viernes, 5 de diciembre de 2008

La estrategia para controlar el dólar tiene atrapada a Cristina. Por Carlos Pagni

El dólar subió ayer otros tres centavos. El Gobierno no se decide a dejar flotar la divisa. Tampoco le hace frente al mercado congelando el precio en un determinado tope, por miedo a deteriorar todavía más su nivel de reservas. Elige, entonces, la peor estrategia: un régimen de tipo de cambio casi fijo que invita todos los días a comprar dólares, con la consiguiente salida de depósitos. El artefacto se completa con otro dispositivo: una elevada tasa de interés que profundiza el enfriamiento de la economía.

La trampa que acaba de describirse tiene atrapada a Cristina Kirchner. Sus anuncios de ayer pretenden aliviar los pésimos efectos de una política cambiaria y monetaria inconsistentes. Recuerdan, por eso, a aquellos planes de competitividad con los que Domingo Cavallo pretendía compensar a las empresas por los rigores de una convertibilidad que, hacia fines de 2001, se había vuelto asfixiante. Síntesis: ningún especialista espera demasiado de paquetes como el que se anunció si no se resuelve el marco más general de la política económica, que tan afligido tiene al presidente del Banco Central. La microeconomía siempre se queda corta cuando falla la macro.
Sólo si se tiene en cuenta ese problema principal se puede apreciar el efecto de las medidas anunciadas por la Presidenta:
-Como adelantó LA NACION el lunes, el gobierno escogió el método menos desprolijo para canalizar a través de créditos los activos incautados a las AFJP: habrá licitaciones entre bancos públicos y privados a través del Mercado Abierto Electrónico, como sucedía con los títulos públicos. Por lo menos no se insistirá con el sistema de préstamos a ojo -con la mejor buena voluntad, claro- utilizado hasta ahora por Amado Boudou desde la Ansés. Además, el Gobierno sostuvo que el otorgamiento de créditos a la tasa testigo preferencial del 11% se encontrará sujeto a que las empresas no echen personal. Sin embargo, la medida es de cumplimiento imposible. ¿Qué pasará si las compañías en cuestión se comprometen a no despedir gente, pero luego lo hacen una vez recibido el crédito?
-No está claro de dónde saldrán los 13.200 millones de pesos anunciados por la señora de Kichner. Pero es fácil suponerlo: recursos estatizados del sistema previsional, fondos del Banco Nación y capital propio del BICE.
-Todavía no se resolvió uno de los duelos que están detrás de esta iniciativa: Guillermo Moreno pretende que la oferta de dinero salga también de redescuentos que el Banco Central les provea a los bancos. Si la discusión tarda en saldarse es porque Moreno y Redrado no se hablan.
-Hay algunos economistas, dentro del propio Gobierno, que se plantean la inconveniencia de liberar estos recursos sin despejar la incógnita cambiaria. "El dinero que se destine a capital de trabajo es difícil de controlar. ¿Cómo sé que las empresas no destinarán la nueva liquidez a comprar dólares si el Central emite todos los días la señal de que continuará devaluando?" se preguntó uno de ellos. La misma cuestión cabe para otra medida que estudian en algunos despachos oficiales: emitir pesos para rescatar las Lebacs en poder de los bancos mientras vayan venciendo.
-Así como no pudo despejarse la controversia Moreno-Redrado, tampoco se pudo anunciar el plan automotor con el que pensaba sorprender ayer la Presidenta. En este caso, por una pelea entre Moreno y Débora Giorgi, la autora principal de la batería de propuestas de ayer. El secretario de Comercio abogó durante una semana a favor de lanzar un "auto argentino", compuesto en un 80% con piezas locales y montado por fábricas que trabajarían con rentabilidad cero. Moreno imaginó un prototipo más que económico, desprovisto de cualquier confort: "Pensó hasta en ponerle un solo espejito" comentó un infidente. Muy década del ´50, como le gusta a ese funcionario.
-Giorgi, en cambio, se opuso al "troncomóvil" de Moreno. Recomendó, en cambio, organizar un plan de financiamiento a tasas del 5% y cinco años de duración para estimular la compra de los modelos más baratos que ofrezcan todas las marcas de consumo masivo. El problema en este caso es que buena parte de las piezas de esas unidades provendrían de Brasil, con lo cual se estaría financiando trabajo extranjero.
-Aquí también se filtra el obstáculo general: "¿Por qué voy a comprar autopartes argentinas cuando en Brasil, donde todas las compañías tienen su principal filial sudamericana, las compro mucho más baratas por la paridad del real con el dólar?". El planteo lo hizo en la UIA, hace una semana, el presidente de una automotriz europea. Es una obviedad adelantar que la UIA seguirá pidiendo devaluación.
-Las medidas agropecuarias que anunció ayer la Presidenta tal vez desalienten más al campo. Sencillo: con el programa "maíz plus" o "trigo plus", por el cual habrá reducciones microscópicas de retenciones para los que siembren más hectáreas, el Gobierno dejó en claro que, para lo que ya se produjo no hay que esperar rebaja alguna en los derechos a la exportación. "¿Quién va a sembrar más si después no se sabe si la ONCCA o Moreno te dejarán exportar?" se preguntó un dirigente de la Rural, esta tarde.
-El ingreso adicional para los productores con las rebajas de retenciones de ayer es de 180 millones de dólares. El Estado dejará de percibir 114 millones de dólares. Esas cifras no merecen que se hable, en el caso del agro, de un plan anticrisis. Apenas son un gesto para que la dirigencia rural no diga que la ignoraron al pensar el problema.
-Para un gobierno proclive a las contradicciones, el capítulo agropecuario del programa contradice el principal objetivo que se adujo en marzo con las retenciones móviles: evitar la producción de soja. El aliciente a otros cultivos es hoy tan bajo que la Presidenta garantizó ayer al mediodía una mayor "sojización".
El otro problema que tampoco parece haber contemplado el matrimonio Kirchner con la baja en las retenciones es que la medida no se aplicará en el corto plazo. El trigo se está cosechando ahora. El grueso se empieza a vender este mes y en enero. Es el cultivo que tendrá el primer efecto de la medida, aunque esta campaña será un 40% más baja a la anterior por la sequía y por la intervención del Gobierno en el mercado. El maíz, que se cosecha a partir de marzo, tendrá un volumen menor (entre un 20 y un 25%) por la sequía, la elevada presión impositiva, los altos costos, la baja de precios y la mejor rentabilidad de la soja.
El Gobierno deberá ahora implementar sus decisiones. Será una tarea más ardua de lo que los propios funcionarios suponen. Después, evaluará el efecto de sus programas, que también será tardío. Tal vez el problema central siga siendo de diagnóstico: en la Casa Rosada suponen que la economía se irá desacelerando. Pero, con el precio del petróleo a menos de 50 dólares, el de los fletes con caídas de 90% y las automotrices locales buscando terrenos donde estacionar su stock, los datos de la recesión indican un panorama más sombrío.

Nota publicada en La Nación - 05/12/2008.



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