jueves, 8 de septiembre de 2011

Tendinitis para nadie. Por Gonzalo Neidal

Estoy avisado y largamente informado por el gobierno a través de sus periodistas amigos, de la existencia de los monopolios de prensa. Leo, escucho y miro todo muy prevenido sobre la posibilidad de una conspiración que pueda atacar al gobierno nacional.

Por eso, cuando leí la información, me comporté conforme al Manual del Periodista Serio: la corroboré en tres fuentes diversas y confiables.
Pero era así nomás.
La presidenta dijo eso.

No cabe la menor duda.
Como carezco de la aptitud necesaria para escuchar los cotidianos anuncios en cadena nacional, leo luego la síntesis que hacen los medios de prensa sobre los dichos de la presidenta. Y, confieso, al principio no lo creí pero luego tuve que allanarme ante la evidencia.
Efectivamente, Cristina Kirchner hizo una alusión irónica y risueña pero de indudable contenido crítico a las razones de una medida de fuerza tomada por los trabajadores de subterráneos. Ellos dicen que la recarga de la tarjeta electrónica les produce tendinitis.
La presidenta recordó, no sin orgullo, que su gobierno no reprime manifestaciones, ni cortes de ruta. Como gusta decir: no criminaliza la protesta social. Nunca. Aunque los manifestantes cometan delitos.
Pero esto de la tendinitis parece que superó todo margen de tolerancia. Decididamente, no le gustó. Sin decirlo, calificó a los trabajadores de excesivamente susceptibles, blanditos. No los reprimió pero dijo algo muy duro: que deben abandonar esas actitudes “egoístas, insolidarias, impropias de gente buena”.
Casi podríamos decir que estamos en presencia de un giro copernicano en el enfoque que tradicionalmente ha tenido el gobierno acerca de los derechos de unos y otros.
Y esto es para celebrar, por supuesto.
Debería tomar nota, por ejemplo, el ministro Randazzo. De este modo se ahorraría tener que explayarse sobre los dichos de Tato Bores de hace treinta o cuarenta años. También algunos periodistas oficialistas, que toman como una ofensa de lesa patria cualquier título crítico de la prensa no oficial.
El reclamo por tendinitis es una muestra risueña de un tema que se multiplica en varios sectores del empleo público y privado: los abusos en los reclamos sindicales. Pero, se sabe, si uno se queja de algún aspecto de estos reclamos, que a veces alcanzan los niveles de prepotencia, enseguida es tildado de “agente de la derecha” o bien de estar “contra los derechos humanos”, si no –lisa y llanamente- de “genocida”.
Pero ahora lo ha dicho la presidenta que no puede ser sospechada de ninguno de esos graves cargos. El programa “tendinitis para todos”, lanzado por el gremio de los trabajadores de subte, no va. No es de buena gente.
Macri debería llamar por teléfono a Cristina, con los pantalones puestos, y agradecerle que ella haya dicho lo que le correspondía decir a él. Lo que él no se animó a decir porque temió que lo acusen de ejercer actitudes patronales y de derecha.
Y termino acá esta nota porque, en un par de renglones más, corro el riesgo de ser atacado por una hernia de yema de dedo, que me viene acosando desde hace algunos días.

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