jueves, 29 de septiembre de 2011

Boudou y los jubilados. Por Gonzalo Neidal

Esta nota podría comenzar utilizando el “Había una vez…” que nos remite a un tiempo incierto pero siempre remoto.
Algunas décadas atrás, en la Argentina, un jubilado podía vivir dignamente de su jubilación. Pero hace ya muchos años que el haber jubilatorio, al menos el que percibe el 80% del total de jubilados nacionales, ha dejado de ser un monto que permita a su beneficiario cubrir las necesidades mínimas de subsistencia. Aunque el INDEC realice malabares y pases mágicos, con $ 1.400,00 pesos mensuales es muy difícil vivir.

Esto es algo que los argentinos ya tenemos asumido. Las jubilaciones son de hambre y esta es una realidad que no se puede cambiar. Así lo pensamos y así lo aceptamos.
Hasta los noventa, con las tasas de inflación que existían, pensar en un sistema jubilatorio sustentable y razonable era algo imposible. Al final del mes, el estado emitía la cantidad de dinero suficiente para pagar a los jubilados y afrontar otros gastos públicos y al mes siguiente la inflación ya había mordido una porción importante de ese monto. Y así cada mes. Era la chapucería económica institucionalizada.
Al lograr detener la inflación, en 1994 Cavallo propuso algo que fue aceptado por ambas cámaras y por la sociedad en su conjunto: separar el aporte de los activos, depositarlos en una cuenta personal de cada uno de ellos y reservarlo para cuando llegue el momento de su jubilación. El sistema funcionó durante 14 años y acumuló, hasta el momento de su estatización, unos 30.000 millones de dólares. Claro que el propio Cavallo tuvo que apelar a esos fondos pidiéndole a las AFJP que compraran, crecientemente, bonos del estado.
La estatización vino como anillo al dedo al gobierno de Cristina. La presidenta confesó que le pareció una idea magnífica que le fuera aportada en su momento por el actual ministro de economía, Amado Boudou. Negocio por varios lados: a partir de ese momento los aportes de los activos ingresan al estado nacional, los intereses de los bonos que poseían las AFJP no son demasiado exigibles, el estado pasó a disponer de una cifra estimable para planes sociales, préstamos, etc. Una joyita.
Cuando llegue el momento de pagar las jubilaciones a los actuales aportantes, cuando los fondos se revelen insuficientes, habrán pasado los años adecuados como para que nadie se acuerde de Boudou y todos le echen la culpa al que esté gobernando en ese momento fatídico.
El ministro acaba de afirmar que en estos dos años de administración estatal, los fondos de las jubilaciones crecieron más que durante todos los años anteriores. Es curioso: en esos años, ahora tan execrados, existieron AFJP, como la de Banco Nación, que tenían administración estatal.
Es una lástima que Boudou no haya podido acercarles su fórmula para que esa administradora, entre 2003 y 2008, pudiera ganar los millones que hoy gana el estado de la mano de Boudou.
Por algún motivo que no logramos explicar con precisión pero que seguramente tiene que ver con la música, cada vez que leemos la palabra Boudou, la asociamos con una guitarra.

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