lunes, 1 de noviembre de 2010

La construcción del mito político. Por Vicente Palermo

Creo que hay un aspecto posible de la política poskirchnerista que está siendo inadvertido; me refiero a la constitución de la figura del ex presidente como mito político. En efecto, las condiciones para que Kirchner se convierta en mito están presentes. En primer lugar, un mito requiere de una épica: el héroe entregado a una confrontación de dimensiones sobrehumanas, que lo pone a prueba y que puede ser inscripta en un relato de lucha sempiterna, más general y abarcadora. En este caso, la épica está presente: la batalla del héroe contra fuerzas externas (el FMI) e internas (los "medios concentrados"), que fue capaz de vencer, puede ser percibida como formando parte de una guerra (v.g., del pueblo contra el "antipueblo").

En segundo lugar, el mito precisa que la épica sea mucho más que un relato intelectual, artístico o periodístico, para alimentar sus raíces en sentidos y sentimientos de grupos sociales, por tener sus configuraciones analogía con las configuraciones de esos sentidos y sentimientos (v.g., en este caso, las nociones dominantes en torno al FMI). En tercer lugar, es necesario que la biografía del héroe sea percibida como una vida de dedicación y entrega totales a esa confrontación épica. Sin duda el caso de Kirchner califica bien al respecto. Por fin, la muerte "joven" y sobre todo en lucha, es decir, en un momento de plenitud, es indispensable, y confirma la entrega, puesto que el héroe consuma la mayor ofrenda: triunfa, nos dice el mito, pagando el triunfo con su propia vida.
La nitidez que puede adquirir, por lo dicho, la figura de Kirchner como mito político, puede llegar a ser muy marcada; en otros términos, que su potencial político y cultural puede ser relevante. Personalmente no veo el menor motivo para celebrar esta eventualidad. Pero un mito no es ni verdadero ni falso. ¿Qué importancia tiene señalar que la mitificación de Kirchner es posible? Si el fenómeno tiene lugar, tendremos que aprender a coexistir con él. Poco sentido tendrá oponernos frontalmente. La pretensión de hacer tierra arrasada con fenómenos políticos que nos disgustan es demasiado argentina. Pero es una forma más de contribuir a los desastres. Si Kirchner se constituye en otro mito político argentino, aquellos que, como será mi caso, no nos dejaremos capturar por su encanto, deberíamos defender la diferencia, la que nos habilita a expresar nuestra opinión sobre el tema, en lugar de tratar de aplastarla.
De que se verifique o no la mitificación de Kirchner se siguen consecuencias de historia política y de política práctica. Porque el futuro del kirchnerismo dependerá mucho más de que el mito se condense, o no, que de la voluntad del manojo de alfiles, torres y caballos que hoy rodea a la reina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario