
Marcos regulatorios que promuevan inversiones en energía e
infraestructura
Estabilidad macroeconómica y estadísticas confiables
Educación de calidad para todos

1. Diálogo entre la dirigencia política y la dirigencia empresarial
a) Nuestro país ha cumplido 25 años de ejercicio pleno de las libertades cívicas y del voto popular, durante los cuales los argentinos hemos consolidado plenamente la democracia.
b) En este marco, los argentinos debemos promover un ejercicio
permanente e intenso del diálogo, estableciendo hábitos, prácticas y
ámbitos institucionales orientados a tal fin. Todos los sectores debemos hacer un esfuerzo genuino en tal sentido.
c) En particular, debemos desarrollar intensamente el diálogo entre la dirigencia política y la dirigencia empresarial, ya que éste es un
elemento fundamental que ha distinguido a las experiencias más
exitosas de desarrollo económico y social en todo el mundo.
d) Las principal lección que deja esta variada experiencia es que el éxito de nuestro país en la economía global del conocimiento requiere una buena articulación entre todos los sectores y ámbitos del quehacer nacional, en particular entre el Estado, los trabajadores, las empresas y el sistema educativo. Requiere asimismo reglas de juego consensuadas que permitan generar sinergias positivas entre estos ámbitos.
e) En este camino, los argentinos debemos fijarnos metas exigentes de desarrollo humano y productivo, que nos demanden un esfuerzo extra, y nos motiven para alcanzar juntos una ambiciosa visión compartida de lo que es posible. En particular, la drástica reducción de la pobreza es una meta prioritaria a la que debemos comprometernos todos los argentinos.

2. Fortalecimiento de las Instituciones
a) Todos los países exitosos han basado su desarrollo en instituciones sanas y fuertes. El desarrollo sostenido de nuestro país requiere un marco institucional y legal sólido y previsible, en todos los niveles de gobierno.
b) El sistema representativo, republicano y federal de gobierno, establecido por nuestra Constitución, es el fundamento principal de nuestra vida social, y la base indispensable para la construcción de consensos y la conciliación ordenada y fructífera de los diversos puntos de vista en el seno de nuestra Nación.
c) El Poder Legislativo es un pilar fundamental del régimen republicano, y cumple un rol central en la articulación de consensos, tanto entre los partidos políticos como entre los diversos sectores de la sociedad civil.
d) Es también fundamental el rol que desempeña el Poder Judicial y en particular la Corte Suprema de Justicia, como garante de los derechos fundamentales que definen el régimen económico básico establecido por nuestra Constitución Nacional.
e) Debe fortalecerse la capacidad de gestión del Estado mediante la
profesionalización de sus equipos técnicos, que deben ser
adecuadamente capacitados y remunerados. Debe incorporarse al
Estado el equipamiento tecnológico necesario para la informatización integral de la gestión publica, según las mejores prácticas internacionales en esta materia.
f) El fortalecimiento de los medios de comunicación independientes del poder político es parte central del fortalecimiento institucional de la República, ya que éstos constituyen una garantía indispensable para la adecuada información de los ciudadanos, la transparencia, y el control de los actos de gobierno por parte de la sociedad civil. Por esta razón, debe evitarse toda acción o medida que debilite económicamente a las empresas periodísticas independientes. La libertad de elegir entre la amplia oferta de medios periodísticos existente en la Argentina es potestad exclusiva de los ciudadanos, y no debe ser distorsionada por medio de regulaciones o medidas de Gobierno.
g) Un marco de seguridad pública es absolutamente necesario para
garantizar efectivamente los derechos de todos los habitantes a la vida, la integridad física, la propiedad, y a desarrollar sus actividades con libertad y tranquilidad. Es también un requisito indispensable para desarrollar y retener en la Argentina las capacidades y talentos necesarios para el progreso del país en la economía global del conocimiento.
3. Previsibilidad y reglas de juego que respeten la actividad privada
a) El desenvolvimiento de los negocios en la Argentina así como la puesta en marcha de proyectos de inversión requieren necesariamente un marco de previsibilidad de las reglas de juego.
b) El ámbito propio de las empresas privadas debe ser respetado. En una sociedad capitalista moderna es crucial distinguir el rol del Estado del rol de las empresas, manteniendo ambos claramente diferenciados. El Estado debe establecer reglas de juego claras y hacer cumplir las leyes. Dentro de este marco, su injerencia en el ámbito propio de la actividad privada, interviniendo en la toma de decisiones empresarias, no contribuye a dinamizar la economía del país, ni resulta un aporte al desarrollo económico y social.
c) El derecho de propiedad de las empresas sobre su patrimonio y sus ganancias es fundamental para el desarrollo del país, ya que sin garantías a la propiedad privada no existen incentivos para realizar inversiones productivas.
d) Las inversiones argentinas en el exterior son una parte principal de la proyección internacional de nuestro país. El desarrollo de la Argentina en el entorno global requiere contar con un núcleo de empresas nacionales de clase mundial. Esto exige, por parte de las empresas, un gran esfuerzo empresarial, y por parte del Estado, el compromiso de defender las inversiones argentinas en el exterior.
4. Reconocer el sentido de la rentabilidad
a) En un capitalismo moderno, la expectativa de rentabilidad es el motor de todas las inversiones productivas, de la innovación y el progreso tecnológico, de la creación de nuevas empresas y la entrada de nuevos competidores en los mercados.
b) Las inversiones productivas involucran riesgos que se asumen con la aspiración a una buena rentabilidad, que finalmente puede no
materializarse. Esta rentabilidad es por lo tanto legítima y absolutamente necesaria para motorizar un fuerte proceso inversor en la producción de bienes y servicios.
c) En la Argentina, ésta es además fundamental como fuente de
financiamiento de nuevas inversiones, en el marco de las restricciones existentes al financiamiento de largo plazo.

5. Libertad de precios en un marco competitivo
a) Tanto el progreso en la calidad de vida de nuestra población como el aumento de la competitividad internacional de nuestras empresas, requieren alcanzar el uso más eficiente posible de los recursos productivos y económicos con que cuenta la Argentina.
b) En este sentido, es fundamental preservar el sistema de libertad de precios, en un marco competitivo, ya que éstos establecen los incentivos y constituyen la fuente de información indispensable para el mejor uso de los recursos por parte de todos los actores económicos, en el complejo sistema productivo de la economía actual.
c) La extensa experiencia histórica en el empleo de controles de precios indica que, en la medida en que persistan desequilibrios
macroeconómicos básicos, éstos no son eficaces para eliminar la
inflación. Por el contrario, la manipulación discrecional de los precios agudiza las distorsiones de precios relativos en un contexto inflacionario, y genera fuertes desincentivos a la producción y a la inversión en los sectores perjudicados.
d) Los precios de productos e insumos son asimismo un fuerte
determinante de la rentabilidad de las empresas. Su manipulación
arbitraria genera incertidumbre sobre este parámetro central para la
actividad empresaria y el planeamiento de nuevas inversiones
productivas.
e) Sólo las tarifas de los servicios públicos deben ser reguladas,
preservando de todos modos una rentabilidad razonable, tal como se detalla en la sección respectiva.

6. Preservar y crear empleos formales
a) En las actuales circunstancias, la prioridad de los trabajadores, el
Estado y los empresarios debe ser preservar los empleos y las fuentes de trabajo.
b) En este sentido, los empresarios tenemos una responsabilidad principal en consolidar la fortaleza de nuestras empresas, haciendo todos los esfuerzos a nuestro alcance, y de este modo preservar los puestos de trabajo directos e indirectos que nuestra actividad genera. Somos conscientes de que nuestras decisiones tienen un impacto social, y debemos ejercerlas en el sentido más pleno de la responsabilidad social empresaria.
c) Deben asimismo generarse las condiciones para fomentar tanto la creación de más puestos de trabajo en el sector privado formal, como la formalización de los trabajadores informales.

7. Presión impositiva razonable y equitativa
La carga tributaria debe ser razonable y repartida equitativamente entre todos los sectores. En la medida de lo posible deben reducirse los gravámenes que desalientan la producción y las exportaciones; así como aquellos que obstaculizan las inversiones. La evasión impositiva y la informalidad laboral deben ser erradicadas, de modo de distribuir la carga tributaria de manera justa y equilibrada entre todos los actores económicos.

