sábado, 5 de mayo de 2012

1º de Mayo, antes y ahora. Por Gonzalo Neidal


Entre las cosas que han cambiado en el tiempo transcurrido desde el peronismo primigenio y el actual, está el sentido que impregna los actos del Día de los Trabajadores o, más pudorosamente, Día del Trabajo.

Perón llamó al movimiento obrero organizado, la columna vertebral de su partido. Y tenía sus razones: la industrialización del país siempre estuvo en la cima de las pretensiones políticas de aquel peronismo. Quebrar con el viejo país agrario, apenas un apéndice rural de la industrializada Inglaterra, era un objetivo que incluso tenía un cariz militar. Transcurría un tiempo de guerras y las Fuerzas Armadas consideraban que la potencia militar de una nación estaba estrechamente vinculada a su grado desarrollo industrial. La industrialización era una prioridad perentoria, el gran objetivo nacional, la razón de ser del peronismo.
Los trabajadores estaban en el centro de la escena y, sobre todo, los de las ramas metal mecánicas, cuyo crecimiento en número se consideraba un índice inequívoco de que el país se encontraba por la buena senda. Más industria era más producción y también más trabajadores industriales.
Los discursos de Perón eran aguardados con expectativa. Cada uno de ellos encerraba el anuncio de un beneficio social y una bajada de línea acerca del camino que se estaba transitando.
Pero esto cambió. Y mucho. Los servicios pasaron a ser el síntoma de los nuevos tiempos en que la tecnología lograba aumentar la producción sin incorporar trabajadores o, incluso, desplazándolos. El gremio de los bancarios pasó a tener más afiliados que la UOM. Los camioneros concentraron un poder inestimable. Los sindicatos de empleados públicos son los que se movilizan casi a diario, paralizando ciudades en todo el país. Maestros, municipales y transportistas están en el ojo de la tormenta.
El sindicalismo peronista hace mucho que no logra el tercio de otros tiempos en la representación parlamentaria. Antes aspiraba a integrar fórmulas gubernativas y a pesar en las decisiones del ejecutivo. Ese tiempo parece haber pasado.
Sospechamos que un estudio sociológico del acto de hoy en el estadio Vélez Sarsfield revelaría la presencia masiva y mayoritaria de jóvenes de la clase media aportados por La Cámpora, antes que de trabajadores movilizados por la CGT. El estilo K de distribución del poder, de los cargos electivos y ejecutivos, no contempla una amplia incorporación de sindicalistas. El peronismo de hoy es, fundamentalmente, de la clase media “progresista”, donde los trabajadores juegan un pasivo rol de apoyo y de respaldo al momento de votar.
Las diferencias entre el gobierno y Moyano son sintomáticas. Abarcan, al menos, dos aspectos. Uno, el de la distribución del ingreso. Ha llegado la hora, pasadas las elecciones y superado el temor originado por la derrota de 2009, que los aumentos salariales se moderen pues, de otro modo, la inflación puede dispararse por encima de lo que resulta aceptable para un clima de gobernabilidad. En los años anteriores, los aumentos salariales superiores a la inflación eran aceptados a cualquier costo pues formaban parte de una costosa estrategia electoral. Pues bien, ese tiempo ya terminó. Pero Moyano no entiende las cosas del mismo modo que el gobierno.
El otro tema que distancia a Moyano y un sector del sindicalismo peronista del gobierno nacional es la dinámica del poder kirchnerista, que no admite socios poderosos, o que puedan tener vuelo propio. Cristina se siente la dueña exclusiva de los votos y exige completa subordinación. Esta es una actitud que ni siquiera Perón cultivaba. Él, que sí tenía todo el poder de un modo indiscutible, siempre buscaba la forma de extender su influencia mediante aliados, concesiones, negociaciones.
Cada vez más, los actos de los trabajadores son copados por la juventud de la clase media, los herederos (y en algunos casos, los mismos) que también un 1º de Mayo fueron echados de la Plaza de Mayo por Perón.
¿Se han zanjado las diferencias políticas de aquel divorcio?
En un par de años lo sabremos.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido con el enfoque. HOy la columna vertebral del peronismo es el choreo. Y es también la cabeza, las extremidades, la tibia y el perón e...

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