jueves, 12 de abril de 2012

Delicias de la sintonía fina. Por Gonzalo Neidal

Se sabe que, donde el optimista ve un vaso medio lleno, el pesimista lo percibe medio vacío. Pues bien, el relato K se empeña en describirnos un vaso lleno donde existe uno que carece completamente de contenido. Ayer la presidenta anunció el rotundo fracaso de su política hacia el sector de la carne. Pero lo hizo como si se tratara de una victoria rutilante.

“La industria de la carne se está recuperando”, dice Cristina con una sonrisa mientras mira hacia el numeroso público de trabajadores vestidos de blanco que asiente mientras ella habla y aplaude cuando ella calla.
Uno podría preguntarse de qué se está recuperando la industria de la carne. Sería una pregunta odiosa que sólo admite una respuesta: si es verdad que se recupera, lo hace de las políticas equivocadas instrumentadas por el propio gobierno tras la crisis de 2007 que enfrentó al ejecutivo con el campo.
Probaron de todo: suspensión de las exportaciones (para “defender la mesa de los argentinos”), camioncitos vendiendo milanesas a precios módicos o bien bolsones con cortes populares. Subsidiaron “feed lots” para apuntalar la oferta, ofrecían carne barata en el mercado central, hicieron acuerdos con supermercados para ofrecer algunos kilos de asado a poco más de diez pesos. Los empresarios del agro advertían que la política ganadera iba a desembocar, tarde o temprano en una reducción de stock y, en consecuencia, en una caída de la oferta y el consiguiente aumento de los precios al consumidor, conforme a la más elemental ley de la economía.
Y así ocurrió.
Hace pocos días se anunció el cierre definitivo de la planta que el grupo brasileño JBS Friboi (ex Swift) posee en Venado Tuerto, hace tres meses cerró el frigorífico Nelson, 45 Km. al norte de Santa Fe y la firma Mattievich, también de Santa Fe, presentó ante la justicia el procedimiento preventivo de crisis, que lo habilita a suspender o despedir personal.
Miles de trabajadores de la carne han quedado desocupados en los últimos dos años, algunos acogidos al retiro voluntario, otros como consecuencia del cierre de las operaciones de las plantas en que trabajaban. Los frigoríficos de Arroyo Seco, Casilda y Carcarañá trabajan a la mitad de su capacidad productiva: de las 200 horas potenciales, apenas 80 o 100.
El Grupo Cresud también tuvo problemas: eliminó 200 trabajadores de su planta de 440 y rebajó el sueldo el 40% a todos sus empleados. El acuerdo fue rubricado por el propio sindicato, ante la perspectiva cierta de un cierre definitivo. La falta de stock ganadero y el precio de la haciendo son los principales problemas que enfrentan.
Insólitamente, la presidenta se mostró satisfecha con el alto precio de la hacienda. Dijo que es uno de los mejores, si no el más alto de toda la historia. Pues bien, entonces hay que concluir que la política de Moreno ha sido un completo fracaso, ya que tras ella sobrevino la escasez y, como es lógico, un aumento de los precios…¡del que ahora la presidenta se enorgullece! Altos precios para el productor supone también altos precios al consumidor. La política de Moreno generó ambas cosas. Dicen que en privado, el pintoresco secretario de comercio reconoció su fracaso. En público, la presidenta intenta venderlo como un gran éxito.
Para recuperar el sotck ganadero, el gobierno debió hacerle caso al mercado. Sus subsidios a feedlots derivaron en casos de corrupción donde incluso fue investigado el propio titular de la Afip. La venta de cortes populares a precios módicos, se redujo a un par de camioncitos que hicieron publicidad pre electoral. Pero la recuperación del stock ganadero sólo puede venir de una mejora en los precios. Ningún productor se volcará a la hacienda si no es para ganar dinero. Y esto fue lo que finalmente se impuso y esto es lo que ahora la presidenta exhibe con orgullo: el mejor precio de toda la historia. Un logro módico si se tiene en cuenta que, en gran parte, ha sido producto de la escasez por destrucción del stock ganadero.
Otro de los problemas que la presidenta presentó como un logro fue el del tipo de cambio. Históricamente se sostuvo que uno de los pilares del modelo vigente era el tipo de cambio competitivo, es decir, subvaluado. La inflación lo devoró a lo largo de los años que transcurrieron desde 2007. Ahora el tipo de cambio está claramente atrasado. Pero esto resulta ser meritorio pues permite que mucha gente que antes no podía viajar al exterior, ahora pueda hacerlo. Claro que este hecho es adjudicado a “la inclusión social” y no al tipo de cambio retrasado.
La anuncia de rebaja a las retenciones para ciertas carnes preparadas, no son sino un reconocimiento a las dificultades del sector, que está muy lejos de la recuperación anunciada.
Sin embargo, la lección de la carne no está siendo aprendida para el caso de la yerba mate, pues se amenazó a los productores con la aplicación de la ley de abastecimiento que, como todos sabemos, se trata de una ley cuya aplicación genera desabastecimiento.
El relato y la realidad marchan por un camino que ya se ha bifurcado.
Cada vez el esfuerzo dialéctico debe ser mayor para explicar lo inexplicable.


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