8. Ahorro nacional canalizado por el sistema financiero y el mercado de capitales al financiamiento de las empresas
a) Debe promoverse el aumento sostenido del ahorro de la población en moneda doméstica, por medio de instrumentos financieros adecuados, la estabilidad macroeconómica, y el afianzamiento de la confianza en el orden jurídico como garante de los derechos de propiedad.
b) Es prioritario desarrollar un mercado de capitales genuino, instrumento esencial para posibilitar el crecimiento del sector privado, y fortalecer el sistema financiero de forma que cumpla plenamente con su rol de canalizador del ahorro nacional y oferente de crédito, tanto para el consumo como para las inversiones productivas de las pequeñas, medianas y grandes empresas.
c) La banca estatal debe focalizar su accionar al financiamiento de la inversión de largo plazo del sector privado.
d) Debe preservarse la asignación de los fondos previsionales para
resguardar un sistema de seguridad social estable, y disponerse que una parte significativa de sus recursos se canalice al financiamiento de largo plazo del sector privado, tal como ocurre en otros países del mundo.
e) Debe promoverse una activa reinserción de la Argentina en el sistema financiero internacional, de modo de acceder a los mercados de capitales en condiciones beneficiosas, tal como lo hacen los otros países de la región.

9. Impulsar las exportaciones
a) En momentos en que es crucial expandir fuertemente las exportaciones, es necesario hacer una reducción de las retenciones a los productos agropecuarios. Ello posibilitará volver a dinamizar las economías del interior y fortalecer el federalismo.
b) La Argentina debe aumentar sus exportaciones y, particularmente, aquellas que involucran productos y servicios de mayor valor agregado, con más tecnología incorporada, diferenciados y, en lo posible, con marca propia. Para ello se debe avanzar en la remoción gradual de aquellos factores distorsivos que dificultan la exportación.
c) Debemos diversificar nuestra oferta exportable, alentando el desarrollo de sectores exportadores con alto potencial, tanto de manufacturas industriales como agronegocios que hoy enfrentan trabas para exportar.
Esto es particularmente relevante en la actualidad, dados los efectos adversos de la crisis internacional sobre los precios de los principales productos exportados por nuestro país. d) La atención de las necesidades de los sectores más vulnerables podrá
hacerse de la manera más efectiva en base a los recursos generados por una producción exportable de mayor escala.
e) Debemos aumentar genuinamente la competitividad de toda nuestra producción, de modo de fortalecer la capacidad de las empresas locales para defender sus posiciones tanto en el mercado doméstico como en los mercados internacionales, sosteniendo así la creación de empleos por parte de las empresas que compiten con importaciones y de las empresas exportadoras.
f) Nuestro país debe participar activamente en los diversos ámbitos de negociación internacional, de modo de obtener acceso a los mercados de otros países y regiones. Todo esfuerzo en tal sentido debe evaluarse con un criterio de reciprocidad, de modo que se aseguren resultados equilibrados para la Argentina en términos de creación de riqueza, empleos y bienestar.

10. Marcos regulatorios que promuevan inversiones en energía e infraestructura
a) A fin de continuar desarrollando la importante infraestructura con que cuenta nuestro país, se debe definir con mucha precisión el marco regulatorio que servirá de base para la actividad de los servicios públicos en Argentina.
b) Se debe promover que las nuevas inversiones, así como la prestación de los servicios, sean desarrolladas por empresas privadas, tanto directamente como por medio de mecanismos de iniciativa privada, regímenes de asociación publico-privada y otros esquemas mixtos.
c) Las empresas de servicios públicos deben operar eficientemente y mantener o mejorar la calidad de las prestaciones, teniendo la
posibilidad de financiar las inversiones y el crecimiento necesarios para abastecer la demanda, obteniendo una rentabilidad razonable y asumiendo los riesgos empresarios inherentes a cualquier actividad económica. En este sentido la retribución de dichos servicios deberá ser suficiente, evitándose asimismo distorsiones en el cuadro tarifario global. Las tarifas de los servicios públicos deben incentivar las inversiones de las empresas, y facilitar el acceso a estos servicios por parte de los sectores de menores ingresos.
d) El marco regulatorio de los servicios públicos debe fortalecerse, de modo que se ejercite a pleno un control responsable por parte de los órganos técnicos competentes.
e) Los marcos regulatorios y tarifarios del sector energético deben
promover la eficiencia y el uso responsable de la energía, de modo deestablecer las bases para un desarrollo productivo sustentable en el largo plazo, y reducir su impacto en el medio ambiente, como
contribución de nuestro país a resolver el problema del cambio climático global.

11. Estabilidad macroeconómica y estadísticas confiables
a) En la Argentina, la inflación continúa manteniéndose en niveles
relativamente altos en términos internacionales. Esto afecta a los
sectores más vulnerables, dificulta las relaciones de cooperación entre eslabones de las cadenas productivas, erosiona paulatinamente la competitividad internacional y genera conflictos con proveedores, clientes y consumidores, y entre las empresas y sus trabajadores.
b) La inflación es un problema estrictamente macroeconómico. Un
aumento general de los precios, sostenido en el tiempo y en todos los ámbitos de la economía, no es el resultado de la decisión puntual de unos pocos agentes económicos, sino el síntoma de desequilibrios macroeconómicos que impactan de modo generalizado y simultáneo en todos los sectores y actores económicos.
c) La experiencia histórica internacional ha resultado en un valioso
aprendizaje que ha permitido, mediante políticas macroeconómicas
apropiadas, mantener tasas de inflación relativamente bajas en casi
todos los países del mundo en los últimos años, incluso en momentos de fuertes shocks de costos en los precios de los insumos básicos. La Argentina debería diseñar políticas específicas contra la inflación, teniendo en cuenta las mejores prácticas internacionales en esta materia.
d) La historia económica argentina indica que el superávit fiscal y el
financiamiento genuino del Estado han sido factores básicos para la
estabilidad macroeconómica.
e) Todos los actores económicos, y en particular las empresas, necesitan información confiable sobre la evolución de los principales parámetros de la economía. Esto es necesario para el óptimo desempeño de la actividad productiva, para la programación de nuevas inversiones, y como base objetiva para todas las negociaciones laborales y contractuales. A tal efecto, es fundamental contar con estadísticas oficiales indiscutidas, que cuenten con el aval y el consenso de los expertos en los respectivos ámbitos relevados. Deben impulsarse las readecuaciones en el INDEC que permitan recuperar la confianza en sus estadísticas.

12. Educación de calidad para todos
a) La educación es la base de la igualdad de oportunidades y al mismo tiempo, la fuente última de nuestra competitividad como país. Debemos garantizar la inclusión de todos los niños, cualquiera sea el nivel de ingreso de sus familias, en un sistema educativo de alta calidad.
b) La educación debe desarrollar sistemáticamente las competencias fundamentales para el desempeño de las personas y el ejercicio pleno de la ciudadanía, tales como la comprensión analítica, la capacidad de expresión, la iniciativa y la responsabilidad personal. Estas son también las competencias que demandan las empresas para el desempeño efectivo en el ambiente laboral de la actual economía del conocimiento.
c) La política educativa debe contener objetivos claros y metas definidas, que permitan registrar su avance y cumplimiento. Es fundamental medir sistemáticamente las mejoras en la calidad educativa en todas las jurisdicciones del país, en base a metodologías que permitan su comparación local e internacional

PRESIDENTE
Pagani, Luis A. Arcor
VICEPRESIDENTES
Rocca, Paolo Organización Techint
Magnetto, Héctor H. Grupo Clarín
Bagó, Sebastián Laboratorios Bagó
Klima, Víktor Volkswagen Argentina
Fortabat Lacroze de, Amalia Grupo Fortabat
Pescarmona, Enrique IMPSA
Miguens, Carlos J. Grupo Miguens
Roggio, Aldo B. Grupo Roggio
Acevedo, Miguel A. Aceitera G. Deheza
Gomis Saez, Antonio YPF
Coto, Alfredo Coto
SECRETARIO
Cartellone, José G. José Cartellone Construcciones Civiles
TESORERO
Grimoldi, Alberto L. Grimoldi
VOCALES
Vignart, Oscar U. Dow Química
Elsztain, Eduardo IRSA
Aufiero, Jorge Félix Medicus
Estrada, Alejandro M. Banco Privado de Inversiones
Grobocopatel, Gustavo Los Grobo Agropecuaria
Hojman, Alberto R. BGH
Bruchou, Juan Citi
Cristofani, Enrique Santander Río
Karagozian, Teodoro TN & Platex
Saguier, Julio César S.A. La Nación
Vázquez, Amadeo
Argüelles, Marcelo Bio Sidus
Paulmann Kemna, Horst Cencosud
Braun, Federico La Anónima
Roemmers, Pablo Roemmers
DIRECTOR EJECUTIVO
Jaime Campos


