lunes, 29 de diciembre de 2008

Despenalizar, ¿cura o mata? Por Jorge Eduardo Lozano


(Publicado en La Nación. Lunes 29 de diciembre de 2008)

Hemos escuchado con preocupación a algunos funcionarios manifestándose abiertamente por la despenalización del consumo de drogas. Se argumenta que no se quiere criminalizar al adicto, ponerlo en el mismo nivel de delito que al narcotraficante. Excelente intención. Pero ¿se logra el propósito andando ese camino?
¿La legislación actual penaliza al consumidor? No. La ley 23.737 establece que cuando la tenencia es para uso personal y hay una "dependencia física o psíquica" de la sustancia, el juez puede imponer una "medida de seguridad curativa, consistente en un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación por el tiempo necesario", por lo que deja en suspenso la pena que le pudiera corresponder.
Considera al consumidor como una persona enferma (no un delincuente) y manda a proveerlo de un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación. La despenalización del adicto ya está en vigencia.
Pero la ley mencionada no se está cumpliendo. El Estado nacional no está asistiendo adecuadamente a las instituciones que se dedican a la rehabilitación. La Sedronar (Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico) no da abasto ante la enorme demanda y cuenta con un presupuesto para unas pocas becas de un año. Estas no alcanzan para tratamientos prolongados. La gran mayoría de las provincias no tiene sistemas de tratamiento para recuperación de adictos. Sólo unos pocos municipios, con enorme esfuerzo, están buscando articular algún programa.
Tampoco se cumple la ley en lo que se refiere a estrategias de prevención, que no deberían consistir sólo en campañas esporádicas, espasmódicas, aleatorias y desconectadas de planes integrales que apunten al rescate del adicto.
Prevención no es dar charlas a los adolescentes en las escuelas acerca de las consecuencias de drogarse. Casi todos ellos ya lo saben y hasta podrían darnos clases sobre las sustancias. La tarea preventiva debería involucrarnos a los adultos, responsables de una sociedad enferma que compromete su futuro despreciando su presente. Vivimos en medio de conductas adictivas, propuestas desde la publicidad de medicamentos y el imperativo del éxito rápido sin esfuerzo.
Tampoco se avanza de modo significativo en lo relacionado con una lucha frontal contra el narcotráfico. Las mafias de la muerte controlan impunemente territorios de elaboración y venta.
Habría que penalizar al Estado por no cumplir la ley. Si no se sabe adónde enviar a los adictos y se los encarcela, ése no es el espíritu de la ley. Es cierto que hay "perejiles" en prisión, mientras que los que se enriquecen con la muerte de nuestros pibes están de paseo.
Pero si se llega a hacer legal la tenencia para consumo, ¿cuál será la cantidad permitida para cada uno, si cada uno tiene tolerancia diversa? ¿Será para el consumo de una noche, un día, una semana? ¿Da igual marihuana, cocaína, "paco", éxtasis, "burundanga", ketamina?
Ya que no está mal llevar lo del consumo propio, ¿se podrá, entonces, utilizarlo en el aula, la cancha, la vía pública? Ya se hace, lo sabemos, pero hoy es ilegal.
Lo que sí parece claro es que el Estado se desliga de la obligación de hacerse cargo de los tratamientos y, en última instancia, de los pibes. Digámoslo con claridad: la droga es sinónimo de muerte. Darle más espacio en la vida de los jóvenes es hacer que la muerte crezca. Despenalizar su uso es un riesgo serio.
La ley es también un marco de referencia como modelo de conducta. Legalizar la tenencia para el consumo es dar este mensaje: "Está bien que tengas en el bolsillo aquello que te lleva a la muerte, aunque para poder comprarlo hayas conseguido dinero robando o prostituyéndote".
Quien robe o mate bajo el efecto de la droga ¿será inimputable? Si alguien intenta frenarlo por su conducta agresiva y lo lastima o mata ¿será inimputable también? Es imperioso tener presente que prácticamente la mitad de los delitos violentos ocurren por efectos de la droga o del alcohol.
En cuestión de adicciones es importante ir a fondo en lo que hace al sentido de la vida, una vida digna que merezca la pena y la alegría de ser vivida. De esto trata la educación y los valores. La familia y los amigos. La sociedad y la ley.
Hacemos bien en decir que la adicción es una enfermedad. A diferencia de la gripe o la hepatitis, no se contagia por el mate, la toalla o el baño. Se contrae por hartazgo, vacío existencial, falta de horizonte, soledad, hambre, vida de perros? Ese es el foco infeccioso que encuentra caldo de cultivo en una sociedad dominada por el consumismo y la superficialidad.
Hace unas pocas semanas, un ministro nos sorprendió al afirmar que el 75% del consumo juvenil de drogas en el país es "recreativo". Si así fuera, cabe preguntarse si el 25% restante entró en la adicción por un camino distinto del de la "recreación".
Mientras tanto, dejemos hablar a las mamás de los adictos. Sus relatos desgarradores nos conmueven. Muchas de ellas luchan contra este flagelo en soledad, sin sentirse acompañadas ni comprendidas por funcionarios públicos y de fuerzas de seguridad.
Escuchemos también a los jóvenes que luchan para salir del infierno y a los profesionales o voluntarios que trabajan en este campo. Mirar a la Argentina como país de tránsito no parece consonante con la realidad cotidiana. Nos decía un joven en recuperación por su adicción al "paco": "Estoy dispuesto a todo, siempre y cuando nada vuelva a ponerme en situación de riesgo". ¿La ley piensa en él? La gran mayoría dio los primeros pasos hacia la adicción sin darse cuenta, jugando en el límite y con el límite. De pronto, entraron en una especie de remolino que los chupa y no los larga. En el comienzo, el primer plano estaba centrado en vencer el miedo o la vergüenza, ganar la estima de los demás. Promesas de darlo todo para quedar con nada, perverso vacío.
En el juego de la oca, un participante puede retroceder varios casilleros si cae en uno fatídico. En la vida también se puede retroceder mucho, al punto de no poder regresar. Hay casilleros de no retorno, fuera de juego, fuera de vida.
Hay que ponderar muy seriamente qué consecuencias puede traer esta medida en las ciudades y las provincias del país en que la droga aún no hizo pie abiertamente. El esfuerzo que están haciendo familias, escuelas, funcionarios en esos lugares corre riesgo de verse sobrepasado. Si se abren nuevos mercados para el consumo, la muerte habrá conseguido nuevos escenarios para desplegarse. Sumaremos perplejidad, asombro y dolor ante más "caballos que se mueren, potros sin galopar" (Los Redonditos de Ricota).
"Probá no probar" es una consigna de liberación. "Probá, que no hay drama" es opresión y dependencia.
Tenemos la obligación de "primerear" a la muerte. Podemos hacerlo.

