domingo, 2 de octubre de 2011

Reelección indefinida. Por Gonzalo Neidal

El politólogo Ernesto Laclau, radicado en Inglaterra desde hace más de 40 años, opera como referente teórico del kirchnerismo. Sus libros, en clave críptica, son de complicada lectura para el no iniciado pero sus ideas políticas concretas quedan  muy claras cuando concede algún reportaje y se somete a algún cuestionario sobre política local.
Compañero de militancia de Jorge Abelardo Ramos, integró el PSIN (Partido Socialista de la Izquierda Nacional) hasta 1967, año en que se retiró por disidencias y decidió ejercer el estudio y la docencia universitaria en Teoría Política en la Universidad de Essex.


Los gobiernos de los Kirchner, pretende, vienen a ser algo así como una ratificación práctica de la validez de sus teorías políticas, llenas de abstracciones, que generalmente prescinden de consideraciones circunstanciadas por las realidades políticas y económicas terrenales.

Desde las cúspides que habita Laclau, necesariamente la política se define por categorías y tendencias tan generales que los elementos que suelen ser preocupación cotidiana de los simples humanos, pasan desapercibidos o son dejados de lado por falta de entidad. No sólo la corrupción o la degradación de la república quedan a un lado sino también algunas otras determinantes como la intensa suba de los precios de las commodities, son dejadas a un lado en los análisis políticos que realiza.

Ayer, el diario porteño Página 12 publica un reportaje en el que Laclau ratifica una posición que ya le conocíamos: es partidario de la reelección indefinida pues, entiende, que en eso consiste la democracia verdadera. Que el pueblo pueda elegir a quien quiera, por encima de las limitaciones que impone sabiamente la Constitución. Claro que Laclau propone esta permanencia de los gobernantes exclusivamente para América Latina. En Europa ni se le ocurre susurrar esa posibilidad.

En América Latina, de todos modos, la permanencia en el gobierno siempre ha estado asociada a la supresión de las libertades de expresión, a la omisión del pluralismo y a la eliminación de las instituciones republicanas.

Ya tenemos por aquí un caso de reelección indefinida. Cuba, que se cae a pedazos con un gobierno que lleva más de medio siglo en el poder, con los mismos hombres, ya decrépitos.

Un gobierno que se mantiene en el poder indefinidamente termina, más tarde o más temprano, transformándose en una dictadura. Es carcomido por la corrupción, beneficiado por la impunidad, subordina a la justicia, transforma al parlamento en una caricatura, copa los medios de comunicación y termina suprimiendo toda voz disidente. También abre el paso al culto de la personalidad, modo primitivo de relación entre los dirigentes políticos y gobernados.

La alternancia en el poder, además, no parece ser un obstáculo para el crecimiento político y económico de los países, como puede verse en México, Perú, Chile y Brasil, entre muchos otros.

Eso sí: no nos oponemos a la permanencia in eternum de Laclau en su cátedra de Teoría Política en Essex. Nos parece excelente que la ejerza por siempre y que le dedique a ella todo el tiempo.

Lo preferimos ahí antes que opinando sobre los temas importantes de la realidad política argentina.



3 comentarios:

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