OTROS MIEMBROS
Agárdy, Zsölt Estrada
Bameule, Luis M. Quickfood
Baños, Osvaldo Peugeot Citroën Argentina
Barth, Matthias Mercedes Benz Argentina
Bauducco, Vicente Carlos SanCor Coop. Unidas Ltda.
Benvenuti, Daniel Bridgestone Argentina
Caride, Eduardo Telefónica de Argentina
Cascio, Guillermo IBM Argentina
Cirigliano, Sergio C. Trenes de Buenos Aires
Cristiani, Horacio Gas Natural Ban
Cordero, Andrés Metrogas
Daza, Héctor AON Risk
Díaz, Manuel Praxair Argentina
Etchepare, Diego PricewaterhouseCoopers
Ferioli, Jorge San Jorge Emprendimientos
Flechtner, Helmut Bayer
Garrido, Enrique Telecom
Hidalgo, José María ENDESA Latinoamérica
Lacroze, David Control Union Argentina
Macchiavello, Maria Luisa Droguería del Sud
Mastellone, Pascual Mastellone Hnos.
Mayer-Wolf, Martín Nidera
Morita, Norberto Southern Cross Group
Oddone da Costa, Fabricio Petrobras Energia
Rattazzi, Cristiano Fiat Argentina
Sacerdote, Manuel R. Loma Negra
Sánchez de Bustamante, Tomás Grupo OSDE
Sarian, Miguel Eduardo Hilandería Tipoiti
Soldati, Santiago T. Sociedad Comercial del Plata
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viernes, 17 de julio de 2009

Ínclitas cucarachas. Por Martín Caparrós


(Nota publicada en Crítica el 16/07/2009, en respuesta a la de Jorge Sigal)

Nunca supe por qué a los lugares comunes les dicen lugares, pero sí por qué comunes. Aunque creo que deberían llamarlos cucarachas, porque parecen inmortales y aparecen en los rincones donde los restos se acumulan. Por eso me sorprendió un artículo, publicado aquí mismo, donde mi estimado Jorge Sigal empezaba diciendo que “cuando se apague el kirchnerismo, la generación del 70 habrá completado el ciclo histórico que la dictadura interrumpió bestialmente en 1976. Y quizá sea ésa la principal contribución que el ex presidente le habrá prestado a la joven democracia argentina”. E insistía en ese lugar común o cucaracha que pretende que el kirchnerismo fue la llegada de esa supuesta generación al poder político
Para empezar, la idea de “generación del 70” es perfectamente discutible. ¿Cómo se define una generación? Un observador externo podría decir que es el conjunto de personas que en un momento dado compartieron, por edad y convicción, ciertas ideas, actividades, producciones. En tal caso, la susodicha generación estaría integrada por todos los que militaron en alguna de las muy distintas opciones revolucionarias que se ofrecían entre 1960 y 1976. Ese conjunto comprendió tanta gente tan variada –jóvenes estudiantes, viejos sindicalistas, villeros, psicoanalistas, torneros, abogados, peronistas, maoístas, mi tía Juanita, maestros, periodistas, actores, leninistas, trotskistas, Carlos Menem, empleados de comercio, madres de familia, filósofos, obreros de la Fiat, diputados nacionales, intendentes de pueblo, peones, taxistas, médicos cardiólogos, Jorge Sigal, yo mismo, un estanciero, dos financistas, ladrones, cantautores, bancarios, guevaristas, físicos atómicos, un sargento primero– que no resulta sorprendente que después tomaran los rumbos más diversos. Algunos de ellos creyeron mantener sus ideas –más o menos adaptadas a los cambios climáticos–, otros las desecharon por completo. ¿Por qué habría que imaginar que un montón de personas ya disímiles van a seguir pensando igual tres o cuatro décadas más tarde?La definición del observador externo, entonces, sería inoperante: a efectos de sus vidas presentes, importa poco que fulano y mengana y zutana y perengano hayan pensado parecido, cuando fulano es un conocido ingeniero atómico gay que vive en Houston y mengana acaba de jubilarse como operaria en un taller textil para cuidar a los hijos de su hija soltera y zutana es abogada de empresas privatizadas con oficina en Puerto Madero y misa en el Pilar y perengano lleva 32 años en una fosa común en Campo de Mayo.Así visto, entonces, como definición presente “generación del 70” no significa nada. A menos que intentemos la opción subjetiva: definir a la “generación del 70” como el conjunto de los que todavía se autoperciben y reivindican como pertenecientes a ella, y suponen que esa pertenencia es decisiva en sus vidas. Como si el científico, en lugar de contarle las patas, le preguntara al mosquito cuántas tiene; como si el médico dejara que su paciente se diagnosticara. Según ese método, claro, una pareja que se fue a su pueblo a lucrar con lo peor del capitalismo –el préstamo usurero– sería lo mismo que sus ex supuestos compañeros que, en ese mismo momento, morían peleando para eliminar ese tipo de explotación –y muchas otras. Según ese método, Hitler estaba limpiando el mundo de sus lacras y Bush intentó llevar la paz y la concordia a los últimos rincones de la tierra.O sea: que no creo que exista una generación del 70, sino una cantidad de gente que hizo cosas muy distintas en esos años y que, desde entonces, las hizo más distintas todavía. Y que, por otro lado, los gobernantes que ahora reivindican su afinidad con las ideas que suelen asociarse a esa “generación” practicaron todo lo contrario.Lo publiqué en junio 2003, cuando Kirchner no llevaba un mes en la Rosada: “El gobierno K, por el momento, sigue el mismo mecanismo antipolítico de los últimos veinte años, el que produjo el desencanto democrático: ellos hacen, nosotros miramos. Es obvio que no es lo mismo cuando te gusta lo que hacen que cuando no te gusta –pero la diferencia no llega a la estructura del asunto y, cuando la estructura es ésa, fatalmente terminan haciendo lo que se les canta. Se habla mucho, también, en estos días, del ‘retorno de los setentas’. Y ahí está, justamente, la mayor distancia entre aquellos y estos días: en los setentas –con perdón– la política era miles y miles de personas organizadas, movilizadas, haciendo y buscando y juntando y pensando y decidiendo. Ahora lo que tenemos es un gobierno que, quizá, tenga buenas intenciones –porque le dio por ahí o, a lo sumo, porque entiende cierto humor social. No hicimos nada: ni siquiera lo votamos. O sea: una vez más la idea del hombre providencial –aunque no sea carismático– contra la idea de la participación de todos buscando objetivos comunes. No digo que ésa sea necesariamente la intención final del gobierno K.; digo que, por el momento, eso es lo que pasa y que ellos no han hecho nada para producir otra manera: hacen, se muestran, derraman, pero no dan cabida ni convocan ni hablan de hacerlo. Y los argentinos felices de que les den, como estaban infelices de que les sacaran. Eso no es –sigue sin ser– política.”Ésa es la diferencia básica. Todo el resto de la gestión K –la módica recuperación del Estado y la conservación de los enormes privilegios económicos, sociales, culturales en la Argentina– deriva de esa diferencia. Y el discurso de nostalgia plañidera sobre los setentas que a veces enarbolan el ex presidente y la ex presidenta no debería engañar al mosquitólogo: son figuras retóricas, la famosa sanata.El artículo parece enunciarlo cuando dice que “Kirchner les entregó (a aquellos militantes, ya veteranos y con sus heridas sin cicatrizar), el aparato ideológico del Estado mientras él se dedicó a gobernar con la ortodoxia peronista clásica”. Pero no queda claro cuál sería ese aparato: ¿Canal 7? ¿la Secretaría de Cultura? ¿la agencia Telam? ¿la Secretaría de Medios? Ni tampoco quiénes son “aquellos militantes” o “antiguos combatientes”: ¿Hebe de Bonafini? ¿Tristán Bauer? ¿Carta Abierta? ¿Pepe Nun? ¿Pepe Albistur? ¿Otro Pepe? No parecen exponentes claros de ningún proyecto. Y hay un dato que –evitando los usos lacrimógeno-hagiográficos– debería ser central: buena parte de esa generación fue asesinada. Hablar de lo que hace ahora la “generación del 70” se parece a atribuirle a mi bisabuela muerta en Treblinka los crímenes del Estado de Israel.El argumento de Sigal facilita dos reescrituras de la historia al mismo tiempo. Una, que pretende que el kirchnerismo encarnó aquel proyecto político de cambio y demostró su inutilidad: como quien dice menos mal que perdieron, ahora pueden gobernar y miren lo que hacen. La otra, que centra –que sigue centrando– la lectura de esa época en la violencia política. Es otra discusión que habría que retomar: el lugar común o cucaracha según el cual la violencia fue el rasgo decisivo de la militancia de los años 60 y 70. Ahí está el nudo del discurso de los militares y los ricos argentinos sobre el período: la forma de disimular, a partir de una verdad evidente, otras verdades tan evidentes como ésa: que, además de militantes armados, había miles y miles de personas que militaban sin armas en sus fábricas, gremios, barrios, escuelas, universidades. Eran los más peligrosos a mediano plazo y, por eso, fueron los más reprimidos, los más asesinados. Pero a los militares y los ricos les conviene una memoria en que la violencia sea la única forma en que se manifiesta la voluntad de cambio real, para demonizar esa voluntad –en nombre de la democracia.En cualquier caso si ahora, como decís, Jorge, llegó la hora de que la “generación del 70” se aparte para “convertirse en legado y no causar daños innecesarios”, ¿quiénes sí podrían hacer política en la Argentina? ¿Sólo los mayores de 75 años? ¿O también los nacidos entre 1940 y 1960 que no hayan participado en política entonces? ¿O que sí hayan participado pero en posiciones de derecha? Claro, no llamaríamos “setentista” a un muchacho que apoyaba a Alsogaray, a Lanusse, a Balbín o que estudiaba en el Colegio Militar, ¿no? ¿O, quizá, directamente, dejamos afuera a todos los mayores de 50? Sería una lástima, ¿no te parece? ¿Vos sabés cuántos años tienen Macri, Massa, Michetti, Randazzo, Rodríguez Larreta, Capitanich, Boudou, Prat-Gay y demás renovadores de la política argentina?

