miércoles, 3 de diciembre de 2008

Curiosa evocación de la democracia. Por Gonzalo Neidal




La Municipalidad de Córdoba tuvo una ideal genial. Y políticamente correcta: evocar el cuarto de siglo de vigencia de la democracia.
Son esas celebraciones que hay que hacer para que a uno no lo sospechen de nada y para sumar puntos en el ranking de la madurez política.
Todo bárbaro.
Incluso se piensa invitar a los ex intendentes Martí, Kammerath y Juez.
Una maravilla. Un acto de chorrea civismo y tolerancia.




Pero ha surgido un problema: la gente de Daniel Giacomino y la de Luis Juez impugnan la presencia de algunos de los invitados.
Los de Luis Juez no quieren que vaya Kammerath.
Los de Daniel Giacomino no quieren que se invite a Juez.
¡Una maravilla de nuestra madurez y nuestra tolerancia democrática!
(Si bien en esta columna preservamos el lenguaje de cualquier expresión chabacana o de mal gusto, nos permitiremos la única expresión que –luego de recorrer el diccionario completo- hemos encontrado para expresar nuestro pensamiento sobre este hecho. Pedimos disculpa por anticipado. Aquí va.)
¿Quién carajo se creen que son Juez y Giacomino para impugnar la presencia de otros ex intendentes elegidos por el voto popular?
Resulta una flagrante contradicción que, en un acto reivindicatorio de la democracia, la intolerancia llegue a tal punto de la impugnación de aquellos cuya presencia no nos gusta o de los que nos merecen baja calificación por su acción de gobierno.
¿Cuál es la impugnación concreta que tiene Juez para Kammerath?
¿Cuál es la que le hace Giacomino a Juez?
¿Acaso uno y otro no fueron consagrados por el voto popular en elecciones democráticas?
Desde esta columna hemos sido sumamente críticos con Kammerath y también con Juez. Pero a ambos le reconocemos con todas las letras y sin restricciones de ningún tipo, su condición de intendentes elegidos democráticamente por el pueblo de Córdoba y, en consecuencia, formar parte del proceso democrático iniciado en 1983.
La democracia no consiste en la dictadura de los que tienen circunstancialmente el poder.
El Sr. Giacomino, que está donde está por el impulso que le dio a su figura el Sr. Luis Juez, ahora le ha vuelto la espalda, en una actitud que muchos califican de pérfida, al punto tal de no querer incorporarlo a los festejos por la boda de plata de la democracia.
En este sentido, Juez está bebiendo su propia medicina. Y se lo tiene merecido. Pero eso es harina de otro costal. La celebración de la democracia no puede oscurecerse por las desavenencias políticas, sean circunstanciales o definitivas.
Juez impugna a Kammerath porque piensa que no ha sido un buen intendente.
Pero tampoco ello –si fuera efectivamente cierto- es un hecho descalificador.
¿O Juez se piensa que su gestión ha sido brillante?
Al fin y al cabo, se trata de un acto protocolar, de esos que el pueblo ignora olímpicamente. Después de todo, quizá sea mejor que no concurran los ex intendentes pues si lo hacen, las barras podrían hacer que el festejo termine en una batahola.
Mejor posterguemos todo festejo para las bodas de oro.
Entonces quizá podamos invitar a todos, sin reproches ni impugnaciones.
Tenemos 25 años más para aprender el difícil arte de la tolerancia.

Publicado en La Mañana de Córdoba - 3-12-2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario