domingo, 26 de agosto de 2012
Romper vidrios para ganar más. Por Gonzalo Neidal
Vienen tiempos complicados,
al menos en algunos aspectos.
Durante
estos años de prosperidad, el estado (nacional, provincial, municipal) se ha
expandido, aumentó la cantidad de empleados públicos y sus retribuciones. En
Córdoba, también las jubilaciones. Cuando llegan los momentos de un cierto
receso, la situación alcanzada es difícil de sostener y sobrevienen los
conflictos. Y esto es lo que está pasando.
En
estos años, los sueldos alcanzados por los empleados públicos, al calorcito
acogedor de los éxitos económicos producidos por la economía de la soja, han
superado con creces a los del sector privado. Los empleados públicos quizá no sean
conscientes de que, en gran medida, son privilegiados: gozan de altos salarios,
su jornada de trabajo es reducida, sus jubilaciones son privilegiadas (en
relación con las generales), tienen estabilidad laboral, lo cual significa que no
pueden ser echados de su empleo por ningún motivo. Son condiciones de trabajo
realmente preferenciales, que no alcanza cualquiera.
El
principal mecanismo de acceso al empleo público, además, consiste en el vínculo
político. Si uno hace bien los deberes, llega a ser favorecido con un trabajo
en el estado. Esto significa, pegar afiches desde joven, pintar paredes, crear
un comité o unidad básica, participar de movilizaciones y actos públicos, etc. Esto
es así, en cualquier nivel de gobierno, con cualquier partido. El mérito ha
sido desplazado por el vínculo político. Todos sabemos que esto es así y todos
nos hacemos los distraídos.
En
los odiados noventa, hubo una reformulación de esta política porque se había
llegado ya a un nivel que resultaba insostenible: las empresas públicas
quebradas y el estado también quebrado, albergaban cientos de miles de
empleados y obreros que carecían de función específica o trabajaban a un bajo
nivel de productividad. YPF tenía 50.000 empleados y luego pudo funcionar con
apenas 5.000. La reforma del estado supuso privatizaciones y también un
programa de retiros voluntarios que sinceraron la situación.
Pues
bien, durante estos años de recursos abundantes, esta política se ha revertido
y el estado nuevamente se llenó de empleados públicos que, además, han
adquirido un nivel de ingresos que difícilmente pueda sostenerse en el tiempo,
si la situación general del país cambia. Y está cambiando.
Los
empleados públicos de Córdoba deberían saber que accederán a una jubilación
privilegiada, aún respecto de sus importantes aportes. Si cada uno de los
gremios (docentes, bancarios, Luz y Fuerza, etc.) hubieran creado sus propias
cajas y las hubieran administrado ellos mismos, no podrían acceder a las
jubilaciones actuales. Si pueden hacerlo es porque el estado, o sea el resto de
los cordobeses, les aportamos la diferencia.
Es
probable que tengamos que acostumbrarnos a desmanes como los de hoy, que las
crónicas muestran con claridad como iniciados por los manifestantes.
La
consigna es que hay que demostrarle al gobierno y al resto de los cordobeses
que “esto va en serio”, que si no pagan las jubilaciones como se las pide, “va
a haber quilombo”. Para eso es necesario ser bravos: tirar bombas de estruendo
y romper vidrios. Esto concede el certificado de “combativo”. Y los
“combativos”, que son aquellos que tienen una especial inclinación por el
desmán gratuito y la destrucción de bienes sociales o privados ajenos, escalan
rápidamente en la consideración de los sindicatos. Son los más bravos, los que
mejor defienden “el interés de los trabajadores”. Más vidrios rotos, más
derechos conquistados, pareciera ser el criterio que rige.
Claro
que la situación se presta a la adhesión demagógica por parte de los partidos
de la oposición que intentan sumar con las vidrieras rotas. Infaltablemente
apareció el Frente Cívico a acusar a la policía de la “violenta represión”,
algo que incluso los propios dirigentes gremiales han juzgado con mayor mesura.
Como
sea, entramos en tiempos movidos. No hay dinero para todos los gastos que el
estado ha comprometido. Esa es la situación. Para colmo, el gobierno nacional
quiere embromar al gobernador de Córdoba, complicándole la situación local con el simple expediente de no cumplir
con acuerdos firmados.
Al
paso que vamos, se vislumbra una reactivación de la industria del vidrio.
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