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Aquí empieza el pasado. Por Jorge Sigal

(Nota publicada en Crítica el 13/07/2009)
Cuando se apague el kirchnerismo, la generación del 70 habrá completado el ciclo histórico que la dictadura interrumpió bestialmente en 1976. Y quizá sea ésa la principal contribución que el ex presidente le habrá prestado a la joven democracia argentina. Como en un sueño recurrente, aquellos militantes, ya veteranos y con sus heridas sin cicatrizar, volvieron a intentar una construcción política. Kirchner les entregó el aparato ideológico del Estado mientras él se dedicó a gobernar con la ortodoxia peronista clásica. Esa alquimia le otorgó un beneficio del que no gozó ningún otro gobernante desde 1983: poder a discreción con cobertura intelectual.

Pragmatismo y pensamiento correcto, todo junto como en las buenas ofertas. La antigua teoría del “enemigo principal” se abrió paso nuevamente entre muchos referentes del pensamiento vernáculo. Frente a la posibilidad de un golpe de Estado, de la restitución del “viejo régimen”, del retroceso histórico, ¿quién se detiene en sutilezas como la corrupción o las formalidades democráticas? Hasta los denostados caciques del conurbano –antes impresentables en los lugares por donde circula la gente bien– se hicieron más aceptables. Lo que en los 90 era inadmisible y materia de investigación dejó de ocupar lugar en la agenda, bajó a la categoría de no urgente. Muchos prontuarios se perdieron en la Batalla de Stalingrado, incluso los de algunos personajes mediáticos que en otros tiempos fueron la encarnación del mal. No por casualidad, la primera aparición pública de Néstor Kirchner después de la derrota electoral fue para saludar a los integrantes de Carta Abierta. Esa visita estuvo cargada de simbolismos. Desde los mocasines del jefe hasta el lugar de la reunión, el nostálgico Parque Lezama, todo supo a despedida. Y también a gratitud. Allí estaban, a la intemperie, los antiguos combatientes que les dieron razón de ser a las más ingratas (y sucias) tareas del poder junto al hombre que los sacó del olvido. Vale la pena rescatar algún párrafo de la artillería verbal que esos soldados del intelecto prepararon durante estos intensos meses, desde que el campo emergió como el enemigo deseado, para comprender mejor de qué estamos hablando: “Los líderes del ‘partido del orden’, mientras aguardan el auxilio de la crisis, no pueden atravesar ciertos dilemas de parroquia: ¿Qué representación política dará finalmente el nuevo bloque agrario que trae la sorprendente fusión en las consignas de los agronegocios de los sectores que antaño se diferenciaban por distintos tipos de actividad agropecuaria? Una nueva soldadura material y simbólica ha ocurrido frente a las nuevas características tecnológicas y empresariales de la explotación de la tierra sobre el trasfondo de ganancias inesperadas. Se trata de un bloque ‘enlazado’ que, bajo un débil manto de republicanismo, se propone la cruzada restauradora y para hacerlo declara vetustos a los desvencijados partidos remanentes, exige una derechización social y pone en crisis también a las tradicionales representaciones del sector”. El setentismo sobreviviente, que no pudo erigirse como bisagra histórica de la transición democrática, encontró en la actual gestión una oportunidad para recuperar una épica y darle sentido a su discurso. Pero lo hizo a su manera. Como si el tiempo no hubiera pasado. No se modernizó. Modernizarse significaba, fundamentalmente, abandonar el autoritarismo y hacerse democrático. Amparada en la memoria, nuestra generación terminó siendo una traba para la renovación argentina. Encerrada en su rol de víctima, no hizo tampoco aquello que tanto reclamó en su tiempo: dejarles a los jóvenes el lugar, abrirles el paso. El mundo será como nosotros lo imaginamos o no será pareció ser la consigna. En una entrevista reciente, el joven dramaturgo Rafael Spregelburd explicó la difícil carga de ser hijos de la generación desaparecida por la dictadura, “una generación de personas que parecen odiarse”. Amarga queja que también se escucha en los ámbitos del debate político juvenil. “Ustedes nos tiran con los muertos”, me reprochó hace poco un militante treintañero. Tzvetan Todorov advierte: “Apoderarse de la memoria de un antiguo héroe o, lo que es más sorprendente, de una antigua víctima puede ser necesario para que el individuo o una colectividad afirmen su derecho a la existencia; ese acto sirve a sus intereses pero no le concede ningún mérito adicional. Al contrario, puede tornarlo ciego a las injusticias de que es responsable en el presente”. Hay que saber cuándo uno deja de ser presente y se convierte en legado. Para no causar daños innecesarios. Y permitir que otros hagan su tarea.
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viernes, 10 de julio de 2009

La Argentina y Brasil, cara a cara. Carlos Escudé


La cercanía del Bicentenario exige un examen crítico de nuestros éxitos y fracasos. En ese tren, las comparaciones entre nuestro país y su vecino lusohablante pueden parecer odiosas, pero son necesarias. En verdad, quizás uno de los mejores indicios de cómo le fue a la Argentina a lo largo de las diferentes etapas de su historia resida en cómo se comparaba con Brasil en cada una de ellas.

