viernes, 6 de febrero de 2009

“El kirchnerismo es un fenómeno de alta complejidad". Reportaje a Jorge Asís


El escritor y ex embajador menemista dice que la pareja presidencial era una “sociedad perfecta” hasta que chocó con “los tres Cobos”: Cleto, Alberto F y Solá. Cree que “el Año del Búfalo de tierra” beneficia a Cristina.


Jorge Asís está al borde de celebrar la cuarta edición de La Elegida y el Elegidor. Sin embargo, dice, nadie ha hablado, ni bien ni mal, de esta radiografía del kirchnerismo que se convirtió en el hit del verano. Asís, escritor, periodista, ex embajador del menemismo ante la Unesco y ex jefe de la delegación diplomática argentina en Portugal, asegura que está proscripto desde que, en 1984, publicó Diario de la Argentina y explica: “Han pasado veinticinco años. Si hubiera asesinado a un alto directivo de Clarín, ya estaría en libertad. Pero en este país la literatura paga más que el crimen.” Igual, esta tarde de fines de enero y mientras recibe de lleno el sol que pega en los ventanales de su departamento de Recoleta, se enorgullece de que una de sus grandes invenciones, Jorge Asís, el personaje, haya sido la herramienta que lo ayudó a salir del silencio.


El personaje y su portal, “que visitan miles y me permitió instalar unos discursos y demoler otros”. Además de discursos, Asís ha instalado motes: los hermanos Rodríguez Saá son “los Barros Schelotto”; Roberto Lavagna, “El Pálido”; Daniel Scioli, “la línea aire y sol”, y la Presidenta, “La Elegida”. De más está aclarar quién es El Elegidor. La ironía, el estilo punzante, la lengua afilada y un cierto cinismo constituyeron la razón de ser de una hija de otro siglo: la tertulia literaria.


–Su libro se llama La Elegida, pero el auténtico protagonista es El Elegidor.

–Son los dos. Fueron una asociación casi perfecta, lo suficiente para que, en el apogeo, pensaran que tenían asegurados por lo menos catorce años más de kirchnerismo. Fracasó. Chocaron con las consecuencias de desastres anteriores y con los Cobos sueltos. Hay tres Cobos que se les cayeron en el año y marcan la implosión del proyecto: el Cobos–Cobos; el segundo Cobos, Alberto Fernández, que se cayó y ahora vuelve por la debilidad del Gobierno para armar algo en la Capital. Su alejamiento fue el fracaso del proyecto de “La Elegida”. Alberto Fernández era fundamental en esa estructura que, supuestamente, venía a emprolijar las maneras del kirchnerismo, a fortalecer la calidad institucional y arremeter contra los personajes emblemáticos, sobre todo De Vido. Pero no atentaban contra De Vido, atentaban contra Kirchner: Kirchner es De Vido, es Moreno y es Jaime. Me parece que en ese punto naufragó gran parte de la legitimidad de estos muchachos. El tercer Cobos es Felipe Solá, el artífice principal de la epopeya del kichnerismo, cuando desplazan a Duhalde del poder de la Provincia de Buenos Aires. Debo decirle que soy un agradecido a Kirchner. Kirchner me permite vivir: lo racionalizo, lo explico, doy charlas sobre él.


–O sea, si Kirchner no existiera, habría que inventarlo.

–Es que en su precariedad, en su brutalidad, el kirchnerismo desata un fenómeno de altísima complejidad cultural. La pelota que armó este muchacho es una cosa seria: se sostuvo con los votos y los minigobernadores del conurbano y con la línea argumental de los que están en las antípodas. En eso ha superado a otros bonapartistas. Lo ayudó el desconocimiento. Para la gente era un desconocido. Ocupó todo el espacio, maltrató a las corporaciones, gritó a todos, se abrió lugar a los codazos y sacó de la manga una identidad revolucionaria. Hizo dos incisiones: los setenta y los noventa, el proceso y los procesados. Retomó un argumento que no estaba superado en la sociedad, pero tampoco era una de sus prioridades, se asumió como representante de esa reivindicación y atrajo al progresismo que hoy está en un dilema: el “roba pero hace” de los noventa se transformó en “roba pero condena”.


–Usted marca algunos momentos cruciales.

