sábado, 6 de diciembre de 2008

Una verdadera innovación en políticas sociales. Gonzalo Neidal


En un reportaje publicado recientemente en el diario oficialista Página 12, se lee lo siguiente:
Periodista:
La lógica del sistema penal que expulsa y afecta a las mujeres, como en el ejemplo de los edificios de los tribunales, es la misma que encierra a los niños que delinquen? Hasta el poder político pide meter presos a los menores desde que Scioli llamó a bajar la edad de imputabilidad a 12 o 14 años.
Entrevistada:
–Es una de las cosas que a mí me tienen loca. Todo el mundo ya sabe lo que yo pienso sobre el aborto, así que cuando aparecen con estos planteos yo digo: ¿para qué quieren que nazcan? ¿Para qué? Para maltratarlos, para meterlos presos, para abusarlos, para explotarlos, para dejarlos en la calle, para matarlos. Para eso quieren que nazcan (suspira). Sin palabras.

El planteo resulta muy claro, casi no necesita explicación. La entrevistada encuentra en la pregunta del periodista una vía abierta para repasar sus puntos de vista sobre el aborto y para ofrecernos una clara formulación acerca de su concepto sobre políticas sociales.
En tanto los niños y jóvenes de hogares marginales sufren maltrato, muchas veces caen presos, en ocasiones son abusados y a menudo viven en la calle, entonces es mucho mejor que no nazcan. Es mucho mejor que el embarazo de su madre se vea interrumpido pues de su vientre nacerá un niño que recorrerá una ruta predeterminada y nefanda para él mismo, para su familia y para la sociedad.
Sabíamos de las ventajas de la medicina preventiva. Confesamos, en cambio, nuestra ignorancia acerca de los beneficios de las políticas sociales de la misma condición: las que previenen males sociales mayores.
Jamás hemos visto expresada con mayor sinceridad, soltura, cinismo y entusiasmo, las políticas llamadas de “planificación”. Hacía falta que alguien se encargara de explicarlas con todas las letras, de decir con claridad qué piensa sobre el tema. El aborto, en consecuencia, no es un drama social de consecuencias deplorables sobre el cuerpo y la psiquis de todos los involucrados. No: es un método preventivo de desequilibrios y anomalías sociales. Para terminar con la pobreza es preciso terminar con los pobres. Y esto dicho de un modo literal.
No estamos seguros que esta propuesta pueda ser considerada genocidio, al menos en la definición que la Real Academia reserva a ese vocablo: exterminio sistemático de un grupo social por razones de raza, religión o política. En este caso se trata de inducir el aborto, el no nacimiento de seres ya concebidos, en razón del presunto destino desafortunado que espera a los nacidos. Es preferible que mueran y no que nazcan, jueguen, crezcan, luchen, trabajen, se enamoren, tengan hijos.
¿Para qué nacer, se pregunta la entrevistada? Es mejor matarlos antes pues les espera un destino de pobres con todo lo que ello implica.
Siendo que la Constitución Nacional consagra la existencia de las personas desde la concepción, es probable que esta sugerencia nos esté proponiendo un delito, además de configurar un acto de discriminación comparable a los más terribles que uno pueda recordar.
Pero hacía falta clarificar las cosas. Muchas gracias señora.
Hemos reservado para el final el nombre de la portadora de estas ideas tan piadosas y esperanzadoras.
Un verdadero canto a la vida.
No es conocida para el gran público pero ocupa un sitio importante en la estructura del poder en la Argentina.
Se trata de la Sra. Carmen Argibay, ministra de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Durmamos tranquilos: la justicia argentina está en buenas manos.

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