Jorge Eduardo Lozano es obispo de Gualeguaychú.


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domingo, 28 de diciembre de 2008

Los partidos políticos. Por Tomás Abraham



(Publicada en Perfil. Domingo 28 de diciembre de 2008)


Para algunos no puede haber democracia sin partidos políticos. Otros afirman que la democracia representativa no es más que un teatro de comedia. Se debate sobre la vigencia del modelo de la representación en política. Muchos la ven como un dique de contención de la acción de los grupos disidentes, otros como la escena corporativa que defiende los intereses de los poderosos.
Durante un siglo se discutió sobre la consistencia de la democracia. Los liberales la entendían como el dispositivo institucional que asegura que la sociedad está regida por el dictado de las leyes. La izquierda revolucionaria sostenía que la democracia republicana era una cáscara formal que protege a la clase dominante.

Frente a la misma, se luchaba por instaurar la democracia real en la que la igualdad no fuera sólo de derechos sino de condiciones de existencia. Lo social era la medida precisa de las libertades frente a las vaguedades formales de lo jurídico.
Respecto de estos temas, los politólogos suman argumentos y experimentan con diversos modelos institucionales. Todavía hay mucha tela para cortar y la última palabra de la ciencia política aún no ha sido dicha. Por el contrario, los avatares y la dinámica histórica no hacen más que agregar más condimentos a las teorías politológicas. Ahora hay que completar el problema de las sociedades políticas con la novedad de la globalización, la de las minorías religiosas, el narcotráfico, los problemas de género.
Propongo interrogar este fenómeno desde un ángulo diferente al de las sociologías políticas, una perspectiva antropológica, relacionada con los modos de vida y la percepción de sí y de los otros de los aficionados a la política.
¿Qué es una identidad política? Se la enuncia con una ideología. ¿Cuál es la de los protagonistas de la política?
Son peronistas, son progresistas, son liberales, en realidad no tienen ideología, tan sólo una visión aproximativa de las cosas que les permite ser idealistas cuando están en la oposición y no tienen poder, y realistas pragmáticos cuando soportan responsabilidades de gestión.
Se es de tal o cual partido político por la lealtad a un fundador. Si no hay un padre epónimo no hay partido político. Irigoyen, Juan B. Justo, Perón, Lisandro de la Torre, Stalin. Las realidades en las que vivieron nada tienen que ver con las nuestras. Además, no fueron santos ni héroes, por lo general hombres contradictorios y ambivalentes, cuyos dichos y tesis bien vale seleccionar con cuidado, esconder con frecuencia, y apenas mostrar según las circunstancias.
Los partidos se definen por su pasado. Su simbolismo equivale a tradición. El presente los desdibuja. Borra sus diferencias. Por eso los políticos pueden pasar de un sector político a otro sin dejar de conservar sus peculiaridades.
El simbolismo tiene la virtud de simplificar. Hoy los partidos políticos son simbólicos. Pero su identidad ya no es simple. El radicalismo perdió su rostro en 1930 con el desdoblamiento provocado por el antipersonalismo. Concluyó la escisión con Frondizi.
El triunfo de Alfonsín en 1984 no fue radical sino el de quien supo interpretar la división del momento: democracia-dictadura. El triunfo de Kirchner, no el de la descabezada elección de 2003, sino el de los años siguientes, tampoco fue una victoria peronista sino de quien supo interpretar a la trinchera divisoria de aguas de la crisis de 2001.
La identidad peronista que se quiebra en los setenta concluye su disolución simbólica en los noventa con Menem. Hoy su simbolismo es una franquicia ofrecida en el mercado libre.
Por eso hay alianzas, frentes y coaliciones, para no olvidar a los movimientos que permiten regenerar identidades, por lo general fugaces.
Sin embargo, hay líneas de fuerza identitarias que podrían llegar a diferenciar a partidos y políticos.
El PRO de Macri tiene una especial preocupación por que los pobres e indigentes no se hagan de un centavo indebido del Estado. Van al detalle cuando se trata de becas para un colectivo, un subsidio para jóvenes desclasados, una ayuda para una entidad benéfica. Le tienen horror a lo que llaman clientelismo para humildes y al parasitismo de quienes se aprovechan y llegan a obtener dos planes de ayuda en lugar de uno.
Contamos con el progresismo que insiste en lograr consensos, diálogos, tolerancia, pluralismo, respeto al diferente, dignificación del género, protección del niño, conservación de las especies en vías de extinción –incluyendo a los políticos–.
Creen en el equilibrio y que hay un justo medio por el que si todos ceden un poco, se beneficia la mayoría. Dejo a la ultraizquierda para otra oportunidad.
Es importante la facción que estima que la sociedad es un campo de batalla en el que sus miembros son soldados. Se lo escuché decir el lunes 15 a Tony Soprano que tiene una visión de lo público como el de un espacio en cuyo centro hay un botín. Creo que sintetiza a los políticos que una vez que logran encaramarse en el poder público, se apropian de la mayor cantidad de dinero posible vía coimas y entramados corporativos.
Dicen emplearlo para la caja política con la explicación de que el dinero todo lo puede y los partidos políticos sin él nada pueden. Sólo un porcentaje de este caudal va al bolsillo de particulares. Cuando por la codicia y la omnipotencia esta cantidad crece hasta límites incalculables, se corren riesgos que sólo los temerarios asumen.
¿Significa todo esto un profundo desprecio por la clase política? De ninguna manera, todo lo contrario. La forma representativa de gobierno puede ser considerada como un teatro, tal como lo definen sus detractores. Pero en realidad éste es su mérito. Podemos presenciar en un tablado ahora amplificado por la pantalla y las redes comunicacionales, los modos característicos de una idiosincracia nacional. Los delegados de la sociedad son el espejo de la Argentina. Los hay heroicos y serviles, trabajadores y ventajistas, moralistas y oportunistas. Nos permiten una miniaturización del modo clásico en que establecemos nuestras relaciones sociales.
Por lo tanto, también ofrecen mayor claridad sobre procesos que atraviesan toda la sociedad y sobre el modo en que se ejerce el poder en la Argentina. Tanto el poder de los monarcas, de los capataces y testaferros, como el modo en que se expresan los disidentes, contestatarios y resistentes.
Lo que significa que la sociedad civil no es superior a los representantes políticos. Aquellos que opinan que esto no es cierto, que la gente es mejor que los políticos, son los periodistas. Una gran parte de la tarea comunicacional consiste en criticar y denunciar a los políticos y de esa manera adular a los lectores, oyentes y televidentes.
¡Qué panorama desolador! ¿Acaso necesitamos más Savonarolas? La verdad que no. La gente quiere creer en algo. Por mi parte, propongo no creer más en nada. La creencia es una propuesta débil. La esperanza es una pasión triste. Nada hay que esperar. La voluntad de vivir se mide con el entusiasmo. En lugar de creer, querer.
Feliz año para todos.