Nuestro vecino nació con ventaja. El Imperio que, como resultado de un pacto de familia, se desgajó pacíficamente de su mãe pátria , no atravesó una crisis de independencia y era mucho más fuerte que las nacientes Provincias Unidas.
No obstante, los éxitos cosechados por nuestra Generación del 80, ya visibles en los tiempos del Centenario, revirtieron esa ventaja. Durante varias décadas tuvimos la primacía. Una comparación realizada por el industrial Torcuato Di Tella, en 1941, publicada en la emblemática Revista de Economía Argentina , indicaba que por esos tiempos un trabajador argentino podía comprar un overol con diez horas de trabajo, mientras un belga o un alemán requerían el doble de tiempo y un italiano tanto como treinta y dos horas.
Brasil ni figuraba en la lista. Y las cifras de aquel patriarca de nuestra industria coinciden con las del conocido economista británico Alfred Maizels, quien en una obra de 1963 mostró que, hacia 1937, el producto per cápita argentino era superior a los de Austria y Finlandia, y llegaba al doble del italiano y casi al triple del japonés. Otra vez, Brasil ni figuraba. Económicamente, la Argentina y Brasil estaban más allá de toda comparación.
Increíblemente, la misma ventaja se registraba en el plano militar. Según las cuidadosas investigaciones de archivo de Stanley Hilton, un estudio del estado mayor brasileño de la década de 1920, estimaba que la Argentina podía movilizar 379.000 hombres casi inmediatamente, mientras que Brasil demoraría mucho más para movilizar 136.000. También se explayaba con lujo de detalle sobre cuánto más abundante y avanzado era el armamento argentino.
Las evaluaciones de la Misión Militar Francesa al Brasil coincidían. En un informe confidencial, el general Maurice Gamelin observaba que, en Rio Grande do Sul, el Brasil se encontraba " en infériorité flagrante ". Los británicos comentaban que convertir los soldados brasileños en algo parecido a un ejército era " a lost cause ". Y las conclusiones del agregado militar norteamericano, en 1925, eran similares. Hilton, Frank McCann y Gary Frank, los principales estudiosos de la dimensión militar de esta materia, coinciden en que esta situación se mantuvo durante toda la década de 1930.
El punto de inflexión fue la Segunda Guerra Mundial. A partir de esa instancia crucial, Estados Unidos, la gran potencia en ascenso, se desempeñó como un árbitro que proporcionaba al país que le resultaba más confiable todo lo que le quitaba al que le parecía sospechoso.
Este arbitraje tendencioso, favorable a Brasil, comenzó antes del ingreso de Washington en la contienda, pero después de la caída de Francia, cuando ya estaba claro que habría que defenderse de Alemania. El favoritismo fue el fruto de una vieja relación especial entre Estados Unidos y Brasil, cultivada con inteligencia por Itamaraty desde los tiempos del barón de Rio Branco.
La hora de la verdad llegó en septiembre de 1940, cuando ambos países firmaron un acuerdo por el establecimiento de un polo siderúrgico en Volta Redonda, con financiación norteamericana. A su vez, el oportuno pacto terminó con el juego pendular de Brasil frente a Washington y a Berlín. Según documentos desenterrados por McCann, Estados Unidos adjudicó a la naciente industria del acero brasileña la misma prioridad que a proyectos similares en Estados Unidos. Como consecuencia, un agradecido presidente Getulio Vargas escribió al subsecretario Sumner Welles: "No olvidaré cuánto les debemos a usted y al Departamento de Estado por este feliz resultado".
En cuanto Estados Unidos ingresó en la guerra, el apoyo a Brasil fue acompañado por una comprensible animadversión militante contra la Argentina, que el historiador Joseph Tulchin llamó "persecución". En las medidas palabras de mi respetado colega Mario Rapoport, nuestra neutralidad descerrajó una política de sanciones por parte de esa potencia.
Este auténtico boicot, que se documentó por vez primera en mi libro de 1983, Gran Bretaña, Estados Unidos y la declinación argentina, 1942-49 , significó privar a la Argentina de todos los insumos necesarios para su desarrollo industrial. Se nos cercó para que no pudiéramos importar combustibles, a la vez que, según documentó Hilton, se otorgó a Brasil la misma prioridad que a Gran Bretaña en materia de importaciones de petróleo.
A partir de ese momento la actitud favorable a nuestro vecino, que se había jugado con las democracias en la guerra, se acentuó de manera radical. Los documentos norteamericanos exhumados por Hilton permiten aseverar que, en abril de 1945, se decidió en Washington que Brasil debía potenciarse para que "tuviera la misma relación con el continente sudamericano que Estados Unidos tiene con el norteamericano, y reducir a la Argentina al poder relativo de México o Canadá".
La contracara de esta decisión, que puede consultarse en los documentos publicados por el Departamento de Estado (FRUS 1945, vol. 9), fue la Export Policy I de Estados Unidos hacia nuestro país, del 3 de febrero de 1945, que disponía: "La exportación de bienes de capital debe mantenerse en los mínimos actuales. Es esencial no permitir la expansión de la industria pesada en la Argentina".
En el ámbito militar, el árbitro obró con la misma decisión. La liberalidad de la legislación norteamericana en materia de apertura de secretos nos permite saber que, hacia principios de 1944, el objetivo de alterar el equilibrio militar entre la Argentina y Brasil se convirtió en una política oficial de Estados Unidos, por razones que no estaban relacionadas con el esfuerzo bélico.
Por cierto, un memorial del presidente Franklin D. Roosevelt del 12 de enero de ese año es elocuente. Dice: "Estoy totalmente de acuerdo [?] en que deberíamos proceder duramente con la Argentina. Al mismo tiempo, creo que es esencial que nos movamos inmediatamente para fortalecer al Brasil. Esto debe incluir armas y municiones norteamericanas [?] como para darle una fuerza de combate efectiva cerca de la frontera argentina, del orden de dos o tres regimientos motorizados".
A esas alturas, la suerte estaba echada. Brasil emergería de la Segunda Guerra Mundial como la potencia regional en ciernes de la América del Sur. Y la Argentina surgiría con un conjunto de problemas políticos crónicos que aún no ha conseguido resolver.
Eventualmente, Brasil se convertiría en una potencia por completo fuera de nuestro alcance. Hechos y procesos posteriores, tanto o más importantes que los que transcurrieron durante el período descripto, acentuarían nuestra declinación. Pero de todos los factores que influyeron en nuestro deterioro relativo, el que he presentado aquí es el que mejor puede documentarse. No es el producto de teorías ni el resultado de conjeturas opinables.
No obstante, no hemos perdido en todos los planos. Por el contrario, y a diferencia de aquellos tiempos que no deben añorarse, desde hace un cuarto de siglo nuestras relaciones con Brasil se caracterizan más por la cooperación que por la competencia. Hemos superado las hipótesis de conflicto de antaño. Nuestras desavenencias ya no son geopolíticas, sino comerciales, como las que caracterizan a Estados Unidos y Canadá.
Por cierto, Brasil es una potencia emergente benigna y una de las menos agresivas del orbe. Su presencia en el corazón geográfico de nuestra región ha contribuido a su paz y estabilidad, que es un ejemplo para el mundo.
Por eso, hoy podemos compararnos con ánimo erudito, sin temor a herir sensibilidades que ya están añejadas. Estas sólo agregan sabor al placer de conocer mejor el valor estratégico de las alianzas.


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martes, 7 de julio de 2009

Francisco de Narváez o el pecado de ser rico. Por Rolando Hanglin


A esta altura del partido, no hace falta ser un lince para discernir ganadores y perdedores entre los protagonistas del comicio del 28 de junio.
Todos los observadores coinciden en que Néstor Kirchner y su señora, la presidenta de la Nación, salieron dañados del episodio. También dicen que Hermes Binner no consiguió su objetivo (posicionarse como presidenciable) y algunos reconocen que la Señora Elisa Carrió, a pesar de todos los pesares, logró su objetivo de fondo, constituyéndose en jefa de la primera minoría del país. Gabriela Michetti, la encantadora candidata del Pro, obtuvo menos votos de los que podían esperarse. Sacó un 7, no un 10. Tampoco se lució Juan Schiaretti.

