jueves, 25 de octubre de 2012

De la Sota, en búsqueda de la sintonía fina. Por Gonzalo Neidal


Es el primer 17 de Octubre que el gobernador José Manuel de la Sota transita en su nueva condición de claro opositor al gobierno nacional y nítido postulante de alcance nacional. Con su nuevo perfil, con sus nuevas ambiciones, cada día se ve necesitado de avanzar en sus definiciones políticas.
Las del viernes último tuvieron una importancia fundamental pues estaban dirigidas al peronismo, a su círculo político de origen, al que le da en tono a las formaciones políticas que él encabeza.
Además, su público no era sólo local. Al hablar en el Parque Sarmiento, De la Sota no pensaba en la reacción y sentimientos que sus palabras ocasionaban en el público que se había concentrado alrededor del palco improvisado sino, fundamentalmente, en el peronismo nacional, en los dirigentes de todo el país, muchos de ellos, hoy kirchneristas.
A todos ellos, De la Sota les dijo que su Perón preferido es el de 1974. El del retorno definitivo, a quien él ve como un Perón conciliador, democrático, amplio, tolerante, abierto al diálogo. El “león herbívoro”. El Perón moribundo sin horizonte de gobierno pero con la decisión de marcar un puñado de orientaciones básicas para un futuro que ya no iba a contar con él.
Este Perón es, también, el preferido del “peronismo no K”. Ya algunos referentes nacionales han elegido tomar distancia del actual estilo confrontativo de Cristina Kirchner mentando al Perón de los últimos días.
La elección del líder postrero, ya casi broncíneo, es casi obligatoria para los peronistas no K. Es una excelente trinchera (si no la única) para disparar contra un gobierno del cual puede decirse cualquier cosa excepto que no sea peronista. ¿Qué peronismo representa Cristina? Para dar una respuesta apurada puede decirse que, principalmente, el de los años cuarenta. Es el peronismo de la abundancia de recursos, de las estatizaciones, de la omnipresencia económica, de la expansión del mercado interno. El peronismo fundacional, que no pudo mantener esa política sino durante algunos años pues muy pronto Perón cayó en la cuenta de que había que hacer rectificaciones importantes, y las hizo en su segundo gobierno, hasta que fue derrocado.
Pero el peronismo que gobierna también está cruzado por el temperamento, la ideología y el voluntarismo de los años setenta. Nadie ignora que los guerrilleros de ese tiempo son reivindicados, exaltados y ponderados por el gobierno actual. Y ellos fueron, cuando jóvenes, los que confrontaron de la peor manera con el Perón que valora De la Sota. Claro que el gobernador, por delicadeza, omitió decir que el Perón que él reivindica es también el que expresó su deseo de exterminar a los guerrilleros “uno por uno, para bien de la Nación”.
El gobernador de Córdoba calificó al gobierno de “estatista”. Es una certera definición. Pero, para hacerlo, tuvo que tomar distancia del “liberalismo”. Y para hacer una cosa y la otra tuvo que desenterrar la “tercera posción” y el “tercer mundo”, categorías ya sepultadas por la historia mundial a partir de 1989. Aunque Perón haya insistido con ellas en 1974, ya es hora que los justicialistas se animen a formular algunas actualizaciones de sus ideas, en lo que fuere pertinente. Porque… ¡han pasado casi 40 años! Hundido el socialismo, el estatismo remanente es el que estamos viendo: diversas graduaciones de populismo con un final que ya todos conocemos y que se reitera en la historia mundial más tarde o más temprano, con invariable daño para la economía, el tejido social y las instituciones.
Luego, ya aludiendo en forma directa a la política actual, De la Sota encontró frases de Perón en apoyo del agro y en defensa de controles en la administración pública. Una de las ventajas que ofrece Perón a los dirigentes justicialistas es esa: la posibilidad de contar siempre con una frase genuina alusiva a cualquier política que pretenda defenderse. Y esto es, precisamente, una de las razones que explican la permanencia en el tiempo por parte del peronismo: su flexibilidad táctica, la posibilidad de que un grupo pueda defender una política determinada diciéndose peronista y que coexista con otro grupo, que asuma posiciones antagónicas, y también pueda llamarse peronista. Ambos podrán también citar frases de Perón y sentirse heredero de los más puros y ortodoxos principios peronistas.
El Perón del 74, nos dijo De la Sota, era antiautoritario y defendía la libertad de expresión, ideas obviamente exaltadas con destino a la pelea nacional y que procuran mostrar las preferencias democráticas del gobernador. También era inevitable que el gobernador abrazara la bandera del federalismo y criticara lo que él considera “unitarismo” del gobierno nacional. De la Sota vislumbra que, además de su propio conflicto con la Nación, la bandera federal cuenta con mucho futuro en los escenarios políticos que se avecinan. Prevé que otras provincias se sumarán a Córdoba en materia de dificultades financieras y eso las puede llevar a elevar su voz de reclamo.
En definitiva, De la Sota dio un duro discurso peronista y opositor. Párrafos críticos que incluyen la soberbia, los modos autoritarios, el desdén por el productor agrario, el poder centralizado, la falta de diálogo, las violaciones a la libertad de expresión.
Desde Córdoba, se reclamó un cambio. Nadie espera que ocurra. Pero el discurso del gobernador busca, sobre todo, ir arrimando ideas para configurar un polo de poder distinto al que hoy gobierna.
Esa y ninguna otra, es la idea que sobrevoló en el Parque Sarmiento. 

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