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Una vida sin burbujas. Por Paul Krugman

(Publicado en El País (Madrid). Domingo 28 de diciembre de 2008)
Haga lo que haga el nuevo Gobierno, nos esperan varios meses o incluso un año de desbarajuste económico. Después las cosas deberían mejorar, a medida que empiece a coger impulso el plan de estímulo económico del presidente Obama (vale, me indican que el término políticamente correcto que se utiliza ahora es "plan de recuperación económica"). A finales del año próximo la economía debería empezar a estabilizarse y soy bastante optimista acerca de 2010.
¿Pero qué ocurrirá después? Ahora mismo todo el mundo habla de algo así como dos años de estímulos a la economía, que tiene sentido como horizonte de previsión. No obstante, demasiados de los comentarios sobre economía que he estado leyendo parecen dar por sentado que eso es en realidad todo lo que necesitamos, que una vez que el arrebato de gasto deficitario dé un vuelco a la economía todo volverá a ser como de costumbre.
Sin embargo, las cosas no deben volver de hecho a ser como eran antes de la crisis actual, y espero que la gente de Obama se percate de ello. La prosperidad de hace unos años, tal y como estaban las cosas -los beneficios eran estupendos, los salarios no tanto-, dependía de una burbuja inmobiliaria de enormes dimensiones que a su vez sustituía a una burbuja bursátil anterior. Y puesto que la burbuja inmobiliaria no va a volver, el gasto que sostenía la economía en los años anteriores a la crisis tampoco va a volver.
Para ser más concretos: el drástico desplome de la vivienda que estamos experimentando en la actualidad llegará a su fin antes o después, pero el descomunal boom inmobiliario de la era de Bush no se repetirá. Los consumidores recuperarán parte de la confianza tarde o temprano, pero no gastarán como hicieron entre 2005 y 2007, cuando mucha gente utilizaba su casa como cajero automático y la tasa de ahorro cayó prácticamente a cero.
Por tanto, ¿qué sustentará la economía si ni los cautelosos consumidores ni los humillados promotores inmobiliarios serán capaces de hacerlo?
Hace unos meses, un titular del periódico satírico The Onion, agudo como siempre, ofrecía una posible respuesta: "País asfixiado por la recesión busca nueva burbuja en la que invertir". Podría surgir algo nuevo que animara el consumo privado, tal vez generando un boom en la inversión empresarial.
Pero para rellenar el hueco dejado por el retroceso del consumo y la vivienda, este boom tendría que ser gigantesco y elevar la inversión empresarial hasta niveles del PIB sin precedentes en nuestra historia. Ahora bien, aunque esto es una posibilidad, no parece ser algo con lo que se pueda contar.
Un camino más convincente hacia una recuperación sostenida sería un recorte drástico del déficit de la balanza comercial de Estados Unidos, que se disparó al mismo tiempo que se hinchaba la burbuja inmobiliaria. Vendiendo más a otros países y consumiendo más productos nacionales, podríamos alcanzar el pleno empleo sin necesidad de un boom del consumo o del gasto en inversión.
Pero probablemente pasará mucho tiempo antes de que el déficit comercial descienda lo bastante como para compensar el estallido de la burbuja inmobiliaria. Para empezar, tras varios años de bonanza, el crecimiento de las exportaciones se ha estancado, en parte por culpa de los inversores extranjeros que, llevados por el nerviosismo, han acudido rápidamente a refugiarse en valores que aún consideran seguros, elevando la cotización del dólar frente a otras divisas y haciendo que la producción estadounidense sea mucho menos competitiva en relación con los costes.
Además, aunque el dólar cayera de nuevo, ¿de dónde surgirá la capacidad para aumentar repentinamente las exportaciones y la producción de artículos capaces de competir con las importaciones? A pesar del incremento en el comercio de servicios, la mayoría del comercio internacional sigue siendo de bienes, sobre todo bienes manufacturados; además, el sector manufacturero estadounidense, tras años de olvido en favor de los sectores inmobiliario y financiero, tiene mucho que hacer para ponerse al día.
En cualquier caso, el resto del mundo puede que no esté listo para lidiar con un déficit comercial estadounidense drásticamente menor. Como señalaba recientemente mi colega Tom Friedman, gran parte de la economía china en concreto está concebida en torno a las exportaciones a EE UU, y sufrirá mucho si tiene que amoldarse a otras ocupaciones.
En pocas palabras, alcanzar el punto en que nuestra economía prospere sin ayudas fiscales puede ser un proceso largo y difícil, y como he comentado anteriormente, espero que el equipo de Obama se percate de ello.
En estos momentos, con la economía en caída libre y con todo el mundo atemorizado ante la Gran Depresión versión 2.0, quienes se oponen a una intervención federal de calado están pasando apuros para recabar apoyos. John Boehner, el líder republicano en la Cámara de Representantes, se ha visto obligado a utilizar su página web para buscar "economistas estadounidenses acreditados" dispuestos a añadir su nombre a una lista de "escépticos respecto a utilizar el gasto como estímulo".
Pero una vez que la economía remonte sensiblemente, la nueva Administración se verá bastante presionada para echarse a un lado y quitarle las muletas a la economía. Y si el Gobierno cede a esa presión demasiado pronto, la consecuencia podría ser una repetición del error que Franklin Delano Roosevelt cometió en 1937, el año en que rebajó drásticamente el gasto, subió los impuestos y contribuyó a hundir a EE UU en una grave recesión.
La cuestión es que puede que lleve mucho más tiempo del que la gente se piensa el que la economía estadounidense esté lista para vivir sin burbujas. Y hasta entonces, la economía va a necesitar mucha ayuda del Gobierno. -
(c) New York Times News Service, 2008.
Paul Krugman es columnista del diario The New York Times. Traducción de News Clips.
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El campo en su laberinto