Hay unanimidad en la nónima de los ganadores: Francisco de Narváez, joven vencedor del distrito más difícil (la Provincia) enfrentando al núcleo duro del kirchnerismo, con Néstor y Scioli a la cabeza. Pero también el propio Mauricio Macri, Felipe Solá, Eduardo Costa, Julio Cobos, Luis Juez, Mario Das Neves, Carlos Reutemann, Fernando "Pino" Solanas.
Sin entrar en honduras propias de avezados analistas, quisiéramos observar por un momento la figura de Francisco de Narváez. Hace sólo 5 años era un desconocido político, el heredero de la legendaria Casa Tía, un muchacho de buena familia, casado con una modelo exquisita: Agustina Ayllón. A Francisco le picó el bichito de la política y se lanzó de cabeza a un espacio ubicado entre el peronismo y Mauricio Macri, es decir al centro.
Tenía muchos inconvenientes. Primero: no lo conocía la gente, como sí se conoce a Hugo Moyano o a Ricardo Alfonsín o a la Sra. Carrió. Era un recién llegado. Y para colmo nacido en el exterior (Colombia) lo que desde ya lo excluía de cualquier aspiración presidencial. Su techo es la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
Francisco arremetió, decidido a ganarse un lugar. Lo hizo con recursos actuales: Internet, una imagen sonriente, frases cortas de efecto seguro y afiches de todos los colores y formatos. Se instaló. Naturalmente, invirtió en esta misión una millonada de dólares.
Cabe decir que muchos otros políticos han realizado campañas carísimas en la Provincia: sin ir más lejos, el propio Néstor Kirchner. Quien debe ser contabilizado también a la hora de enumerar a los políticos ricos, ya que tienen una holgada posición económica es el propio Néstor y otros hombres como Fernando de la Rúa, Carlos Menem o los hermanos Rodríguez Saa. Al mismo tiempo, ha habido siempre políticos sin plata como Alvaro Alsogaray (supuesto vocero de los "grandes intereses", Raúl Alfonsín, Arturo Frondizi, Rogelio Frigerio, José Ignacio Rucci, César Jaroslavsky).
En fin: la verdad es que no es ningún mérito ser pobre, ni tampoco una vergüenza ser rico. Hay hombres que tienen capacidad para los negocios (como si dijéramos Eduardo Constantini o Marcelo Tinelli) sin que nadie los trate como a perdularios.
Pero Francisco de Narváez se pasó de la raya. Primero: en lugar de usar plata del pueblo para su costosa campaña, dilapidando dinero que podría servir para hospitales, patrulleros y escuelas, usó la suya propia y metió la mano en (su personal) bolsillo. Esto ya cayó gordo en muchos ambientes autorizados. El político -según los que saben- debe guardar la platita en sitio seguro (Suiza, Emiratos o Islas Caimán) proclamar su amor a los pobres y llorar cada vez que menciona a las villas o los niños sub-alimentados, pero gastar siempre la plata de los demás. Donantes que no tienen domicilio cierto. Benefactores voluntarios o involuntarios, jubilados que juntan su cuotita sin saber a donde van los fondos, en fin. Lo que sea, pero que sea de otros.
Un segundo pecado de Francisco consiste en su aspecto físico: un Pierce Brosnan, joven. El político debe ser barrigudo y escupir al hablar, pronunciando las palabras con errores groseros: "odvio" o "colacsar" son dos buenos ejemplos. Las camisas de Francisco van demasiado ceñidas al cuerpo; se nota que hace fierros y bicicleta fija. Eso no es bueno.
Para colmo, su señora (esperando el sexto hijo) es preciosa y no chilla como una cotorra. Comprenderán los lectores que este es un cuadro grave.
Ya han comenzado los punzantes hombres de prensa a lanzar sus dardos contra Francisco: ¿Cómo es esto de que un tipo, con sólo ser rico, logre ganar la provincia de Buenos Aires? ¿Así nomás, con plata en la mano? Y se lo dicen a Felipe Solá para provocarle envidia y un poquito de odio, ya que Felipe -descendiente de una familia tradicional- no tiene fortuna, del mismo modo que no la tiene Patricia Bullrich, Luro Pueyrredón ni "Pino" Solanas Pacheco, que está emparentado con los Pacheco Alvear pero vendría a ser el pariente pobre. Los astutos periodistas omiten mencionar a otros millonarios de fortuna (en este caso, sí) turbia: sindicalistas con estancia y avión privado, ministros con helicóptero y casa de piedra en el country, ex secretarios de estado que viven en Puerto Madero (donde todo vale 1 millón de dólares) y son viajeros VIP a Miami, sin que nadie sepa sus nombres o méritos.
¡Eso no importa! ¡Hay que caerle con todo a Francisco porque es rico, es flaco, es atlético, tiene una mujer mona y para colmo habla en buen castellano! ¿Qué se habrá creído? ¡Ricachón del diablo! ¿Y encima quiere ser peronista? ¿No sabe que los peronistas somos pobres? Bueno, con algunas excepciones...
El señorito Francisco de Narváez no ha comprendido que la política es una manera de redistribuir la riqueza. El hombre entra a la política pobre como una rata. Luego del "cursus honorum" se hace rico, pero rico en serio, merced a sus muchas obras: rico de jet privado y estancia en el Sur. Y después hace rica también a su señora esposa, a los hijos, los cuñados, los amigos, los simpatizantes. De ese modo, paulatinamente, los pobres se convierten en ricos. ¡Pero qué le importará todo esto al Sr. De Narváez! Es predicar en el desierto...
Si la envidia fuera tiña, Francisco ¡Cuantos tiñosos habría!
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domingo, 5 de julio de 2009

Borocotización al revés. Por Roberto García


(Publicada en Diario Perfil - Sábado 04/07/09)
Papá, ¡también perdimos en Santa Cruz!” Esa exclamación resignada, plañidera, la pronunció el hijo de Néstor Kirchner al tiempo que cerraba la tapa de su laptop en la noche que el principal protagonista, aparte de sus rabietas de divo operístico, hizo concurrir a su consorte presidencial para compartir un presunto festejo electoral que terminó en velatorio. Como si la investidura del Poder Ejecutivo fuese una pieza ortopédica al servicio de un hombre o de una facción. Por más amorosos que se presenten estos gestos del hombre, culminan en un agravio al género: ella convertida en una Cristina total, fatua en sus explicaciones posteriores, siempre con una exagerada opinión dadivosa sobre su propia persona. Tampoco le contribuye a esta damnificada la conversión que hace de edecanes en ministros y, luego, cómo a estos los transforma en Eusebios más chiquitos, por aquel bufón enano de Rosas (los casos de Massa y Randazzo como modelo).
Parece no corresponder, resulta afrentoso y parroquial, que la representante de unos 40 millones de argentinos se embarre con los exangües resultados electorales de un núcleo partidario (aunque sea el propio), con la pésima información paga que le acercan sus organismos (encuestas, por ejemplo), los desatinos de quien vapuleaba a los gritos puertas y paredes, sacudía físicamente por el cuello a dos ministros, atemorizaba a un funcionario afín, se refugiaba del fracaso en la palabra traición mordiéndose los labios al ver que algunos apresurados de su confianza partían para que nadie los citara luego como testigos de la escena truculenta (caso Hugo Moyano, retirado precavidamente a las once de la noche).
Tremendo enchastre institucional con quien, a las dos de la mañana, se ofreció ante cámaras luego de atravesar una hilera de llamativos custodios, más adecuados al ingreso de un denso boliche, por la madrugada, que de asistentes a un salón de un hotel 5 estrellas con altos funcionarios del Estado, legisladores y periodistas. Si esa noche no empezaba el caos, como él mismo auguró, apenas una negociación para entregar secretarias, subsecretarias –ni él imaginó esta semana que hubiera tantas vacantes–, subsidios, licitaciones, a gobernadores e intendentes ansiosos, inseguros de sus presupuestos; en suma, parcelas de una estancia que administró durante cinco años como si estuviera escriturada a su nombre, cuando ese rectorado le correspondía a una cooperativa.

La gripe y otros virus
Aunque más de un incauto opositor sueña hasta con una manifestación popular que lo despida a Néstor del país y lo separe de su mujer, como ocurrió con López Rega en tiempos del mandato de otra dama peronista sobre la que el brujo influía más que cualquier esposo posesivo, lo cierto es que este mes resulta agraciado para el matrimonio oficial a pesar del choque del domingo pasado: vacaciones obligadas, una epidemia que atemoriza, ausencia de gente decisiva son atajos para lamer heridas y diseñar un plan de emergencia.
Disponen de tiempo aunque empezaron tropezando: el cambio de Jaime por Schiavi, en Transporte, no ganó en transparencia, más bien parece una continuidad sospechosa y, se supone, habrá salpicaduras diversas por el escándalo del avión atribuido al ex funcionario –caso del cual no se podrá desprender el kirchnerismo con la dimisión del funcionario– con viajeros y garantes, atentas empresas que le daban albergue y dormitorio al jet cuando se quedaba en la Argentina (de connotados empresarios con fácil acceso a la Casa Rosada), hasta otros que quizá participaron en la operación de compra por disponer de dinero blanco y declarado. Mucho ruido y, seguramente, poca efectividad judicial: ¿hay alguien que podrá probar sociedades que le endosan a Jaime? Hasta ahora, parece difícil; el celo judicial, por otra parte, sigue dormido por aquel loable espíritu constitucional de que es mejor la libertad de culpables mientras no haya ningún inocente preso.
Lo de la crisis y renuncias en Transporte se enlazan con la de Salud y, en ambas, emerge el nombre del jefe de la CGT: en los dos lugares tiene intereses. Supo Moyano, en el pasado, enfrentarse duramente a Kirchner, hasta que el santacruceño cambió a los seis meses de gestión al segundo de Jaime y le obsequió ese cargo a una figura expectante del sindicato de camioneros. Desde entonces, se reinició la sociedad Kirchner-Moyano con cemento armado. Y ahora, junto a Schiavi, ¿permanecerá el embajador del sindicato? A no dudarlo. Si hasta pueden ir más embajadores y las mismas empresas, por supuesto. A su vez, la salida de Graciela Ocaña –al margen de sus errores en el Ministerio como neófita en la materia– sirvió para satisfacer otras inquietudes crematísticas de Moyano, atragantado con quien se proponía llevarlo a sede judicial con sus investigaciones en las obras sociales y, lo más grave, le recortaba o le negaba aportes.
Protestó el gremialista, Cristina le cumplió: designó en ese lugar a Manzur (imputado en su provincia como pichón de Guillermo Moreno por modificar estadísticas sanitarias), bajo la excusa del desastre sanitario y quien nunca podrá tal vez explicar cómo, en tres días, se pasó de un rango menor de infectados a otro geométricamente varias veces superior. Es de suponer que hubo un error gravísimo antes de las elecciones, no un ocultamiento, ya que la habitual ignorancia africana le permite al país vivir y morir con dengue en verano y con gripe A en invierno. El tucumano Manzur llega recomendado por Ginés González García, hoy embajador en Chile, a quien la Ocaña pesquisaba por su gestión anterior y pensaba que la Justicia algún día lo iba a interrogar por una serie de contratos anómalos. Todo, como se ve, ocurre en un mismo gobierno, kirchnerismo puro en la gestión de una mujer que antes de asumir había prometido cambiar.

