miércoles, 9 de noviembre de 2011

La Gran Guillermo Moreno. Por Gonzalo Neidal

Hermes Binner se lo tenía bien guardado.

Aunque no es fácil determinar si hizo bien en silenciar voluntariamente el secreto que abrigaba y que se privó de comunicarnos durante todo el tiempo que duró la campaña electoral.
Ahora que, con el control del dólar, la presidenta ha marcado el camino a seguir, ha bajado línea, resulta más o menos fácil decir –como lo hizo Binner- que es preciso congelar precios y salarios durante tres años.


O sea: Binner corre a la presidenta por “izquierda” si queremos denominar así a quienes proponen extender la participación del estado en la economía hasta niveles ya abandonados hace décadas como estrategia anti inflacionaria.

¿Por qué Binner omitió proponer esto como eje de su campaña electoral? ¿Acaso pensó que le restaba votos por el desprestigio que tal propuesta ha acumulado durante años en nuestro país y que, por lo tanto, convenía guardar silencio?

Como sea, es increíble que Binner no recuerde la historia de la inflación en la Argentina durante los últimos cincuenta o sesenta años. El aumento incontrolable de los precios fue el gran tema de la economía durante décadas. Se discutía cómo detenerla y todos lo intentaron.

No pudo Alsogaray durante los años de Frondizi.

Ni Illia, ni Onganía.

Ni siquiera Perón en su tercer gobierno, cuyo acuerdo de precios y salarios duró muy poco tiempo y estalló en el “rodrigado”.

Tampoco pudo Martínez de Hoz con la “tablita” y la “convergencia”.

Ni hablemos de Alfonsín y su Plan Austral, que apenas pudo controlar los precios durante algunos meses.

Fue recién con la convertibilidad que la inflación cesó durante una década. Pero tenía un corsé sumamente complicado de remover: el tipo de cambio fijo, atornillado por ley de la Nación, que nadie quería mover por nada del mundo. Así llegamos al estallido que conocemos.

Controlar el tipo de cambio, los precios y salarios es emprender un camino que ya todos hemos transitado. Y sabemos a dónde lleva. Son medidas que sirven para pocos meses pero que su debilidad, curiosamente, es proporcional a su éxito. En efecto: si es eficaz, todos procuran sostenerla y las tensiones económicas que acumulan hasta que sobreviene el estallido.

Binner debería conocer esto.

No dudamos que la propuesta del líder socialista es de la índole del pensamiento que alberga la Casa Rosada: los poderosos deben ser mantenidos a raya por el gobierno, que defiende a los necesitados.

En otras palabras, Binner le señala a Cristina Kirchner que el camino está en hacer La Gran Guillermo Moreno en toda la economía.

Y, tácitamente, también le dice que si emprende un camino tal, tendrá el apoyo del socialismo.

Amigos son los amigos.

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