viernes, 26 de diciembre de 2008

Reportaje a Eduardo Duhalde. Publicado en Diario Crítica

Eduardo Duhalde ha comenzado a hablar. Quizás haya percibido que necesitaba conjurar los rumores que hizo circular el kirchnerismo señalándolo como el instigador de los últimos saqueos en Moreno. Quizás haya percibido también que sus seguidores quieren que asuma el rol de referente en el debate político. Parece dispuesto a hacerlo, pero con el tono reflexivo de quien no busca protagonismo personal. Pese a ello advierte: “Yo no soy jactancioso, pero la gente sabe que si un día decido volver y digo: ‘Esto se terminó y voy a conducir la oposición’, la conduzco”.

–Brasil y México invitaron a Cuba al Grupo Río. Lula firmó un acuerdo estratégico con Francia. ¿Qué lugar ocupa la Argentina en el escenario internacional?–Brasil ya nos dejó. Itamaraty es una de las cancillerías más preparadas del mundo; incluso en materia social Brasil se nos ha escapado garantizando una renta básica universal. Nuestros dirigentes ni siquiera leen, no les interesa. Cuando Brasil tiene que decir sus cosas las dice, pero no se anda peleando porque sí. No como nuestros dirigentes que son burros, que no entienden nada. El tema de Botnia no se resolvió por falta de diálogo. Costaba 10 millones relocalizar la empresa con fondos del Banco Mundial. Yo estaba en Uruguay y no podía decirlo de manera directa. Lo dije con eufemismos. Pero el presidente de la Argentina no le contestaba el teléfono a Tabaré Vázquez. Así se pudrió todo. Lo mismo con Chile. Es lógico que no se le diera el gas que se necesitaba en la Argentina. Lo que no es comprensible son los modales. Creen que el enfrentamiento lleva a construir poder. Puede que sea así por una etapa, pero no como método político. Estamos frente a la administración más incompetente que yo haya visto. Ni siquiera lo hacen bien con el tema de los crímenes de lesa humanidad, un tema que el Gobierno impulsó. Hace años alerté respecto de que no se iba a terminar con los juicios si no se modificaban las normas procesales. Y no se cambiaron porque fue gente de otro partido la que presentó un proyecto de ley. El entonces ministro de Justicia Alberto Iribarne estaba de acuerdo con ese proyecto, pero no podía hablar con el Presidente. –Dicen de usted que es paciente. ¿Llegó el momento de acelerar el paso? –Yo les digo a mis amigos que apoyan al Gobierno que tienen que encontrar la forma de que la Presidenta tome contacto con la realidad. Es común que quienes rodean a los presidentes en momentos críticos no quieran llevarles malas noticias, pero el dirigente que no es capaz de romper ese círculo áulico difícilmente se conecte con la realidad. La desprotección de la gente hoy es impresionante. No sé si por insensibilidad social de los dirigentes o por desconocimiento. Quienes están gobernando no tuvieron esos problemas en Santa Cruz por algo elemental: tenían una estructura municipal con ingresos de una provincia con mucha plata. En un 80 por ciento, los dirigentes tienen un desprecio total por los necesitados. Ahora aumenta la mortalidad infantil y los concejales y los intendentes no se preocupan. Nadie se calienta. Yo les pido a los intendentes que ayuden a la Presidenta y le expliquen lo que pasa. Si no lo hacen por sensibilidad, que lo hagan por especulación electoral. –¿Usted dice que éste es un gobierno peronista sin sensibilidad social? –El peronismo, como todos los partidos importantes del mundo, tiene un ala derecha, un centro y una izquierda. Los halcones y las palomas están también en los Estados Unidos: están en todos lados. La gran influencia gremial, que siempre tuvo problemas con la izquierda, tiñó un poco al justicialismo. El verdadero justicialismo, a mi criterio, es el progresista. Esto de declamar progresismo... Son mucho más progresistas los dirigentes que se le están yendo al Gobierno por izquierda. No puede haber un presidente progresista rodeado de gente que no tiene nada que ver con el progresismo. Es todo una mentira, es falso. Es un progresismo berreta, por favor. –El Gobierno, en voz baja, lo responsabilizó por los últimos saqueos en Moreno. –Son todas estupideces. En las charlas que tengo con sectores medios les pregunto qué piensan que puede hacer una persona que llega a su casa, donde hace un calor de morirse, y no tiene plata ni comida. No dejo ni que me contesten. Les digo: harían cualquier cosa. Hay millones de argentinos dispuestos a hacer cualquier cosa. No joroben más con esto. Asuman el problema, después échenle la culpa a quien quieran. Las acusaciones me tienen sin cuidado. Me parece un disparate que personas como yo, que ocuparon un lugar, tengan que volver a la escena. La mediocridad de la