sábado, 6 de diciembre de 2008

Sábana corta. Por Jorge Asís


A Peralta, el gobernador, cuesta acorralarlo. Resulta infinitamente menos derrocable que Acevedo, El Negro. Tampoco Peralta puede ser de manejo dócil. Accesible a la mera activación del control remoto. Como Sancho, El Pavo.Pueden asustarlo a Peralta, con la renuncia de Campillo, el indispensable Ministro de Economía. Pero tampoco parece constituirse en la mejor alternativa. Campillo es el exclusivo funcionario que conoce, según nuestras fuentes, los secretos de las peripecias transcurridas por los “desaparecidos” de Santa Cruz. Los fondos.Desde que Kirchner ascendió para salvar la república, Campillo maneja el entramado del dinero de la provincia. En planos secundarios de la administración. Hasta que Peralta decidió blanquearlo, con la designación de ministro.Hoy emerge Campillo como el canal directo entre Kirchner y Peralta.Conste que, en la residencia de Olivos, Campillo se siente parte de la casa. Una lástima, u otra carencia, que los medios, ufanamente nacionales, aún no lo hayan descubierto como protagonista.

Con asiduidad, Campillo se desplaza a Buenos Aires, con el propósito de recibir las sustanciales instrucciones. Lo gravitante es que Campillo, para Peralta, representa la garantía para conseguir los glucolines necesarios para evitar el colapso. A los efectos de abonar, mensualmente, alrededor de 42 mil salarios.Provincia discutiblemente rica, racionalmente inviable.Junto con el precio derrumbado del petróleo, también descendió, inquietantemente, la recaudación. Hasta intensificarse, en el esplendor de la mishiadura, el conflicto de la sábana corta. En este campo, la influencia espiritual de Campillo crece más allá de lo admisible. De aquí la presión de Kirchner. El susto que provoca, en la administración local, la idea perversa de sacárselo. A Campillo. Aunque a nadie, y menos a Kirchner, le conviene el absurdo de ofrecer el espectáculo de la provincia. Entre llamaradas.
Cruzada
Para algarabía informativa de cierto burócrata impasible, de “la embajada”, Peralta decidió combatir el tráfico doméstico de drogas. Una flagelación que ya produjo extraordinarios estragos. Según nuestras fuentes, Peralta no se limita a las condenaciones verbales. Cuentan que por haber generado, con desgarramiento, alguna víctima de su familia cercana, el combate contra el narcotráfico se convirtió -para Peralta-, en una cruzada, popularmente esencial.La “María, blanca como el día”, se expandió, con sospechosa generosidad, por la comarca. Por los efectos políticos de semejante contienda, el gobernador debió estampillar, con la diabolización del veto a distintas figuras emblemáticas. A las que cuesta encontrar hoy por las calles de Gallegos, así sea en automóviles de cristales opacos. Vinculadas, en exceso, en algún caso, con los picaportes que conducen al poder real.Para que se entienda la magnitud de la cruzada, cabe consignar que Peralta dista de estar solo. Aparte del burócrata impasible, lo acompañan ciudadanos respetablemente atormentados. Por las consecuencias humanitarias de las adicciones que se fomentaban, hasta hace muy poco, en las cercanías “liberadas” de los colegios.
Aprietes
El marco lo completa el descalabro económico que genera la insuficiencia de la sábana. Cada vez viene más corta.A la disminución de entradas, se debe responder con apretadas memorables. Exigencias de cumplimiento de inversiones prometidas. Por ejemplo, se aprieta a la Petrolera Epsur, de la cadena de la felicidad empresarial de Lázaro Báez, El Resucitado.Trátase del protagonista consagrado por el Portal, ya descubierto por la mayoría periodística. Las apretadas también presentan la forma de restricciones. En materia de egresos, de gastos. Por lo tanto Peralta reduce pecaminosamente los pagos de certificados de obra de las construcciones públicas. Los que producen, tradicionalmente, un 8 por ciento de retorno melancólico, que suben hacia esferas inconmovibles.En general, los certificados de referencia pertenecen a Austral. Es la empresa madre de Lázaro, El Resucitado que carga, aparte, con la mochila del privilegio. La sospecha de ser, en el mejor de los casos, socio de Kirchner. Lo cual implica un agravio intelectual. Porque los fieles visitantes del Portal saben que Kirchner se encuentra incapacitado para tener socios. Apenas, a lo sumo, tiene empleados.
La señora Zuvic
A propósito, por Gallegos, también suele verse poco al Resucitado. Y a su fortaleza cuesta acercarse. Pero trasciende, a pesar de los muros, su explicable irritabilidad.Primero por los efectos mediáticos derivados del comportamiento del contador Buti. El sobrinito postizo. Buti le habría ocasionado a Lázaro (o sea a Kirchner) un ostensible buraco de varios millones de dólares. Aparte, se expande el riesgo, tan fantasioso como indemostrable, que por su capacidad acumulativa de información, Buti pueda despuntar como el primer arrepentido.Segundo, Báez se siente, ahora sí, embocado. Por los efectos devastadores de las denuncias de la señora Carrió. Las que irrumpen en una instancia de grave declinación política.Las denuncias son atribuidas, según nuestras fuentes, al inagotable arsenal informativo que maneja la señora Mariana Zuvic. De Costa.Trátase de la representante, en Santa Cruz, de la Coalición Cívica. Una suerte de Carrió, pero en versión temiblemente bella. Una militante, pero casada con Eduardo Costa. El radical que fuera candidato a gobernador, en el 2007. Un Macri de la Patagonia, con un carisma equiparable al del caudillo popular Pancho de Narváez, referencia del oximoron del peronismo disidente.Significa que la alianza del coalicionismo de Carrió, con los inalterables radicales del moralismo de Morales, derivó, en Santa Cruz, en un dilema de política meramente conyugal. Un acuerdo para discutir en la sobremesa.
Ejército de reserva
La falta, o el atraso, de los pagos a Austral, o sea a Báez, y probablemente a Kirchner, agrava las consecuencias originadas en la brevedad de la sábana. Genera la interrupción ostensible del precario circuito económico. Porque, de la Austral de Lázaro, dependen los consumos, las módicas prosperidades de alrededor de cuatro mil obreros de la construcción, y sobre todo de sus familias. Proletarios que debieran recibir, en promedio, unos tres mil pesos cada uno. Procedentes de distintas provincias, que emulan las epopeyas de los trasplantados exitosos. Como el seleccionado de las estrellas, que componen De Vido, Uberti, Larcher, Jaime, Varizat, Zannini.Sin embargo, a estos proletarios, aún anónimos, debe tratárselos con programada atención. Porque se convirtieron en carne de concentraciones.Lo confirma el filósofo positivista del Mónaco. Un sabio de la comarca, moderadamente radical, que suele parafrasear a Lenin.“Representan el ejército de reserva de la clase kirchnerista”.Porque los proletarios postergados, aderezados con un casco, son los que cubren los menos frecuentes actos oficiales. Cuando cualquiera de los Kirchner bajaban, para pontificar acerca de algún anuncio y refugiarse después en El Calafate.“Se acabó la tarasca, Serenella, y sin la tarasca se acaba el entusiasmo. Cada cual hace la suya”, reflexiona El Sabio del Mónaco.“Sin tarasca, el kirchnerismo se desvanece. Sólo queda el recurso del amor”, confirma, sentencioso, ya parcialmente pesado, pero sin suerte.

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