miércoles, 3 de octubre de 2012
Probation. Por Gonzalo Neidal
Quizá
la tortuosa relación entre Rubén Daniele y la Municipalidad de Córdoba nazca de
un equívoco.
El
dirigente sindical parece abrigar una intensa vocación política que desborda
los estrechos límites del contexto sindical. Es probable que siempre haya
sentido que su investidura gremial le queda un tanto estrecha en relación con
su vocación, sus aspiraciones e, incluso, su capacidad.
Decimos
esto porque muchas veces el SUOEM, que preside Daniele no se limita a una
simple queja gremial circunscrita a los salarios o a las condiciones de trabajo
sino que abarcan también políticas y decisiones reservadas al ejecutivo
municipal. En otras palabras, a menudo los cuestionamientos sindicales incluyen
propuestas de cursos de acción que son del ámbito de decisión de la conducción
política, son privativos de ella y no pueden siquiera ser sometidos al arbitrio
del sindicato, por más instrucción y pericia que éste pueda demostrar en el
conocimiento de los temas municipales.
La
protesta municipal en la ciudad de Córdoba no ha sido nunca excesivamente
pacífica. Ha incluido cortes de calle, apaleamiento de automóviles, rotura de
vidrios y muebles públicos e incluso el rociamiento con fluidos cadavéricos a
funcionarios municipales y otros hechos poco edificantes que suelen transformar
la ciudad en un infierno al impedir la circulación y el acceso de la gente a
sus respectivos lugares de trabajos. Esta violencia o su mera latencia opera
como un virtual chantaje: los intendentes ceden ante la posibilidad de que la
ciudad se vea invadida por el caos.
Es
en ese marco que Daniele dijo lo que dijo y fue sometido a juicio. El audio de
su discurso cuestionado, nos muestra a un dirigente sindical amenazante. Por
eso fue sometido a un juicio por instigación a la violencia que se anunciaba
como sólido o, lo que es lo mismo, complicado para el bravío Daniele.
En
tal circunstancia, y quizá ante su presunción de la certeza de obtener un fallo
adverso, el gremialista propuso que en su caso sea aplicada la “probation” un
moderno instituto jurídico según el cual la justicia (y la sociedad) se dan por
satisfechos si el acusado de un delito realiza alguna tarea de tipo comunitaria
durante un tiempo, generalmente breve.
Como
el tribunal encargado de juzgar a Daniele aceptó su propuesta, el sindicalista ahora cambiará su discurso
flamígero por unas pacíficas clases de matemáticas y contabilidad para alumnos
secundarios, preferentemente adultos. Y todos nos quedamos contentos y felices
porque su majestad la Justicia ha triunfado nuevamente.
Un
gremialista combativo se ha regenerado y, con esta probation, en cierto modo
nos está diciendo que no volverá a amenazar con quemar la ciudad ni provocar el
caos en ella, que custodiará que los vidrios del Palacio 6 de Julio permanezcan
intactos en cada manifestación municipal.
De
todos modos, en el impensado caso de que el perverso Lucifer lograra seducir a
Daniele y en el colmo de su maldad pusiera en sus manos un bidón de nafta y una
caja de fósforos, debemos quedarnos tranquilos: siempre tendremos jueces que
saldrán al paso para decirle al sindicalista que eso no se hace y para mandarlo
una semana a cebar mates al cuartel de bomberos.
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