En la tarde de ayer tuve la oportunidad de interpelar al Premio Nobel de Economía Paul Krugman durante su debate con el Profesor Pedro Schwartz. Quiero aprovechar esta ocasión para extenderme sobre una cuestión capital que planteé ayer al de Princeton. Hablo de las reiteradas ocasiones en las que pidió a la Reserva Federal de Estados Unidos que crease una “burbuja inmobiliaria” para así “estimular” la economía del país.
Pedro Schwartz, con quien había mantenido un intenso debate, ya le había recordado al columnista del New York Times algunas de sus catastróficas “recetas” para salir de la recesión. Ahora tocaba hablar de política monetaria, por lo que pregunté a Krugman por una afirmación que hizo en 2002: ”Para combatir la recesión (…) Alan Greenspan tiene que crear una burbuja inmobiliaria con la que reemplazar la burbuja del NASDAQ”.
Krugman pretendió pasar de puntillas por el asunto escribiendo que “estaba bromeando”. En otras ocasiones ha afirmado que simplemente “estaba reflexionando sobre los límites de los poderes de la Reserva Federal”. Sin embargo, la hemeroteca es traicionera con quienes cambian de criterio, por lo que vale la pena recordar que Krugman repitió esta petición en incontables ocasiones.
- En una entrevista para la publicación alemana Die Zeit, se preguntó “¿por qué no vamos a bajar los tipos de interés?” después de plantear que este tipo de acciones sí puede ayudar “porque genera un aumento de la actividad inmobiliaria y, con ello, expande el sector de la construcción”.
- En una intervención para la cadena de televisión CNN afirmó que el crédito a la construcción “no se ha abaratado aún lo suficiente como para producir un “boom” en el sector”.
- En una columna para The New York Times escribió que el sector inmobiliario “podría ayudar a liderar la recuperación”.
- En una entrevista con Lou Dobbs declaró que “los tipos de interés bajos destinados a promover el gasto inmobiliario son la principal solución” para animar la inversión.
- En su blog personal, citó a Paul McCulley (PIMCO) para defender que “Greenspan necesitaba crear una burbuja inmobiliaria para reemplazar la tecnológica, o sea que, dentro de los límites, habría hecho lo correcto”.
Han pasado diez años de aquello y Krugman no está muy dispuesto a hacer autocrítica. De hecho, ha llegado a proclamarse como “la única voz de la verdad en un mar de corrupción”. Una frase así demuestra que no le falta confianza en sí mismo, si bien todo apunta a que tiene más fe aún en la “varita mágica” de los banqueros centrales, porque en su conferencia de ayer y en sus últimas intervenciones ha pedido reiteradamente que el BCE monetice deuda pública de forma masiva. Peor aún, Krugman apuesta activamente por crear más inflación en Europa y niega que esto pueda tener consecuencia negativa alguna.
La segunda pregunta que le hice al Premio Nobel versaba sobre la crisis inmobiliaria. Ya que gran parte de las hipotecas “subprime” fueron mediadas por dos entes semi-públicos, Fannie Mae y Freddie Mac, cuestioné al Premio Nobel sobre la necesidad de limitar la presencia del Estado en este ámbito. En esa línea, recordé que también en España hemos experimentado un fenómeno similar, con las cajas de ahorro como correa transmisora de un flujo de crédito excesivo al sector.
Krugman declaró que vincular estas actuaciones con la situación actual es “la gran mentira de esta crisis”. Instó a los presentes a comprar su libro para conocer las causas “verdaderas”, pero se negó a dedicarle más de un segundo a esta cuestión, que curiosamente omite de forma recurrente en sus explicaciones de las causas de la Gran Recesión.
Quedaba una tercera bala en la recámara. Pregunté a Krugman por las tensiones proteccionistas que se han vivido en los últimos años. Vale la pena recordar que el de Princeton recibió el Premio Nobel por sus estudios sobre el comercio internacional, por lo que la pregunta era razonablemente amable. Sin embargo, Krugman contestó alegremente que este asunto “no le preocupa mucho”.
Una respuesta así pareció asentar lo que Pedro Schwartz declaró al comienzo del debate. Como explicó el Profesor Emérito de la Universidad San Pablo CEU, hay muchos Premios Nobel de Economía que, una vez reciben el codiciado galardón, abandonan su área de especialización y se dedican a pontificar sobre todos los ámbitos de la economía. Ahora que Krugman habla tanto de política monetaria y tan poco de su campo fuerte, el comercio, una reflexión así no está de más.
Quizá esa falta de rigor lleva a Krugman a decir que “bromeaba” cuando prescribió en diversas ocasiones algunas de las políticas que nos han metido en esta crisis. Tanto buen humor quizá explica por qué Krugman ha explicado que eventos como una invasión alienígena, una guerra o un terremoto son positivos para la economía. Y quizá dentro de diez años, el columnista del New York Times nos cuente que todo lo que hoy pide (monetización de deuda, nuevos planes de gasto público, inflación…) es simplemente… otra broma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario