jueves, 27 de marzo de 2014

Pegame y llamame Marta. Por Claudio Chaves

Cuando esta experiencia política comenzó en el año 2003 un compacto y nutrido sector de la ciudadanía argentina acompañó el disparate que se iniciaba. Desde este punto de vista, al gobierno kirchnerista no le faltó autoridad ni legitimidad.
El primer acto público que organizaron, Néstor y  Cristina, arrogándose  impúdicamente el sello  peronista, fue un homenaje al doctor Cámpora, el 11 de marzo de 2004. Camporita, aquel malicioso político que aprovechando la proscripción de Perón intentó manotearle la presidencia   y le salió mal. Luego vino la pelea con el mundo. Con las privatizadas, con las Fuerzas Armadas, con la Iglesia, con el campo, con las AFJP, con Repsol, en fin con todo aquello que  recordara la década maldita de los 90’. ¡Aquella de las relaciones carnales!
El progresismo-frepasista y el peronismo progre y vetusto del grupo Calafate, en el que confluyeron Duhalde, Néstor y Alberto Fernández, entre otros, se habían unido para demoler los valores y principios de los 90’. Se les antojaba los peores años de nuestra historia, emblema del capitalismo salvaje, financiero y especulativo  al servicio de la anti-patria. Todo condimentado con la vieja consigna Patria sí, colonia, no.
Desde épocas inmemoriales estaban enojados con  los EE.UU. de modo que sin declararles la guerra, los ningunearon. Se hicieron amigos de Cuba, Venezuela, Nicaragua e Irán, entre otros, porque esas amistades les recordaban la arcádica época de la Guerra Fría. Único mundo que comprendían, pues dogmáticos como son, no  actualizaron  su pensamiento.    
Hoy, después de tanto batallar da pena verlos. Arreglar con el FMI, con Repsol, con el Club de París, trae consecuencias, no es gratis, al menos para ellos. No, para los que pensamos que debió hacerse desde un principio. Devaluar, subir las tasas de interés, ponerle techo a los salarios y  escamotearle un aumento a los docentes no es una política cómoda para los nacionales y populares.
¿Se acuerda el lector cuando Filmus, el maestro de Flacso,   marchó a Entre Ríos para llevar dinero a los docentes de aquella provincia y solucionar así el problema.  ¿Dónde está hoy Filmus?
 Y que dolor aceptar que su líder, un gran cuadro político,  se encuentre por segunda vez con el Jefe de la Iglesia Universal y nombre a Milani, Jefe del Ejército.   Finalmente implorar, sotto voce,  a los tink-tank del Wall Street para que  nos den una mano con los bonistas renegados. No hay dudas que se trata de un giro copernicano. Bueno, hasta aquí no está mal.
Ahora. Hoy día,  las cosas se ponen gruesas.   Resulta que por las mentiras realizadas desde hace siete años el país ha crecido, en el 2012, más de la cuenta. Esto es, más de la realidad.  Dice el Indec que 4,9%. ¡No es cierto! Pero habrá que desembolsar 3.500 millones de dólares de nuestras reservas a los titulares de los bonos atados al crecimiento de nuestro PBI.
 ¿Hay amigos del gobierno en posesión de los bonos?
¡Qué melancolía! ¡Qué  se han hecho de aquellas relaciones carnales¡ Se las extraña.
Con el kirnechnerismo hemos dado un paso el frente. Una nueva   política exterior ha surgido de los pliegues de banderas arreadas. Agachados y ensombrecidos han dado a luz la nueva estrategia:

PEGAME Y LLAMAME MARTA  

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