Otra vez se escuchan los tambores de guerra. Y la fecha de inicio oficial de la nueva ofensiva es el próximo cinco de enero, cuando se espera que la Mesa de Enlace anuncie su plan de lucha 2009. Se rumorea que los sectores más díscolos promueven piquetes contra el rally Dakar, se habla de bloqueos totales a las rutas de acceso a los centros turísticos y de “asambleas permanentes” en los habituales puntos fuertes de concentración de los chacareros, como Gualeguaychú, San Pedro y otras localidades emblemáticas. “Hoy corremos con la ventaja de haber adquirido un gran prestigio como sector”, dijo Hugo Luis Biolcati, titular de la Sociedad Rural. Difícilmente una protesta feroz le dé más lustre al sector; en realidad habrá que observar cuánto tarda en desvanecerse ese prestigio si la sociedad queda nuevamente atrapada como rehén de la disputa.
Este nuevo capítulo de la guerra gaucha, con la vieja metodología del piquete o sus eufemismos se anticipa muy poco recomendable: en primer lugar para el conjunto de la sociedad, que tendrá un 2009 bastante complicado como para agregarle al menú de sinsabores un plato de inflación especulativa, desabastecimiento y otros efectos colaterales imprevisibles; para los propios chacareros, porque no encontrarán demasiado eco en sus airados reclamos, e incluso pueden poner en riesgo todo el capital político que acumularon hasta la primera mitad de 2008, una fuerza política que se supone deberían utilizar a pleno en las elecciones legislativas; y lógicamente para el gobierno, ya que está visto y comprobado que su imagen pública y sus lealtades políticas tienden a debilitarse y disolverse a medida que se muestra más belicoso y arrogante contra un sector de la sociedad, cualquiera sea. Y si continúa alimentando deliberadamente el conflicto con nuevas provocaciones contra los ruralistas, finalmente, sí, es probable que la revolución gaucha termine vencida, pero el gobierno estará muerto. Leer más...

viernes, 26 de diciembre de 2008

Reportaje a Eduardo Duhalde. Publicado en Diario Crítica

Eduardo Duhalde ha comenzado a hablar. Quizás haya percibido que necesitaba conjurar los rumores que hizo circular el kirchnerismo señalándolo como el instigador de los últimos saqueos en Moreno. Quizás haya percibido también que sus seguidores quieren que asuma el rol de referente en el debate político. Parece dispuesto a hacerlo, pero con el tono reflexivo de quien no busca protagonismo personal. Pese a ello advierte: “Yo no soy jactancioso, pero la gente sabe que si un día decido volver y digo: ‘Esto se terminó y voy a conducir la oposición’, la conduzco”.