–El papelón de Villavicencio y la normalización del PJ, cuando todos los gobernadores, menos Barros Schelotto, se ponían en fila para ser recibidos en la oficina de Puerto Madero. Él armó el PJ que quería y desplazó a La Elegida del primer plano. A los periodistas les interesaba más saber con quién se veía Kirchner que conocer la agenda de esta muchacha. En mi intento de comprensión de La Elegida hay una mirada piadosa porque tuvo mala suerte. La marroquinería política, la valija de Antonini para una dama que cuida tanto las formas y la estética, fue devastadora. Como el campo y los medios de comunicación. Son hechos fundamentales y creo que acerté en la selección. Por ejemplo, D’Elía y el control de la calle. D’Elía tiene más que ver con la estética del kirchnerismo que el Lousteau al que Kirchner despreciaba. D’Elía le hizo dos favores importantes: restituirle la Plaza e ir y plantar en A dos voces la pregunta: “¿Por qué vienen ahora? ¿Por Telecom?”. Kirchner embestía con una falta de caballerosidad atroz. Si era tan machito, los tendría que haber enfilado en su Gobierno. Porque él llegó adonde llegó en 2006 también por el trato preferente que recibió de los medios de comunicación.


–Muchos sostienen que la Presidenta es “un cuadro”.

–Hay un capítulo del libro, “Simulación de la profundidad”, sobre el Congeso de Filosofía. En la Argentina trucha se necesitaba creer que hacíamos un Congreso de Filosofía, se necesitaba creer que La Elegida clausuraba el Congreso de Filosofía con una clase magistral y los que escuchaban también necesitaban creer que participaban de una clase de filosofía. Eran alarmantes las cosas que decía la señora. ¡Que era “hegeliana”! Ella toma un tema y estudia hasta las pausas, pero abusa y corre el riesgo de transformarse en la locutora oficial: habla de más. ¡Pobrecita! Le han armado unas escenografías grandiosas para lanzar líneas de crédito para heladeras, licuadoras, ventiladores. Me hace acordar a Felisa Miceli, cuando salió a leer:”Hueso con carne, 7 pesos; hueso sin carne, 4”.


–¿Cómo imagina los próximos tiempos?

–Entre marzo y mayo los Kirchner van a atravesar una situación que determinará si las elecciones de octubre son solamente legislativas. Estos muchachos nunca perdieron una elección, nunca gobernaron en la adversidad y no los veo corriendo el riesgo de una derrota. Si creen que pueden gobernar la Argentina con las bases tradicionales del peronismo bonaerense, rapiñando puntitos en algunas provincias y sin tomar en cuenta que la relación con el campo y las clases medias urbanas está irremediablemente quebrada, no ha entendido un pito. Lo que han generado estos muchachos en materia de rencor es inédito. La gente me para para preguntarme cuándo se van. No hay un clima destituyente, hay un deseo destituyente de un gran sector de la sociedad. Y no es gorilismo: La Elegida no es Evita, no despierta amor; ellos no son tipos que despierten afecto. Y el peronismo ante todo es afecto. El peronismo tiene una densidad afectiva sin la cual no se entiende. Cobos es el “plan B” de todos. Dicen: “Si estos muchachos se desmoronan, Cobos ya”. La gran discusión es si Cobos por cuatro meses o Cobos hasta el fin del mandato. Los medios no la blanquean, pero esta discusión se escucha en todos lados.


–Pero las denuncias de crecimiento patrimonial no escandalizan a nadie.

