martes, 3 de abril de 2012

Igualar con la rifa. Por Gonzalo Neidal

Ayer, las autoridades competentes de la Escuela Superior de Comercio Manuel Belgrano decidieron postergar hasta el 25 de abril la decisión de cambiar o no el régimen de ingreso para el año 2013 en ese establecimiento. Como se sabe, se busca imponer que el ingreso sea determinado por un sorteo entre todos los aspirantes.

El argumento central con el que se impulsa este cambio atribuye al sorteo un espíritu más democrático para el acceso a este prestigioso establecimiento. El sistema tradicional (aunque hubo una etapa anterior donde ya existió el sorteo) consiste en un duro examen de ingreso que solo unos pocos logran aprobar. El Belgrano es un colegio que concita la demanda de muchos aspirantes pues tiene un prestigio que, real o imaginario, lo ubica entre los mejores de Córdoba.
Es el director del establecimiento quien impulsa el cambio pues entiende que el ingreso por orden de mérito supone una injusticia vinculada al poder económico de los postulantes. Conforme a su criterio, con este sistema de examen previo, son “los ricos” los que accederían a este colegio mientras “los pobres” quedarían marginados en razón de que su precariedad económica les impide prepararse adecuadamente para el exigente ingreso.
Para el director Sixto Reyes, “el orden de mérito es indefendible. Sabemos que esta es una provincia desigual, y esta escuela debe caracterizarse por brindar la igualdad de oportunidades. Durante esta gestión vamos a trabajar para igualar, y mantener el excelente nivel”.
Al parecer, Reyes entiende que existen desigualdades económicas entre las familias de Córdoba (lo cual es cierto) y que este hecho determina inexorablemente el acceso de ingresantes de un determinado origen social al colegio. Entiende que estos jóvenes han recibido una mejor educación en la enseñanza primaria y que, además, sus padres cuentan con dinero para hacer preparar a sus hijos en academias costosas. Y eficientes, claro.
Confesamos nuestra ignorancia sobre el sistema que tiene el colegio para elegir a sus profesores. Seguramente numerosos docentes quieren trabajar en establecimiento tan prestigioso. La oferta, en este caso, también debe superar a la demanda, según nuestras estimaciones. Pues bien… ¿aquí también se aplica el sorteo? ¿O el director tiene en cuenta algún tipo de mérito académico para elegir a los profesores? Más aún: ¿el propio cargo de director del Belgrano, el que ocupa ahora el Sr. Reyes, se define por sorteo? Apostamos a que no es así. Al revés: quizá el prestigio que tiene el Belgrano (lo hemos dicho: sea justo o inmerecido) se funda en la calidad de su enseñanza y ésta descansa en su cuerpo docente, de un modo principalísimo. De tal modo que sospechamos que existe en este caso un criterio de selección basado en algún tipo de mérito.
El discurso de moda propicia la igualdad de oportunidades. Nos parece bien. Un buen examen es igualitario para todos los aspirantes. Si los aspirantes no provienen de formaciones previas de similar calidad, eso no puede corregirse con un sorteo, con una rifa, con una tómbola, con una lotería, con el puro azar.
No siempre las diferencias de formación provienen de desigualdades sociales y económicas. Existen también otras variables: el esfuerzo individual, la contracción al trabajo y al estudio. Pelarse las pestañas. Existe la voluntad de estudiar y mejorar. Y esto no germina de igual manera en todos los alumnos. Con el sorteo, el estudioso y el vago (categorías que existen al interior de cada sector social) tienen la misma oportunidad de ingreso. Y esto no significa equidad sino todo lo contrario: supone la injusticia de obviar el esfuerzo y la dedicación al estudio.
Es grave también el mensaje que este sistema que se intenta imponer da a los jóvenes estudiantes: “No es tan importante estudiar pues luego viene la autoridad, el estado, a ejercer su voluntad igualadora y todo tu esfuerzo no sirvió de nada, respecto del ingreso al colegio al que aspirabas”. Además, a los jóvenes que provienen de hogares con menos recursos, parece decirles: “tu única chance para acceder a bienes y servicios de calidad, a los que legítimamente aspirás, es el azar. No el esfuerzo”.
Los jóvenes estudiantes del colegio se oponen a este sistema arbitrario y azaroso. Es un hecho alentador. El Belgrano es un colegio dependiente de la Universidad. ¿No tiene nada para decir el rectorado? Esto nos permite suponer que este punto de vista es compartido en la más alta conducción universitaria. Entonces ¿por qué no extenderlo también a las casas de altos estudios y luego exponerlo como vanguardista en los simposios internacionales sobre educación?
A todas luces se trata de una medida demagógica a tono con este momento político donde se aplaude todo aquello que presumiblemente hostiliza a los sectores acomodados de la sociedad. Está probado que el sistema de ingreso que ahora se propone aumenta la deserción hasta un 40%. Pero es absolutamente ineficaz para resarcir a los alumnos que calificaban para ingresar pero que no contaron con la simpatía de Alea.
Se nos ocurre: ¿por qué el propio colegio no dicta un cursillo intensivo gratuito y de acceso libre, preparatorio para el examen? Esa sería una forma de igualar sin caer en injusticia ni en humillaciones.
No hay que subestimar a los pobres.
Respetarlos significa que su oportunidad tenga vinculación con su esfuerzo.
No con la tómbola.



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