jueves, 13 de septiembre de 2012

Ventajas de trabajar para el estado. Por Gonzalo Neidal


Apenas el gobierno de Ramón Mestre comenzó a insinuar su intención de privatizar la empresa de transporte urbano municipal TAMSE, sus empleados se han declarado en rebeldía y han comenzado a tomar diversas medidas de fuerza.

Una de ellas ha sido un llamado “paro a la japonesa”, consistente en no cobrar boleto a los pasajeros. Por lo que tenemos entendido, la modalidad oriental de paro consiste en trabajar más de lo normal y no menos, como en este caso, que además agrega daño material al estado-empleador. De todos modos, es revelador este método de lucha pues muestra la despreocupación de los empleados de la TAMSE por los recursos del estado, que es quien debe pagarle los sueldos a fin de mes. Cobrar a los pasajeros o no cobrarle les da igual pues, de todos modos, a fin de mes el conjunto de los cordobeses a través de las tasas y contribuciones aseguramos que cada uno de estos heroicos choferes tengan acreditados sus sueldos a fin de mes.
Es impropio que los choferes quieran imponer a las autoridades municipales, que representan al pueblo de la ciudad de Córdoba, una determinada política de transporte. Si ellos piensan que es más conveniente para esta ciudad un sistema estatal de transporte, lo que deben hacer es formar un partido político y presentarse a elecciones con ese programa: transporte estatal para todos y todas. Y si triunfan entonces podrán ellos, legítimamente, desarrollar sus ideas sobre cómo debe ser el transporte de la ciudad. Mientras tanto es el intendente surgido por el voto popular el que decide qué se hace en este terreno. Así funciona este sistema que se llama democracia.
Ahora bien, uno tiene todo el derecho a preguntarse cuál es el origen de esta intensa vocación de los trabajadores de la TAMSE por el transporte público. ¿Por qué esta preferencia de trabajar para una empresa estatal? ¿Acaso les aterra la posibilidad de desempeñarse en una empresa privada de transporte?
Veamos. Aunque no existe ningún motivo teórico o conceptual por el cual una empresa pública deba ser necesariamente menos eficiente que una privada, en los hechos esto es lo que ocurre exactamente. Sucede que los gobernantes no suelen cuidar los fondos públicos como cuidan sus recursos personales. Es dinero ajeno, por lo tanto, muchas veces se sienten inclinados a hacer favores políticos con la plata del pueblo. En el caso del transporte, la empresa estatal no cumple con los parámetros elementales de eficiencia de las que están administradas por los privados. Poseen mayor cantidad de personal que el que necesitan, pues la diferencia la paga el estado, o sea los cordobeses. Además, abundan las carpetas médicas y el régimen de trabajo suele ser mucho más relajado en el estado que en la empresa privada. Gozan también de estabilidad laboral con lo cual, hagan lo que hagan, trabajen con la dedicación y con la eficiencia que lo hagan, tienen asegurada la continuidad en sus puestos de trabajo, amparada además por el SUOEM, siempre dispuesto a defender estas ventajas laborales.
Por todo ello, resulta muy razonable que los empleados de la TAMSE no deseen cambiar sus condiciones de trabajo, sumamente ventajosas a costa del erario público.
El problema es saber qué le conviene a los cordobeses, qué sistema contribuye más a la prestación de un servicio de transporte más eficiente. Decidir, en definitiva, si la ciudad está dispuesta a pagar los privilegios de una empresa de transporte que tiene más empleados que los que necesita. Una empresa que tampoco puede imponer pautas mínimas de disciplina laboral –vigentes en cualquier empresa de cualquier país- en razón de que su condición de empresa estatal la condiciona fuertemente en tal sentido.
La clase política no es ajena a este problema. Cada gobierno mira para otro lado cuando tiene que solucionar un tema espinoso como éste. Prefiere mostrarse acongojada y sensible hacia “los compañeros trabajadores” y meter mano al bolsillo del resto de los cordobeses con tal de no entrar en la faena trabajosa de discutir y enfrentar el problema.
A esta situación se llegó por errores cometidos dos o tres intendencias atrás, con estímulo de quien gobernaba la provincia en ese momento. En buena hora que haya aparecido un intendente dispuesto a enfrentar el tema.
Estamos seguros que no la tendrá fácil. Esperemos que, aún en esa situación, no desista de hacer lo que se debe hacer para bien de la ciudad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario