sábado, 3 de enero de 2009

Míster Madoff pasea por Olivos. Por Silvio Santamarina, Diario Crítica


Cuando ya estaba rodeado por el FBI, Bernard Madoff llamó a sus gerentes de mayor confianza –que eran sus hijos– y les confesó que estaba quebrado y que su poder era una mentira que había logrado sostener por mucho tiempo, pero ya no. La fórmula mágica que le dio poder y riqueza es conocida como “esquema Ponzi”, una cadena de préstamos y colocaciones que va desplazando la pérdida en efecto dominó, quitándoles los ahorros a uno para pagar la deuda con el anterior, y así hasta el infinito. La clave era mantener la confianza de todos los inversores en el poder de Madoff: el día en que se abrió una grieta en esa ilusión de invulnerabilidad, la pirámide que parecía de piedra se derrumbó como un castillo de naipes.
Lo mismo, siguiendo la comparación, podría pasarles a los que apostaron varios años por Néstor Kirchner. La sensación que gana terreno por estos días en la política local es que el presidente les quita a unos para pagar a otros, a un ritmo de rotación que se acelera a medida que se acerca el turno electoral de octubre. No se trata sólo de dinero sino también de poder, según puede inferirse de la calesita de premios y castigos que hace girar a los funcionarios del Gabinete, y a los gobernadores, los legisladores, los dirigentes sociales, las empresas que hacen negocios con el Estado, e incluso los medios de comunicación.
En aparente proceso de despoder, Kirchner recurre una vez más a su viejo truco de doblar la apuesta, intentando mostrarse más poderoso. Sentado sobre un botín de poder y dinero cada vez más centralizado, Néstor será el gran expropiador y repartidor del año que comienza. Y el juego salvajemente pragmático de 2009 será precisamente el de ver quiénes se llevan las porciones más grandes del reparto K. Eso sí, sin quedar pegados al momento del derrumbe del glaciar patagónico.

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