viernes, 18 de noviembre de 2011

Dìa de la militancia Por Gonzalo Neidal

Quizá no haya palabra más setentista que “militancia”.
Y cada 17 de noviembre se conmemora el Día de la Militancia en homenaje al retorno definitivo de Perón al país, en 1972, tras 17 años de exilio.
Es curioso: fueron los protagonistas más notorios de esos años, la Tendencia Revolucionaria, afín a la organización armada Montoneros, los que impusieron la denominación y el homenaje. Sin embargo, pasados los años, Perón ha ido quedando relegado en la iconografía peronista que hoy predomina en ese movimiento.


En otras palabras: los que simpatizan y reivindican la acción política, la historia y la trayectoria de los Montoneros, no ven con buenos ojos a Perón, al que consideran “de derecha” y ajeno a los objetivos revolucionarios que, ellos piensan, sí tenían las organizaciones armadas de los setenta.

Además, vale la pena recordarlo en el día de la militancia, Perón sostuvo que los guerrilleros debían ser “exterminados uno a uno por el bien de la República”, según un famoso discurso pronunciado con motivo del asalto guerrillero al cuartel de Azul, en enero de 1974.

Recordar a Perón en el Día de la Militancia, resulta entonces cada vez más incómodo al grupo ideológico que hoy gobierna el peronismo. Perón no les gusta; lo aceptan a regañadientes. Prefieren reivindicar a su esposa Eva, a quien pretenden ver como verdaderamente revolucionaria en oposición a Perón, a quien ubican como conservador y derechista.

Pero este día de la militancia ha sido muy particular. El acto central ha sido centrado en Néstor Kirchner a quien se había ya homenajeado hace tan sólo veinte días con motivo del aniversario de su muerte.

Los detalles de la ceremonia bordean lo patético y lo caprichoso, si tenemos en cuenta que fueron convocados todos los gobernadores y principales funcionarios del gobierno nacional. La extensión vertical del país añadieron incluso algunos rasgos grotescos: debieron viajar a Río Gallegos gobernadores de lugares tan distantes como Salta y Jujuy, que abandonaron sus responsabilidades oficiales para concurrir a un acto partidario. Omitiremos preguntarnos con qué fondos fueron solventados los gastos de tan fatigante viaje.

Las presencias o ausencias en el cementerio de Río Gallegos, en la tumba de Néstor Kirchner, seguramente serían contabilizadas con rigor por Máximo Kirchner, esforzado administrador de la memoria de su padre. Es la línea divisoria que señala quiénes son los amigos del gobierno y quienes aún ponen reparos u objeciones.

No hubo deserciones. Incluso concurrieron reconocidos no kirchneristas como José Manuel de la Sota, obligado a incorporarse a todas las ceremonias programadas a fines de demostrar su predisposición al acuerdo y el abandono, por parte de la provincia, de los modos un tanto más ásperos y belicosos que caracterizaron la gestión de Juan Schiaretti.

Néstor y no Perón es el icono central del peronismo que gobierna, del que ha sido elegido por una mayoría importante de votos.

¿Será así por mucho tiempo más?

¿Será así para siempre?

No hay comentarios:

Publicar un comentario