viernes, 3 de febrero de 2012

Deporte y política. Por Gonzalo Neidal

Apenas comenzado su romance con Eva Duarte y ante las críticas que recibía de sus camaradas de armas, Perón se defendía: “Me critican porque salgo con una actriz. ¿Qué pretenden? ¿Qué salga con un actor?”, bromeaba, con grueso humor militar.

A la postre resultó el antecedente más remoto –y el más ilustre, claro- de incorporación a las lides del poder de gente ajena al medio. Incorporada definitivamente a la cúspide de la iconografía política argentina, su origen no impidió a Eva Perón que se transformara en una figura emblemática, un personaje que no puede obviarse al repasar la historia nacional.
Después fue Menem el que decidió tentar a deportistas y artistas para que se sumen a su proyecto. Y tampoco le fue mal: Ramón Palito Ortega, Carlos Reutemann y Daniel Scioli fueron los más notables y todos ellos llegaron al cargo de gobernador de sus respectivas provincias.
La fórmula es tentadora y consiste en reorientar la popularidad que cada uno de ellos ha acumulado en sus respectivas actividades y transformarla en votos, en poder, en liderazgos. Los radicales lo intentaron con la conductora de TV Lidia Pinky Satragno y, más recientemente, el propio kirchnerismo se animó con la lozana Nacha Guevara y otras figuras del mundo del espectáculo.
De modo tal, ni el golfista Eduardo Gato Romero ni el basquetbolista Fabricio Oberto deberían sentirse acomplejados o disminuidos si deciden aceptar el convite de Mauricio Macri para que se incorporen al PRO en Córdoba. Se añadirían así a Miguel del Sel, que se candidateó en Santa Fe con bastante éxito y a quien mucha gente votó pese a sus incursiones en el programa de Susana Giménez.
¿Por qué la clase política argentina debería nutrirse exclusivamente de abogados, médicos o ingenieros? Siempre, los que provienen del mundo del deporte o del espectáculo son objetados o, cuanto menos, sospechados de una cierta incapacidad para la gestión pública. Como si hubiera profesiones más afines que otras para ejercer la actividad política. Puede alegarse que un abogado o un licenciado en Ciencias Sociales están, por su formación, más embebidos del funcionamiento de las instituciones y de las leyes vinculadas al ejercicio del poder.
Pero es probable que muchos votantes tengan motivos harto suficientes como para desconfiar de la pericia de los políticos tradicionales y prefieran, en cambio, poner algunas fichas en personajes cuya vida, exitosa, ha transcurrido lejos del poder. Ven en ellos un alto grado de pureza e incontaminación con las ventajas que otorga el poder, a las que con gran frecuencia sucumben los políticos tradicionales.
Macri tiene además otra razón importante para tentar a famosos de diversos ámbitos: lograr referentes conocidos en cada provincia es una tarea ímproba ya que los partidos tradicionales acaparan en sus filas a los personajes más destacados o más populares. Quebrar ese monopolio, por así llamarlo, supone la irrupción de gente que haya demostrado capacidad para desplegar sus aciertos, que haya logrado “embocarla” en otros ámbitos, cualquiera sea el tamaño de la pelota.
La Asociación Deportiva Atenas ha demostrado una insospechada capacidad de aportar funcionarios a la política cordobesa: si ahora acepta Oberto, se sumará a Héctor Campana y a Medardo Ligorria. Alguien podrá alegar que todos ellos continúan siendo “verdes” para la política pero lo cierto es que, teniendo en cuenta el panorama general de la actividad, no puede decirse que hayan desentonado.
Como sea, alguien debería advertirles que gobernar Córdoba (ciudad o provincia) es un trabajo que requiere mucho más temple, garra, inteligencia y esfuerzo que ganar un anillo de la NBA o lidiar con la pelotita y el palo en los extensos campos de Augusta. Luchar contra contra Tiger Wood o Los Ángeles Lakers no es nada comparado con las batallas contra la UEPC, José Pihén o Rubén Daniele.



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