–Brasil y México invitaron a Cuba al Grupo Río. Lula firmó un acuerdo estratégico con Francia. ¿Qué lugar ocupa la Argentina en el escenario internacional?–Brasil ya nos dejó. Itamaraty es una de las cancillerías más preparadas del mundo; incluso en materia social Brasil se nos ha escapado garantizando una renta básica universal. Nuestros dirigentes ni siquiera leen, no les interesa. Cuando Brasil tiene que decir sus cosas las dice, pero no se anda peleando porque sí. No como nuestros dirigentes que son burros, que no entienden nada. El tema de Botnia no se resolvió por falta de diálogo. Costaba 10 millones relocalizar la empresa con fondos del Banco Mundial. Yo estaba en Uruguay y no podía decirlo de manera directa. Lo dije con eufemismos. Pero el presidente de la Argentina no le contestaba el teléfono a Tabaré Vázquez. Así se pudrió todo. Lo mismo con Chile. Es lógico que no se le diera el gas que se necesitaba en la Argentina. Lo que no es comprensible son los modales. Creen que el enfrentamiento lleva a construir poder. Puede que sea así por una etapa, pero no como método político. Estamos frente a la administración más incompetente que yo haya visto. Ni siquiera lo hacen bien con el tema de los crímenes de lesa humanidad, un tema que el Gobierno impulsó. Hace años alerté respecto de que no se iba a terminar con los juicios si no se modificaban las normas procesales. Y no se cambiaron porque fue gente de otro partido la que presentó un proyecto de ley. El entonces ministro de Justicia Alberto Iribarne estaba de acuerdo con ese proyecto, pero no podía hablar con el Presidente. –Dicen de usted que es paciente. ¿Llegó el momento de acelerar el paso? –Yo les digo a mis amigos que apoyan al Gobierno que tienen que encontrar la forma de que la Presidenta tome contacto con la realidad. Es común que quienes rodean a los presidentes en momentos críticos no quieran llevarles malas noticias, pero el dirigente que no es capaz de romper ese círculo áulico difícilmente se conecte con la realidad. La desprotección de la gente hoy es impresionante. No sé si por insensibilidad social de los dirigentes o por desconocimiento. Quienes están gobernando no tuvieron esos problemas en Santa Cruz por algo elemental: tenían una estructura municipal con ingresos de una provincia con mucha plata. En un 80 por ciento, los dirigentes tienen un desprecio total por los necesitados. Ahora aumenta la mortalidad infantil y los concejales y los intendentes no se preocupan. Nadie se calienta. Yo les pido a los intendentes que ayuden a la Presidenta y le expliquen lo que pasa. Si no lo hacen por sensibilidad, que lo hagan por especulación electoral. –¿Usted dice que éste es un gobierno peronista sin sensibilidad social? –El peronismo, como todos los partidos importantes del mundo, tiene un ala derecha, un centro y una izquierda. Los halcones y las palomas están también en los Estados Unidos: están en todos lados. La gran influencia gremial, que siempre tuvo problemas con la izquierda, tiñó un poco al justicialismo. El verdadero justicialismo, a mi criterio, es el progresista. Esto de declamar progresismo... Son mucho más progresistas los dirigentes que se le están yendo al Gobierno por izquierda. No puede haber un presidente progresista rodeado de gente que no tiene nada que ver con el progresismo. Es todo una mentira, es falso. Es un progresismo berreta, por favor. –El Gobierno, en voz baja, lo responsabilizó por los últimos saqueos en Moreno. –Son todas estupideces. En las charlas que tengo con sectores medios les pregunto qué piensan que puede hacer una persona que llega a su casa, donde hace un calor de morirse, y no tiene plata ni comida. No dejo ni que me contesten. Les digo: harían cualquier cosa. Hay millones de argentinos dispuestos a hacer cualquier cosa. No joroben más con esto. Asuman el problema, después échenle la culpa a quien quieran. Las acusaciones me tienen sin cuidado. Me parece un disparate que personas como yo, que ocuparon un lugar, tengan que volver a la escena. La mediocridad de la dirigencia es espantosa. –¿Lo dice por Kirchner? –Néstor Kirchner tiene liderazgo, pero es un liderazgo tóxico, basado en el dinero. Es como el dueño de una fábrica: tiene la plata. Hay que ayudar a los dirigentes jóvenes. Acá se los destruye. Evidentemente, algo les falta a esos jóvenes líderes que se dejan amedrentar. –Pero usted no suele cuestionar a los Kirchner por insensibles. –Siempre digo que los Kirchner son absolutamente insensibles. La mortalidad infantil ha aumentado y hablan de crecimiento. Esta gente volvió a la famosa teoría del derrame. Es increíble que hoy se manejen los mismos criterios que en los años 90. –Siempre se dijo que usted era un hombre poderoso, ¿qué le queda de ese poder? –Nadie puede decir que yo lo apreté, nunca exigí a nadie. Al contrario, me enfrentaron. Nadie puede decir que mi manera de conducir haya sido la prepotencia o el maltrato. Jamás levanto la voz a una persona. Son formas distintas. Yo no soy jactancioso, pero la gente sabe que si un día decido volver y digo: “Esto se terminó y voy a conducir la oposición”, la conduzco. No conozco gente que quiera a Kirchner. No vi la foto de Kirchner en ninguna casa. La foto de Carlos Menem la sigo viendo en la casa de los dirigentes kirchneristas. Y Kirchner es absolutamente consciente de esto que les estoy diciendo. Él sabe que no lo quieren. No hay ningún gobernador que demuestre afecto por él. No conozco a ninguno que le tenga afecto. –¿Quién puede conducir el poskirchnerismo? –Hay gobernadores que tienen una alta adhesión, cerca del 70 por ciento, pero no pueden proyectarse al escenario nacional. Cuando hay necesidad, la gente construye el liderazgo. Hoy lo pueden construir en torno a Julio Cobos, a Mauricio Macri o a Hermes Binner. Ustedes me dirán por qué no Elisa Carrió. Porque tiene la misma forma de construir que los Kirchner. Y esa forma ya la agotó el kirchnerismás incompetente que yo haya visto” sin retorno con el matrimonio presidencial mo. Se necesitan dirigentes dúctiles, que tiendan puentes. –Usted dijo que Cristina Kirchner fue un error porque no tiene experiencia. ¿Y Macri? –Está haciendo los primeros palotes. Si puede sortear los problemas y hace una buena gestión, estará en la conversación de los candidatos. Lo mismo pasa con Binner. Lo mismo ocurrirá con el gobernador de Buenos Aires, aunque si sigue apoyando tanto esto no creo que tenga mucha suerte. –¿Cómo define a Scioli? –Es una incógnita. No se puede gobernar la provincia con los recursos que tiene. Se le deben no menos de 6 mil millones. Kirchner se los prometió en la primera elección y se los vuelve a prometer ahora. No se los va a dar: quiere tener agarrada a la provincia. –El ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, dijo que los carteles de la droga se instalaron entre nosotros, pero Aníbal Fernández lo niega. –Por supuesto que Stornelli tiene toda la razón del mundo cuando dice que los carteles ya están entre nosotros. –¿Dónde imagina a Francisco de Narváez y a Felipe Solá? –De Narváez es un empresario con una enorme capacidad de trabajo. Pero tiene un límite: a lo sumo puede ser gobernador de Buenos Aires, porque no es argentino nativo. El caso de Felipe... Días pasados le decía: lo que más rescato en vos es que no tenés plata para hacer la campaña. No es algo menor. Es un hombre joven y honesto. Puede ser un buen candidato a presidente. En fin, ellos se labrarán su futuro, yo ya elegí una vez y no quiero elegir más. –¿Por qué eligió a Kirchner? –Yo había pensado en un hombre serio y honesto, que era Carlos Reutemann, pero no hubo caso con él. Después pensé en Solá, un hombre joven y honesto. Yo buscaba esos valores. No pudo ser. A De la Sota, si yo no lo elegía con el dedo, no era candidato. Quedaban Menem y Rodríguez Saá y la gente quería algo nuevo. Cuando Kirchner hablaba conmigo me parecía progresista. Tenía que elegir a un hombre tranquilo y muy cuidadoso para gobernar. No tenía otras referencias sobre Kirchner. Cristina siempre hablaba de la ética, como Carrió, y señalaba con el dedo. Bueno, yo soy optimista por naturaleza. La Argentina con malos gobiernos sólo retrasará el éxito. Hay que tener sentido común. Hay que hacerle caso a Luis Barrionuevo. El filósofo tiene razón. –¿El aparato del PJ bonaerense todavía existe? –Es un mito. Tomen cualquier intendencia, yo las conozco a todas. Avellaneda, por ejemplo. Una vez la ganó la Alianza y dos los justicialistas. Cuando ganó la Alianza yo ya sabía que perdía esa zona. El conurbano es una malformación de la provincia. El peronismo bonaerense, el mal llamado “aparato”, es una estructura. El que no puede armar estructuras no puede gobernar.
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miércoles, 24 de diciembre de 2008