Pelotón de novedades
Aunque no niegan la bendición del tiempo que ofrecen las vacaciones este mes y hasta del beneficioso impacto de la influenza que, en términos políticos, obliga a que los argentinos se obsesionen por posibles contagios y se evadan de la debacle electoral del Gobierno (¡ocurrida hace menos de 7 días!), los Kirchner –mientras planifican venganzas contra supuestos aliados– también se preocupan por otras razones. A saber:
*Se entierra la idea de Néstor como jefe de Gabinete: la Constitución habilita al Congreso para borrarlo del cargo más que a cualquier ministro y, si bien cuenta con unos meses de capital propio en las Cámaras, éste puede desaparecer en segundos. Además, sería casi gracioso que el Gobierno les exija a los legisladores la renovación de las “facultades extraordinarias” para el ex presidente. Además, los disidentes del justicialismo se pueden convertir por arte de magia en la principal fuerza parlamentaria: sin necesidad de prebendas, por el declive kirchnerista, en cualquier momento se gesta una borocotización al revés producto de una ancestral y conveniente máxima que gobierna a los peronistas: entre nosotros, cuando se hunde el barco, las ratas se comen al capitán en lugar de abandonar la nave.
*No ignora la pareja que hay ciertos legisladores entusiasmados con imponer una norma legislativa que le permita al Estado, en el caso de sospecha o grave controversia, retener o congelar a su favor determinados paquetes accionarios, al igual que fondos denunciados y localizados por hechos de casi segura corrupción; naturalmente, esa iniciativa –al margen de los procesos penales consecuentes que se inicien– se concentraría en operaciones realizadas en el último lustro. De ahí que cierta parálisis se advierte en procesos de compras, ventas, joint ventures y otras yerbas que parecían a punto de consagrarse. Ya circula una lista con nombres de empresarios al respecto.
*Mira el Gobierno con inquietud a la Corte Suprema: teme algún tipo de resolución que pueda afectarlo. Más temor por lo económico que por lo político, ya que si bien este instituto podría pronunciarse –por ejemplo– contra las candidaturas testimoniales luego del próximo l0 de diciembre, en ese huracán descalificado también caerían numerosos legisladores o intendentes radicales involucrados en la misma maniobra electoral.
*Si bien se sabe de un pacto a celebrarse entre distintas fracciones opositoras en el Congreso (inmovilizado hasta ahora porque Elisa Carrió se niega a compartir firma con determinados justicialistas) que anule ciertas medidas ya votadas a favor del Gobierno o la reiteración de otras que requieren nuevas aprobaciones, el balance sobre esta eventualidad tampoco complica demasiado a los Kirchner: saben que el Presupuesto finalmente se votará. No así, quizás, facultades extraordinarias. En cambio, sí hay alerta por posibles avances sobre emprendimientos individuales que se asocian con el Gobierno. Como ejemplo, nadie ignora que hay un movimiento contra la expansión vertiginosa del juego en la Argentina en la época kirchnerista y esa acción apuntaría con nombre y apellido al empresario Crístobal López, hombre de confianza del ex mandatario. Un tiro al corazón o al bolsillo. No es López el único en la mira, aunque tampoco se sabe si esas iniciativas responden a una voluntad por ciertas reparaciones de la sociedad o por reparaciones personales o partidarias.
*Como no existe en la cabeza kirchnerista la búsqueda de acuerdos políticos con la oposición, ni atiende la posibilidad de abrirse a la Carrió, Morales, De Narváez o Solanas –movida habitual en cualquier democracia del mundo–, tal vez la señal para sumar respaldos provenga de otros sectores, operación típicamente corporativa en la cual Néstor Kirchner supo nadar en varios estilos; en ese plano de “entendimiento social”, sin embargo, hay vallas casi infranqueables para quien promete no dejar las convicciones en la escalera de la Casa Rosada: los núcleos empresarios a ser citados se presentarán con una nómina de condiciones que semejan a un dentista con pinzas y sin anestesia. Pero, ¿aceptan los Kirchner que se tienen que sacar la muela averiada?
*Si el varón mayor de la familia imaginó que al separarse oralmente de la conducción del PJ evitaba conflictos mayores, esta determinación hoy le acarrea tropiezos no previstos, una rebeldía incómoda: del ninguneo partidario que someten al heredero Daniel Scioli –todos dicen respetarlo, pero nadie lo acompaña– a la exigencia del control partidario en manos de gobernadores e intendentes con cierta autonomía. En esa etapa, además, se encuadra el regreso de veteranos desaparecidos en acción o jubilados que supieron sufrir a Kirchner.

El Pejota
Si hasta Antonio Cafiero se manifiesta crítico y desde una tertulia gastronómica construida según las instrucciones del Ministerio del Interior, el que determinaba quiénes o no podían asistir (casi vergonzante, como la comparencia fotográfica de Claudia Rucci junto a Cafiero, cuando se sabe que si su padre hubiese vivido en los tiempos del MUSO, habría sido maltratado como la resaca del sindicalismo al igual que otros dirigentes). Lo más probable en este curso es que se establezca algún tipo de “comisión responsable” al frente del PJ, dilatoria argucia para luego realizar un congreso y, de ese modo, con nuevas autoridades despachar a kirchneristas fervientes y eufóricos como Carlos Kunkel.
En ese proceso de revival transitorio habría que incorporar a Eduardo Duhalde, quien a costa de Francisco de Narváez ha recuperado punteros en la provincia de Buenos Aires, a pesar de que él mismo no gravita electoralmente: su yerno Gustavo Ferri, en la tierra elegida de Lomas de Zamora ni siquiera alcanzó l0% de los votos.
Mientras esa bola de fuego con demandas se genera, Kirchner tambien decide sobre respuestas económicas que no enrarezcan aún más la cuestión política. ¿Podrá mostrar un plan, personajes más satisfactorios en ese sentido? (si Cristina alaba el talento argentino de los médicos y se lo lleva a Stamboulian a tomar el té todos los días por la gripe A, ¿por qué no hace lo mismo con los economistas más sagaces y formados?). O, acaso, ¿tal vez ocurra que se empecine con su marido con más intervencionismo, ya que él entiende que no se debe cambiar porque revelaría debilidad, como si aquí nadie le hubiera reclamado un cambio. En ese dilema estarán los dos este mes, agregando esa ventaja de tiempo y espacio a otro obsequio de la oposición: más que notoria es la distancia entre De Narváez y Mauricio Macri. No alcanzan las fotografías ni las entrevistas sociales que realizan. En verdad, se acrecientan las diferencias hasta por nimiedades. Si el Colorado hasta congenia con Felipe Solá y no con el ingeniero boquense. Sólo los reúne hoy cierta conveniencia política, situación en la que Macri cabalga también con Gabriela Michetti. De celofán son.
La adalid femenina del PRO hoy llora en los rincones por su mediocre performance en los últimos comicios, afectada por la duda –en verdad, la certeza– de que un grupo allegado al jefe de Gobierno conspiró contra su candidatura en la Capital. Tiene nombres y apellidos, de Horacio Rodríguez Larreta a Nicolás Caputo, álter ego de Macri. Apunta al epicentro y, por supuesto, no son los únicos a los que imputa: cree que los rezagos peronistas que ella desprecia en el machismo también le jugaron en contra. Antes de las elecciones, ruborizada e inflamada por los malos vientos de las encuestas, en una imprenta de Villa Soldati, le confesó a Diego Santilli entre otros: “Si saco menos de 35%, renuncio”. Apenas si pasó el 31%, pero no dimite a nada y, como no se castiga por errores propios o de asesores poco queridos (Borelli o Helio Rebot, uno que ascendió con Macri, luego se hizo de Kirchner, más tarde de Telerman y, finalmente, se anidó en su primera parada con la Michetti), rumia contra el entorno del ingeniero y el ingeniero mismo.
Sobre esas reticencias, ella llamó a un encuentro con Macri, del cual se sabe la realización pero no el epílogo. Parece difícil que alguien pueda perforarle la trama del Newman a Macri, de ahí que desde ese lado replican (sin negar picadamente los reclamos de la Michetti): le reprochan una ostensible demagogia periodística y marketinera, ajena al resto de la congregación, indudable falta de respuestas y solidez en el último y simplón debate de los candidatos porteños, su escasa solidaridad con el resto de los aspirantes legislativos, con los que no hizo campaña –no se le conoce una foto con Esteban Bullrich, por ejemplo– y sus exigencias discriminatorias (yo voy sola, cuando necesite a alguien les voy a decir, no necesito un séquito). Inclusive con las otras mujeres de la agrupación. Por no hablar de caprichos femeninos, artísticos, casi de Susana Giménez. Por ejemplo, cuando el domingo a la noche celebraron en la Costanera los avatares de los comicios, ella con anticipación demandó un camarín para maquillarse a solas. Y estar lejos de los otros.
Tan lejos que hasta algunos de sus ministros en el gobierno porteño han comenzado a tejer relaciones con el equipo del ingeniero para preservar su futuro y no ser relevados, mientras ella –quizás– se acomoda en una gris butaca del Parlamento a la espera de un mejor clima en el PRO o de una llamada telefónica que la invite a pasarse a otra agrupación.
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Confusión política. Por Tomás Abraham