dirigencia es espantosa. –¿Lo dice por Kirchner? –Néstor Kirchner tiene liderazgo, pero es un liderazgo tóxico, basado en el dinero. Es como el dueño de una fábrica: tiene la plata. Hay que ayudar a los dirigentes jóvenes. Acá se los destruye. Evidentemente, algo les falta a esos jóvenes líderes que se dejan amedrentar. –Pero usted no suele cuestionar a los Kirchner por insensibles. –Siempre digo que los Kirchner son absolutamente insensibles. La mortalidad infantil ha aumentado y hablan de crecimiento. Esta gente volvió a la famosa teoría del derrame. Es increíble que hoy se manejen los mismos criterios que en los años 90. –Siempre se dijo que usted era un hombre poderoso, ¿qué le queda de ese poder? –Nadie puede decir que yo lo apreté, nunca exigí a nadie. Al contrario, me enfrentaron. Nadie puede decir que mi manera de conducir haya sido la prepotencia o el maltrato. Jamás levanto la voz a una persona. Son formas distintas. Yo no soy jactancioso, pero la gente sabe que si un día decido volver y digo: “Esto se terminó y voy a conducir la oposición”, la conduzco. No conozco gente que quiera a Kirchner. No vi la foto de Kirchner en ninguna casa. La foto de Carlos Menem la sigo viendo en la casa de los dirigentes kirchneristas. Y Kirchner es absolutamente consciente de esto que les estoy diciendo. Él sabe que no lo quieren. No hay ningún gobernador que demuestre afecto por él. No conozco a ninguno que le tenga afecto. –¿Quién puede conducir el poskirchnerismo? –Hay gobernadores que tienen una alta adhesión, cerca del 70 por ciento, pero no pueden proyectarse al escenario nacional. Cuando hay necesidad, la gente construye el liderazgo. Hoy lo pueden construir en torno a Julio Cobos, a Mauricio Macri o a Hermes Binner. Ustedes me dirán por qué no Elisa Carrió. Porque tiene la misma forma de construir que los Kirchner. Y esa forma ya la agotó el kirchnerismás incompetente que yo haya visto” sin retorno con el matrimonio presidencial mo. Se necesitan dirigentes dúctiles, que tiendan puentes. –Usted dijo que Cristina Kirchner fue un error porque no tiene experiencia. ¿Y Macri? –Está haciendo los primeros palotes. Si puede sortear los problemas y hace una buena gestión, estará en la conversación de los candidatos. Lo mismo pasa con Binner. Lo mismo ocurrirá con el gobernador de Buenos Aires, aunque si sigue apoyando tanto esto no creo que tenga mucha suerte. –¿Cómo define a Scioli? –Es una incógnita. No se puede gobernar la provincia con los recursos que tiene. Se le deben no menos de 6 mil millones. Kirchner se los prometió en la primera elección y se los vuelve a prometer ahora. No se los va a dar: quiere tener agarrada a la provincia. –El ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, dijo que los carteles de la droga se instalaron entre nosotros, pero Aníbal Fernández lo niega. –Por supuesto que Stornelli tiene toda la razón del mundo cuando dice que los carteles ya están entre nosotros. –¿Dónde imagina a Francisco de Narváez y a Felipe Solá? –De Narváez es un empresario con una enorme capacidad de trabajo. Pero tiene un límite: a lo sumo puede ser gobernador de Buenos Aires, porque no es argentino nativo. El caso de Felipe... Días pasados le decía: lo que más rescato en vos es que no tenés plata para hacer la campaña. No es algo menor. Es un hombre joven y honesto. Puede ser un buen candidato a presidente. En fin, ellos se labrarán su futuro, yo ya elegí una vez y no quiero elegir más. –¿Por qué eligió a Kirchner? –Yo había pensado en un hombre serio y honesto, que era Carlos Reutemann, pero no hubo caso con él. Después pensé en Solá, un hombre joven y honesto. Yo buscaba esos valores. No pudo ser. A De la Sota, si yo no lo elegía con el dedo, no era candidato. Quedaban Menem y Rodríguez Saá y la gente quería algo nuevo. Cuando Kirchner hablaba conmigo me parecía progresista. Tenía que elegir a un hombre tranquilo y muy cuidadoso para gobernar. No tenía otras referencias sobre Kirchner. Cristina siempre hablaba de la ética, como Carrió, y señalaba con el dedo. Bueno, yo soy optimista por naturaleza. La Argentina con malos gobiernos sólo retrasará el éxito. Hay que tener sentido común. Hay que hacerle caso a Luis Barrionuevo. El filósofo tiene razón. –¿El aparato del PJ bonaerense todavía existe? –Es un mito. Tomen cualquier intendencia, yo las conozco a todas. Avellaneda, por ejemplo. Una vez la ganó la Alianza y dos los justicialistas. Cuando ganó la Alianza yo ya sabía que perdía esa zona. El conurbano es una malformación de la provincia. El peronismo bonaerense, el mal llamado “aparato”, es una estructura. El que no puede armar estructuras no puede gobernar.

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