jueves, 16 de febrero de 2012

Hidrocarburos: reconocer la realidad. Por Alieto Guadagni

Nuestro país es un caso excepcional en el mundo en lo que se refiere a la producción y consumo de gas, baste decir que algo más de la mitad de nuestro consumo total energético es cubierto con este hidrocarburo. A nivel mundial el gas satisface apenas la cuarta parte del consumo total energético; por ejemplo en Estados Unidos 27 y en Brasil 9 por ciento.
Claro que hay unos pocos países (Qatar, Argelia, Emiratos Árabes, Irán y Rusia) donde el gas cubre bastante más de la mitad del consumo energético e incluso supera el 60 por ciento. Pero hay una enorme diferencia, todos estos países tienen reservas gasíferas que superan los 70 años e incluso 100 años de producción. Nuestro problema es que esta crítica relación reservas-producción es hoy inferior a los 8 años. O sea que somos ya un caso excepcional a nivel mundial: un país fuertemente dependiente del gas y con pocas y declinantes reservas. La Secretaria de Energía acaba de publicar las reservas gasíferas del año 2010, las novedades no fueron alentadoras ya que nos informan (algo tardíamente) que el total de reservas gasíferas cayeron casi un 10 por ciento durante ese año, a pesar que a fines del 2010 se difundieron optimistas informaciones acerca de la aparición de nuevos yacimientos gasíferos. En el periodo 2003-2010 nuestras reservas cayeron un 46 por ciento (304,8 miles de MMm3), en estos ocho años la producción acumulada de gas alcanzo a 402,8 miles de MMm3. Esto significa que de cada metro cubico del gas extraído en estos ocho años la nueva exploración repuso menos de la cuarta parte (24,3 por ciento), el 75,7 por ciento restante mermo directamente el stock previamente acumulado con esfuerzos exploratorios previos. Ha sido una formidable descapitalización, que no llego a ser registrada por ninguna medición del PBI. Por todo esto no debe sorprender que la producción gasífera venga cayendo mes a mes desde el año 2004, lo que llama la atención es la tardanza en reconocer este dato objetivo de la realidad. Toda política sensata, cualquiera sea el área en cuestión, debe partir de un reconocimiento de la realidad objetiva, sin dejarse tentar por los relatos que suelen ser dialécticamente atractivos, pero lamentablemente carecen de valor real para el proceso de toma de decisiones que apunten a superar las dificultades. La inercia de la caída en las reservas gasíferas significa que en los próximos años lamentablemente seguirá cayendo la producción, con una moderada expansión del consumo anual gasífero (3 por ciento anual) todo esto implica que vamos camino en el próximo trienio a duplicar el nivel actual de importaciones de gas natural licuado, a precios muy altos. Esto tendera a debilitar el balance comercial externo y también las cuentas fiscales, salvo que se opte por trasladar al consumo interno el precio integro de muy costosas importaciones , que hoy cubren el 20 por ciento del consumo gasífero pero en el trienio próximo llegaran al 40 por ciento. Pero la buena noticia es que por primera vez en los últimos nueve años se reconoce, nada menos que desde la Presidencia de la Nación la realidad energética. Hasta ahora el relato significaba saludar el incremento del consumo energético, lo cual era un buen índice de crecimiento económico, pero excluía la posibilidad siquiera de reflexionar sobre la reducción de la producción, la caída de las reservas y la evaporación del esfuerzo inversor. Esperemos que este reconocimiento de la realidad permita diseñar ahora una nueva política energética, que sea capaz de movilizar nuestros abundantes recursos naturales. Las evidencias indican que tenemos recursos gasíferos, pero transformarlos en reservas utilizables exige una nueva agenda política, que apunte no a estimular costosas importaciones sino a fortalecer la producción nacional. Como siempre, es útil reconocer que “la única verdad es la realidad”.

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