Espíritu navideño. Por Gonzalo Neidal

Algo nos pasa para esta época del año.
No es la primera vez que cerramos con problemas e incertidumbre. Con enconos.
Y del espíritu de conciliación que propone la Navidad, mejor ni hablemos. De eso sí que estamos bien lejos.
Claro que nos referimos al escenario y los protagonistas de la política, que es la que irradia sus efectos, obsesiones e influjos sobre cada una de las circunstancias de la vida social.
Al parecer no es la conciliación, ni el diálogo, ni los gestos amistosos, ni la negociación, ni las concesiones recíprocas, ni –aunque sea- la amabilidad y los buenos modales los que predominan en la política nacional.
Con el atrevimiento que les está permitidos a los hermanos, un político uruguayo dijo hace poco que a los argentinos les hace falta que se quieran un poco más. Touché.
Pero en la creación de ese clima de fertilidad negociadora, la responsabilidad mayor la tienen los que gobiernan.
Y, en ese sentido, estamos embromados.
Ya antes de asumir, la presidenta dijo que ella admiraba a “la Evita de la crispación”. Y hay pocos verbos que tengan una acepción tan restringida y estricta como “crispar”. Es irritar, exacerbar.
Y la presidenta lo está logrando.
Sin lugar a dudas se trata de su éxito más rutilante.
Probablemente provenga de una generación que concibe la política de un modo unilateral: como una secuencia ininterrumpida de enfrentamientos. Probablemente crea que el único modo de ejercer el poder es peleándose con casi todos, siempre con un gesto de disgusto y malhumor dibujado en el rostro.
Es un estilo. Pero un estilo sofocante. Un estilo que fatiga.
Es el estilo del miedo. De sumar voluntades con la amenaza, es cierto. Pero también del miedo propio. Del miedo a la diversidad ideológica. Y eso es vecino de la intolerancia. Y está bien lejos de la conciliación.
Y también es un estilo que se agota rápidamente. Que sirve para un momento determinado pero no para siempre. Que es útil para capear un temporal pero que no puede transformarse en el modo permanente de gobernar.
Es como si los bomberos, convocados para apagar el incendio, se quedaran a vivir en casa. Pero no solo eso: sino que además pretendieran voltear puertas y tirar agua cada día.
A la oposición también le caben algunas de estas observaciones.
Una robusta dirigente, que inicialmente había apoyado al actual gobierno, no deja pasar un solo día sin realizar algún pronóstico catastrófico o realizar alguna denuncia imponente.
Claro que todo esto ya no nos asusta. Estamos acostumbrados a las ráfagas verbales. Es nuestro estilo de hacer política: el que no está de acuerdo conmigo es un ladrón, un traidor a la patria y un entreguista vendido al oro imperial.
¿Políticas de estado? Causa risa el sólo pensar en eso.
Las políticas de estado suponen negociación entre vastos sectores. Excluyen la imposición, admiten el disenso, propician las coincidencias, suponen concesiones.
Y luego, la continuidad en el rumbo elegido para los grandes temas nacionales, para los grandes proyectos y objetivos.
Nosotros, por el momento, hacemos algo distinto: refundamos el país cada década.
Borramos todo lo anterior y declaramos que nuestro gobierno es el mejor de los últimos doscientos años.
O desde la visita de Magallanes, si estamos en tren de adular.
Por eso: si bien mañana es Navidad, el espíritu navideño todavía parece lejano.
De todos modos, no dejemos de brindar.
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lunes, 22 de diciembre de 2008

Ganadería estilo K.

Entre las medidas para el campo anunciadas este lunes por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la mayoría se destaca por su inocuidad. Sin embargo, también se filtró una decisión bastante controvertida: la decisión de constituir "cinco feed lots de 40.000 animales cada uno para producir 100.000 toneladas de carne, que se destinarán totalmente a la exportación y que no van a estar sometidos al encaje para el mercado interno". Además, "la logística estará a cargo de los frigoríficos y se iniciarán conversaciones con los gobernadores para ver quien ofrece mejores condiciones para la tierra fiscal". Un funcionario Agricultura de la Provincia, en diálogo con El Invento de Maquiavelo, no titubeó en afirmar que se trata de una medida "de inspiración estalinista". Dijo que sería mucho más fácil y productivo que no hubiera restricciones al precio de la carne y el aumento de la demanda interna y externa hiciera crecer el número de feed-lots naturalmente. "Esta parece una medida propia de una economía dirigista, donde el Estado decide qué se produce, cuánto, quiénes y con qué renta". Agregó que tiene la sospecha de que se terminará convirtiendo en un "negocio para los empresarios amigos del poder". Leer más...

