A fines del año pasado llegué a Buenos Aires luego de cuatro meses de ausencia, justo una semana antes de que se cumpliera el décimo aniversario de los trágicos eventos del 19 y 20 de Diciembre de 2001. Venía con una cierta carga de angustia, no muy diferente a la que me había azotado en los últimos meses de aquella crisis, cuando yo era el Ministro de Economía.