martes, 4 de octubre de 2011

La Kodama no tiene paz. Por Gonzalo Neidal

En uno de los cuentos que incluye en Ficciones, Borges nos anoticia de la existencia de Pierre Menard, un personaje de su imaginación burlona, que se toma el trabajo de escribir el Quijote, palabra por palabra, tres siglos después de Cervantes.
Como la realidad se empeña en imitar a la ficción, conforme a la sentencia de Oscar Wilde, a Borges –no podía ser de otra manera- le apareció también su Pierre Menard, un escritor que aparentemente intentó publicar un libro del escritor argentino, con agregados colaterales de su puño y letra.
Agustín Fernández Mallo, de él se trata, es un ensayista gallego -¿acaso podía ser de otra manera?- y en apariencia, no llegó tan lejos como el Pierre Menard inventado por Borges. Simplemente habría tomado los títulos de las prosas y los poemas del libro y le puso textos propios. Además, usó el título: El hacedor (de Borges), Remake. Dado que el libro no llegó a ver la luz, ignoramos los alcances exactos de la reproducción.
La verdad es que no nos parece grave. Tampoco una osadía que pueda herir la memoria del escritor argentino. Ni algo irrespetuoso. Ni insultante. Más bien parece una pavada.
Pero el escritor gallego no contaba con María Kodama, que está atenta a todo lo que tenga que ver con textos de Borges, sobre Borges o que huelan a Borges. Kodama es una gran custodia de los derechos de autor… perdón… de la obra de quien fuera su marido. Y tiene una especial sensibilidad para detectar, en cualquier lugar del planeta, cualquier intento de rozar con la pluma de la panza de un ganso al autor argentino.
Cuando se enteró del intento del gallego, hizo parar la edición y nunca podremos leer lo que el gallego quiso hacer con El hacedor. Como sea, imaginamos el denodado esfuerzo que hace Kodama por mantener contra viento y marea la pureza de la obra de Borges. Aquí en Córdoba, hace algunos años, en un homenaje en el que la propia Kodama participaba, hubo un alumno que intentó recitar un poema erróneamente atribuido al autor de El Aleph. Afortunadamente Kodama puso las cosas en su lugar.
Y ahora apareció el gallego haciéndose el pícaro y queriendo copiar títulos de El hacedor. Menos mal que está Kodama para parar todos estos intentos. Sería bueno saber qué pensaría el propio Borges de este verdadero can Cerbero, que parece escapado del Libro de los seres imaginarios.
Por alguna fatalidad histórica, tanto celo en la custodia nunca es valorado por los amigos de quien es objeto de tanta dedicación y vigilancia. Esta actividad ya era ejercida por Kodama en vida de Borges y no sólo sobre su obra sino también sobre su persona.
Tanto empeño puesto en su cuidado no ha sido valorado por los más cercanos amigos de escritor que, como Adolfo Bioy Casares, no tenían demasiada estima hacia la Yoko Ono que administraba los tiempos, la obra y la presencia del autor de la Milonga de Jacinto Chiclana.

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