Existe una sensación de que al desplazarse de la escena Néstor Kirchner las aguas se calman. Hasta la Presidenta en su conferencia de prensa podía crear un ambiente agradable por más que se piense que las preguntas parecían filtradas. Pero el clima que creaba el ex presidente a imitación del chavismo llevaba las cosas y los ánimos a un alto voltaje. Esta vez no le dio resultado.

Todos los que quisieron reproducir la gesta de los setenta en la que se confrontaban los militantes de la liberación nacional contra cipayos y fascistas, ésta vez perdieron. Pero los hermeneutas del kirchnerismo no van a cambiar por ahora. Aseguran que éste es el triunfo de la Sociedad Rural, de la nueva derecha, de los intereses de las grandes empresas mediáticas y de los resurrectos del noventa.
El problema es que si la tensión nacional fuera la obra de una sola persona, el remedio estaría a la vista. Es posible que el asunto sea más complejo. El lema de que el Gobierno “hace” mientras la oposición habla, y que había que votarlos por todo lo que falta hacer, tampoco dio resultado. La mayoría estima que lo que falta hacer, mejor que lo haga otro, y que todo lo que se hizo no es de por sí bueno.
En la provincia de Buenos Aires ganar con el 34% contra 32% no le da resto a nadie a pesar de que lo que asombra es que un nuevo allegado a la política le gane a un aparato oficialista bien instalado. Pasa en el mundo moderno. Dinero, imagen, más disconformidad con los que gobiernan, arma un combo que puede ser transitoriamente exitoso.
La desocupación creciente, la fuga de capitales, los problemas de financiamiento, la inflación, las retenciones, los controles de precios, el incremento de la oferta de bienes y las relaciones con el mundo, conforman una agenda bien complicada que no tiene respuesta en prospecto alguno.
Si se piensa que el Gobierno durante seis años hizo todo mal y que hay que hacer todo al revés, mostraría que la clase política no aprende nada, porque es lo que siempre se hizo y fue para peor. Cuando se dice clase política no me refiero a los profesionales de la misma sino a los que construyen lo que se conoce por mundo de la opinión pública.
La asociación entre política y humildad es algo desconocido en nuestra cultura, y no sólo entre los miembros de este Gobierno.
Hay que constatar que vivimos un momento de confusión política que no ayudará a mejorar la situación económica que posiblemente se agrave en el contexto internacional. El personal gubernamental que estaba da un paso atrás, sin irse, pero sin fuerza. Los que llegan no estarán en los próximos seis meses. Además vienen fragmentados.
En el justicialismo, Macri, Reutemann y Scioli toman la posta y la vacante dejada por Néstor Kirchner. Que sean gente de diálogo suena bien, pero no llena el canasto que necesita ideas además de intenciones. En la Coalición se yergue Cobos, que es un ex kirchnerista, vicepresidente en ejercicio de este Gobierno que condena y que parece dominar un escenario a disposición por los traspiés de Carrió y Binner.
En PRO está Macri que retrocedió fuerte en la Ciudad de Buenos Aires y que no tiene estructura nacional, por lo que dependerá de otros.
“Está bueno” –como dicen los de PRO– lo de Solanas en nuestra Ciudad. Lo está porque pone en escena un tema a discutir, me refiero al rol del Estado. Pino Solanas le ha agregado un par de referencias republicanas a su discurso cuando habla de ética, Estado moderno, mejora de la calidad institucional, todo esto a pesar de los afiches en los que se lo ve junto a Chávez.
Un amigo de izquierda pregunta asustado si ahora van a privatizar todo. Ayer, otros decían que se iba a estatizar todo. Hay fantasmas que insisten en merodear y hechizan a los ciudadanos. La cultura política parece embrujada.
Solanas habla de propiedades del Estado, de la energía y la flota mercante entre otros dispositivos estratégicos que deberían pasar a manos del Estado. Señala algo importante, que las empresas no deben estar como en el pasado manipuladas por un gobierno. Es decir que separa gobierno de Estado, con lo que nos remite al único problema importante, que no es fantasmal sino que tiene cuerpo: quién controla y quiénes controlan a los controladores. Traducido quiere decir combatir la corrupción, vigilancia sobre las contrataciones y la necesidad de buen servicio, eficiencia y productividad.
Lo que exige una reforma del Estado que no termina en el eslogan de que el control debe estar en manos de los trabajadores, entidad masiva de valor sólo nominal y que no anula la necesidad de especialistas, delegados y estructuras de control jerárquicas sin estar burocratizadas.
En síntesis, Solanas debe darle contenido nuevo a una necesidad vieja que no se compensa con referencias a Savio, Mosconi y Carrillo, cuando no Perón, quien es justamente el que confundió Estado con gobierno.
En Santa Fe perdimos por un pelito. Personalizó la cuestión por mi adhesión a la política socialista de Hermes Binner, desde mi punto de vista quien mejor representa luego de ejercer junto a sus compañeros casi veinte años de políticas municipales y ahora provinciales, la realidad del ideario expresado por Pino Solanas. Un Estado trasparente, eficiente, amigable, con preocupación social y participativo.
El problema es que los del Frente Progresista santafesino en los dos años que les queda no sólo tienen que concretar con la escasa financiación que existe en el mundo y la recesión nacional, las obras en salud, educación e infraestructura que ya comenzaron, sino también deben convencer a su pueblo de que el socialismo no es un derivado rosarino de clase media sino una cultura popular al servicio de las necesidades de la gente más pobre.
La Presidenta habló de un escenario político tripartito. Ve a un justicialismo y al Acuerdo Cívico con fuerzas parejas y en el medio, a PRO al que le adjudica menor fuerza nacional. Por supuesto que esto no fue del agrado de De Narváez, que pretende eregirse como el gran vencedor de la jornada. No acepta la invitación a sumarse a un PJ comandado por Scioli en momentos en que lo considera su derrotado.
Lo mejor que puede suceder es que la Presidenta luego de dos años asuma la presidencia y le dé su tono propio. Situación complicada de resolver cuando su marido es un ex presidente y un hombre que no sabe ni puede vivir sin la obsesión del poder. Pero quizás, al darse cuenta Cristina Fernández de que Néstor Kirchner ya no manda a la tropa, que no maneja el aparato, ni las relaciones con la CGT, los intendentes, la UIA, y las organizaciones sociales, y que ya no son el apoyo de un gobierno que hasta hoy él dirigía, y si toma conciencia de que se necesitan nuevos interlocutores políticos y un clima más adecuado para enfrentar las graves dificultades que se avecinan, entonces, las elecciones sirvieron para algo.
*Filósofo. (http://www.tomasabraham.com.ar/)

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