Autos, heladeras y otras ilusiones. Por Gonzalo Neidal

(Publicado en La Mañana de Córdoba - Lunes 22-12-2008)

Cada día que pasa el gobierno anuncia un nuevo programa –sea viejo o nuevo- para conjurar la crisis económica que nos está llegando.
En este juego de desempolvar todos los proyectos que ya se anunciaron, se olvidan algunas cosas esenciales para estos tiempos de políticas keynesianas y de estímulos a la demanda.
Una de ellas, ya insalvable, es que todo ahora nos sería mucho más fácil si en los tiempos de bonanza se hubiera tenido la precaución de acumular un fondo anticíclico para ser utilizado en estas épocas de vacas flacas. Pero eso requería una lectura de la realidad –en ese momento- que este gobierno no estaba dispuesto a hacer.

Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas
En primer lugar, aceptar que la próspera situación que se vivía era transitoria y que podían volver los tiempos de restricciones. Pero admitir esto suponía también afirmar que la prosperidad iniciada en el 2002 no se debía al “modelo productivo” sino a algunas circunstancias extraordinarias que podían desaparecer. Una, la devaluación, que el tiempo y el acomodamiento de los ingresos relativos se encargarían de esmerilar al cabo de tres o cuatro años.
El otro, también muy importante, eran los precios de los commodities agrarios, cuya elevado nivel era erróneamente adjudicado al hambre chino postergado pero que, en realidad (o detrás de ese fenómeno), obedecía a la política monetaria expansiva de los Estados Unidos que devino en hipotecas subprime, burbuja inmobiliaria y, más tarde, eclosión.
¿Para qué ahorrar si el mérito del crecimiento era producto del Plan Económico de Kirchner? ¿Por qué prever un desmejoramiento de la situación económica si siempre tendríamos a Néstor a mano para que nos soluciones los problemas?
En cierto modo, a Kirchner, igual que a Cavallo, lo condenó la omnipotencia. La soberbia.
Y ahora, con los problemas a la vista, salgamos todos a vender heladeras. O a comprarlas. Pero en situaciones como estas, la economía parece comenzar a regirse por las leyes de Murphy. Ahora necesitamos dinero, pero ya hemos roto con el FMI y preferimos pedírselo a Chávez que cada vez tiene menos y que, además, no nos cobraría ahora menos del 20% (países como Chile o Brasil pagan 7%). Ahora necesitaríamos expandir los créditos internos pero no estamos en condiciones de financiar a menos del 16 o el 20% anual (doce puntos arriba de la inflación Moreno). Las tasas bancarias de descubierto son de terror. Los bancos se niegan a prestar si no es a tasas altísimas dado múltiple riesgo que existe: devaluación, inflación, no recuperación del crédito.
Resulta un poco gracioso, además, el programa para cambiar la heladera propuesto por la presidenta. No ha de haber andado demasiado bien la distribución del ingreso en estos últimos 5 años si hace falta un auxilio específico por parte del gobierno para que los sectores más postergados cambien sus heladeras.
Además, un cálculo a lápiz alzado acerca de la antigüedad de los bienes que se reemplazarían con el crédito de Cristina y Néstor, nos lleva a una antigüedad de entre 15 y 20 años. Se trataría, entonces, de las heladeras adquiridas durante los años de Carlos Menem, al comienzo de su gestión, cuando se dio –sin apoyo estatal específico- un boom de adquisición de productos electro domésticos gracias al renacimiento del crédito por la detención drástica de la inflación.
Las ambiciones del gobierno, parece, han sufrido una drástica mengua respecto de sus pretensiones de un año atrás: del portentoso tren bala a una módica heladera. La adhesión popular quizá haya hecho el mismo recorrido.
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Sin caja, el gulag de Kirchner no resiste. Por Carlos Pagni

