domingo, 25 de marzo de 2012

Una patrulla perdida. Por Gonzalo Neidal

Hubo varios casos pero el de Hiroo Onoda quizá es el más conocido.
Destinado a la isla filipina de Lubang durante la Segunda Guerra Mundial, este soldado japonés, se recluyó en la selva junto a tres compañeros. Sobrevivieron a todos los avatares durante años.
Se ocultaron y alimentaron como pudieron. Pasaron los años y, en su aislamiento, no repararon que la guerra ya había concluido. Uno desertó y los otros murieron; solo sobrevivió Onoda. Recién en 1974 este combativo soldado fue descubierto por un turista japonés que le informó la novedad. Pero Onoda no le creyó que el conflicto había cesado casi treinta años atrás. El turista dio aviso a las autoridades de su país y el soldado fue rescatado y consagrado con honores y homenajes.
Esta curiosa distracción respecto de la desaparición de un determinado contexto, que en su momento dio sentido a nuestros actos y pensamientos, se conoce con el nombre de Síntoma de Kachigani.
Y en política, este síndrome es más frecuente de lo que puede pensarse a simple vista. Si hay algo que los votantes o el pueblo entero puede reclamar a sus gobernantes es que interpreten y sepan leer el momento histórico que les toca vivir. A nivel local, nacional y mundial. Sin esa comprensión básica y elemental, todo lo demás puede resultar ocioso. O casi.
A esa circunstancia probablemente apuntaba Perón cuando afirmaba que, cada vez más, la política estaba crecientemente teñida por las circunstancias internacionales, por el mundo globalmente considerado.
En economía, la Argentina parece embebida por el síndrome que describimos. El gobierno se está moviendo sin tener en cuenta que muchas de las ideas que lo deslumbran, provienen de un tiempo que ya no existe, que se ha esfumado y que probablemente nunca regrese.
En estos días ha trascendido que el economista que  goza de mayor predicamento en la cúspide del poder, un joven de 41 años sin antecedentes en el mundo de los negocios ni en el de la conducción económica de alguna provincia. Se jacta de su formación marxista y piensa que esos principios son útiles para administrar la economía del país. Lo temible, sin embargo, es que también la presidenta piense que va transitando un camino correcto.
La generación que hoy gobierna eran los jóvenes de los setenta. Fue en ese tiempo que formaron sus ideas sobre la política, la economía y el poder. Pero era otro mundo y ya no queda nada de él. En ese tiempo existía un fuerte bloque socialista encabezado por la Unión Soviética, que ejercía su hegemonía en Europa oriental. Los Estados Unidos eran derrotados en Vietnam, que se incorporaba también a ese espacio. China era una incógnita. En América Latina, la revolución cubana daba sus primeros pasos y existían movimientos en diversos países, que se identificaban con ese rumbo que prometía progreso económico nacional e individual. Chile con Allende, Perú con Velasco Alvarado, Bolivia con Ovando Candia, Panamá con Torrijos y Argentina con Perón parecían encaminados hacia el socialismo.
Pero todo aquello sucumbió. Más que por la hostilidad del Primer Mundo, lo hizo por su propio peso. Y los regímenes que sobrevivieron, como China, lo hicieron a partir de importantes rectificaciones del rumbo anterior.
Podrá decirse que hoy, en América del Sur, existen gobiernos que retomaron aquella ruta de los setenta. Allí están Chávez, Correa, Morales y Cristina Kirchner para demostrar que ese camino puede transitarse con éxito. Pero se trata de una ilusión: el revival populista se explica principalmente por un fenómeno mundial llamado China, que ha impulsado la economía mundial en los últimos años. Y lo ha hecho a partir de políticas contrarias a las vigentes en este lado del mundo. En efecto, la novedad de aquel misterioso país ha sido la generación de espacios de capitalismo privado y mercado. Y esto es lo que explica su formidable crecimiento y, a partir de allí, el impulso a la economía mundial del cual nos estamos beneficiando, al igual que otros muchos países emergentes.
Volviendo al principio: si no toma nota de los cambios ocurridos en el contexto mundial, el gobierno corre severos riesgos de transformarse en una patrulla perdida, que libra una guerra que hace ya mucho tiempo ha terminado.


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