–La gente se resignó. Y nadie quiere joda en la Argentina. Nadie quiere quilombo. Los tres más condecorados por la encuestología, son Macri, Cobos –“San Martín con Valium”, le digo yo– y Scioli, “la línea aire y sol”, ideología del vitalismo “con fe, con esperanza, siempre para adelante”. Si yo soy candidato a presidente (y si me da un poco el piné cabe la posibilidad de que lo sea) y hacemos un debate con Scioli, Macri y Cobos, todos me escuchan a mí... pero los votan a ellos. Kirchner –acá me traiciona el periodísta porque no es opinión, es información– sabe que el único que puede armar algo en Buenos Aires es Duhalde. Es Duhalde el que lo preocupa porque se despierta y Duhalde está con Lula, se levanta de la siesta y Duhalde le está entregando un libro a Tabaré. Duhalde creció desde el poder. Como buen ejemplar del conurbano (y yo soy de Avellaneda), es pícaro y aprende rápido. Mete la pata una vez y en la segunda ya sabe cómo son las cosas. Después de charlas con el rey de España, con Lula, con Lagos o con Aznar, aprendió. Lo curioso es que haya podido llegar a la presidencia de la República sin esa formación. Es de los pocos tipos que al irse del gobierno eran más que cuando llegaron. Kirchner sabe que el bañero-piloto de tormentas, aparte de su capacidad de armado, tiene los medios de comunicación. –Respeta a Duhalde y es conservador como él. ¿Qué los separa?–Usted, querida, me quiere hacer duhaldista. Con el duhaldismo coincidimos en 1988 en la interna contra Cafiero. Era intendente y al año siguiente terminó como vicepresidente de la Nación. Después hubo una relación política de antagonismo. Ahora es cordial.


–¿Cuántas “gargantas” tiene?

–Me llueven. ¡Si usted supiera la cantidad de gargantas anónimas que tengo! Si yo digo “esto es información”, me juego, está chequeado. También pesa la confianza: hay boca del caballo o no hay boca del caballo. Pero mire, hay un texto que le recomiendo. Se llama “Valses de Strauss”. Es el casamiento de la hija de un matrimonio mixto, represor-reprimida. Hubo invitados que habían estado de un lado y del otro del tiroteo y terminan todos bailando los valses de Strauss.–¿Hubiera ido a esa fiesta?–Si hubiera sido amigo… Yo no tengo ya esos prejuicios. Hubiera sido una magnífica nota periodística. A ver: ¿cuál es la base de información de la policía? Los buchones. Para saber, tiene que hundir la mano, ganarse la confianza y después determinar si confía, si hay pescadito que está bien o pescadito que huele mal. Si hay que investigar asuntos que tienen que ver con policías y crímenes, no basta con decir cómo tiene que ser la vida y darle consejos a la humanidad. Lo que quiere el lector es que le contemos qué pasó. Si yo fuera periodista deportivo no hablaría de “la novela de Caranta”, explicaría qué pasó con Caranta. Uno se encuentra con gente que pregunta: “Che, ¿qué pasó con Caranta?”. Un periodista deportivo –ellos suelen hablar de las “leyes del vestuario”– tiene que cagarse en “las leyes del vestuario” y averiguar qué pasó con Caranta. Yo sé qué pasó con Caranta.


–¿Y qué pasó con Caranta?

–No soy periodista deportivo. Tengo un cuento que se llama “La oreja oculta” y explica mucho mi estética. Yo era vendedor de retratos al óleo. Un día voy a venderle a un señor el retrato del padre. El padre en la tela estaba en escorzo griego, de medio perfil. El tipo, que era un ignorante, dice: “A mi padre le falta una oreja”. ¿Cómo explicarle que tal como ubicado no se le podían poner las dos orejas? El tipo insistía: “Papá tenía dos orejas”. Nos tuvimos que llevar el cuadro de vuelta, pero me dio una gran lección: la función del artista, del comunicador, del periodista es mostrar la oreja oculta. Si no, somos todos editorialistas.


–Esta Elegida y este Elegidor no son únicos en el peronismo.

–Sí, es el cesarismo conyugal. Los divorciados estamos más jorobados en el PJ. La verdad es que Cristina fue fundamental para Kirchner porque cuando él aprovechaba los beneficios que le daba Domingo Cavallo, porque era su gobernador preferido, ella, en Buenos Aires, era contestataria. En la historia de la pareja, sin meterme en infidencias, ésa fue la mejor etapa. Ahora, el kirchnerismo está hecho jirones, ella difusa, diluida, se fue Alberto y vino Massita, al que Kirchner llama “Rendito” por algunas cosas que prometió al Grupo Clarín y no pudo cumplir. Estos días en la costa vi los avances de CR, el balneario donde estaba “Rendito”, contra Cariló, donde estaba Albistur. Una serie de operaciones muy divertidas para los tipos que están en los medios. Por supuesto que Massa llega a la Jefatura de Gabinete después de protagonizar diálogos muy fluidos con Rendo en la oficina de un consultor al que nombro con las iniciales porque cuando lo menciono en mi portal se enoja y me manda terribles maldiciones.

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