miércoles, 1 de diciembre de 2010

El canon del rock, revisado. Por J. M.


"La anarquía es el único ligero atisbo de esperanza" (Mick Jagger)"No aceptes nunca el orden establecido" (Johnny Rotten)Tengo 45 años. Me crié en la cultura del rock; no puedo renegar de él, forma parte de mi identidad. Todo el mundo sabe que tras una década de desafíos contraculturales, el rock terminó siendo asimilado por el sistema, allá por mediados de los setentas.


Ahora bien, desde que tengo noticias, el rock siempre se erigió como un movimiento musical escencialmente rebelde, contestatario o al menos apolítico; ésto, que en muchos casos terminó siendo nada más que una postura, un gesto vacío, al menos formaba parte de su identidad. Los grandes héroes del rock, desde Lennon, Joplin y Hendrix, Dylan hasta las figuras más recientes, fueron constestatarios, irreverentes, hostiles al poder; erigieron este canon y nadie parecía poder desafiarlo. Pero, oh sorpresa, en la Argentina ha surgido el rock oficialista. A los rockeros argentinos no les basta haber pergeñado la peor década, musicalmente hablando, en la historia del rock nacional, no, para engalanar su desorientación musical, ahora todos ellos se declaran oficialistas. Resulta que ahora vivar al gobierno y aplaudir a sus funcionarios es un postura muy "rockera". Todo empezó quizás con el inclasificable Ignacio Copani, quien en medio de la gresca por la 125 tuvo la valentía de salir a componer en solitario canciones a favor del gobierno. Ahora que la Presidente siente que todos los vientos le soplan a babor, observará no sin ironía que personajes como Andrés Calamaro, el Indio Solari, Vicentico Fernández, Gustavo Santaolalla, el pelado Cordera, etc. etc. hacen cola para manifestar su absoluta identificación con el gobierno. Invitan a sus videos y recitales a los ministros, hacen bromas con ellos sobre la marihuana, obtienen publicidad oficial para auspiciar sus shows, se mezclan en sus cócteles y conferencias de prensa. ¿Qué me perdí en el medio? Ah, sí, ahora el enemigo son "las corporaciones mediáticas". No hay nada más atenuado e insulso que un artista vocero del gobierno, de cualquier gobierno. Mejor, pongo un disco de Frank Sinatra. (J.M.)

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