(Publicado en La Nación - Lunes 22-12-2008)
¿Por qué antes de hacer el anuncio no nos preguntaron si teníamos la plata?", se quejó Amado Boudou ante un amigo, funcionario como él, cuando se enteró de que en Olivos habían dispuesto un pago extra de 200 pesos para los jubilados. La Anses tuvo que hacer malabares para conseguir los 800 millones para ese adicional. En la caja había apenas 1000 millones (con otro destino, claro).
El caso de Boudou es uno entre tantos. Otra vez el Gobierno tomó una decisión irreflexiva. Sergio Massa, el jefe de Gabinete, advirtió a los Kirchner que la oposición pensaba canjear el quórum para derogar la "tablita de Machinea" por un adicional de 400 pesos para los jubilados. El esposo de la Presidenta pensó en ganarle de mano y ordenó un suplemento por la mitad. Boudou se enteró por la radio. Lo mismo le había sucedido a Claudio Moroni, el jefe de la AFIP, con el blanqueo: debió archivar su proyecto cuando le avisaron que en El Calafate ya habían hecho uno.
Boudou tiene motivos para andar a los saltos. Desde hace dos meses su caja ha salido en auxilio de empresas, bancos y fideicomisos desahuciados. Son solicitudes presentadas en la Anses o remitidas por "El hombre de los pantanos" (es la denominación en clave de Massa, ex intendente de Tigre, en las conversaciones telefónicas entre funcionarios).
Además de atender emergencias por la falta de crédito, la Anses padece la caída de ingresos de todos los organismos públicos. En el PAMI, por ejemplo, los recursos son 20% menores que los del mismo mes de 2007. La recaudación fiscal cayó un 17% interanual en noviembre y en diciembre promete seguir la tendencia.
Por eso, Juan Carlos Pezoa, desde Hacienda, golpeó a la puerta de Boudou para pedirle 2200 millones de pesos. El fin de año es fatídico para los tesoreros porque aumentan los egresos por el pago de aguinaldos. Pezoa hizo su pedido a comienzos de la semana pasada. Hasta el jueves Boudou contaba con poco más de 1000 millones. Imposible ayudarlo.
El Estado llega a las Fiestas con los bolsillos flacos. Los ministros recibieron hace 10 días una circular que anticipaba que sólo recibirán fondos para cubrir 70% de los gastos adicionales que les autorizaron en septiembre.
La tormenta internacional es una excusa ideal para justificar estos sobresaltos. Pero el argumento es falso o, por lo menos, incompleto. La historia de la segunda administración Kirchner es, en gran medida, la historia de sus problemas fiscales. Si cuesta advertirlo es porque el discurso oficial se ha encargado de disimular las deficiencias de caja: Néstor Kirchner sabe que la obediencia que concita se debe a que la corporación política lo supone un hombre de recursos.
Las acciones del poder indican otra cosa. Antes de que la Presidenta asumiera, su esposo había aumentado las retenciones y las tarifas en un impuestazo equivalente al que la Alianza había decretado en 2000. Entre marzo y julio, el Gobierno sacrificó un 30% de imagen positiva por los 2000 millones de dólares que les prometían las retenciones móviles. Cuando fracasó, se endeudó con Hugo Chávez a una tasa del 15%. La escasez obligó a los Kirchner a deponer su intransigencia con los fondos buitres: la crisis financiera los encontró reabriendo el canje con los holdouts con tal de conseguir 2500 millones de dólares en efectivo, que no llegaron. Conclusión: las columnas sobre las que se sostenía la prosperidad del Gobierno ya mostraban fisuras graves antes de la hecatombe mundial. Por eso el oficialismo debe encarar la recesión de la peor manera, realizando un ajuste fiscal. La economía se desacelera, pero el Tesoro sustrae recursos allí donde los hubiere: ahorros previsionales, dinero negro de ahorristas, impuestos impagos. El manejo de los recursos
Ahora, los funcionarios apuestan todo a los fondos de la Anses y a su recaudación futura.
Massa y Boudou todavía no se pusieron de acuerdo acerca de quién va a manejar esos recursos. El jefe de Gabinete apuntala al superintendente de las AFJP, Sergio Chodos, quien ya armó varios fideicomisos con el soporte, al parecer indispensable, de una consultora del microcentro porteño.
Tal vez esa disputa de jurisdicción no merezca una pelea. No sólo porque el impacto de los programas que se anuncian es pequeño. También porque aparecen esos problemas de implementación que son la marca del Gobierno. Por ejemplo, la promesa de créditos blandos -si se puede llamar así a uno que lleva una tasa del 15%-, para comprar electrodomésticos, hizo que, a la espera de nuevas ventajas, bajaran las ventas navideñas en las casas del ramo. Un efecto similar tuvieron las facilidades para comprar autos que, en general, se fabrican en Brasil.
El torniquete fiscal profundiza la dinámica recesiva de la economía y ésta, a su vez, deteriora la recaudación. El problema es relevante, porque para no caer derrotados en 2009 los Kirchner dependen de gobernadores, intendentes y sindicalistas que sólo piden dinero. Esa gente comenzó a estar intranquila. El viernes pasado, según un informe que llegó a La Plata, hubo que desbaratar algunos incidentes en supermercados del partido de Moreno.
A Hugo Moyano le negaron, el jueves pasado, el refuerzo salarial de 500 pesos. Ni la Nación ni las provincias podían pagarlo. "Nos hace pelear con todos, ¿adónde nos quiere llevar?", despotricó el camionero ese día ante tres dirigentes del PJ, en el Teatro Argentino de La Plata. Hablaba de Kirchner. Scioli, angustiado
Daniel Scioli está angustiado porque las cuentas no le cierran. Envió a su hermano a tomar la temperatura del conurbano. José Scioli volvió con el mensaje de varios intendentes: "Vamos a los actos, ponemos las banderas, pero no recibimos nada. La gente comienza a estar nerviosa por los precios y la falta de trabajo. Empezamos a mirar a otras figuras". Scioli teme a una: Felipe Solá. "El conoce la provincia, él sabe dónde pegar", suele decir el gobernador.
Kirchner no parece haber tomado nota de este clima. Se muestra más que confiado en que ganará las elecciones. A Jorge Capitanich, en Olivos, le confesó la semana pasada que piensa presentarse como candidato en la provincia de Buenos Aires. Aunque evalúa otras opciones. La principal, Massa.
Ese proyecto electoral depende de la adhesión de una dirigencia subsidio-intensiva. Los otros aliados, los que consumían capital simbólico, están abandonando el barco de a poco. El último en hacerlo fue Miguel Bonasso, la semana pasada, cuando confesó haber descubierto que "el kirchnerismo no pudo superar la vinculación entre política y negocios por la que estalló la crisis de 2001". Bonasso sigue los pasos de otros desencantados: Julio Cobos, Aníbal Ibarra, Martín Lousteau, Luis Juez, Alberto Fernández, Felipe Solá.
De pronto los diarios se están poblando de los testimonios de dirigentes que -con un poco de demora, es verdad- han decidido contar los rigores que debieron soportar mientras estuvieron atrapados en el gulag kirchnerista
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domingo, 21 de diciembre de 2008

Droga y juego, una mezcla letal. Por Joaquín Morales Solá


(Publicado en La Nación - 21-12-2008)

Néstor Kirchner salió de excursiones para enfurecer a la política y eclipsar a su esposa. Sin embargo, debajo de esas apariencias nada novedosas se mueven otras luchas, potencialmente más peligrosas para el país y para los argentinos. El propio ex presidente está militando detrás de la expansión del juego y entre los funcionarios hay opiniones y actitudes muy distintas con respecto al imparable flagelo de la droga. Juego y droga son una mezcla letal para un país que está metiendo los pies en el desierto de la economía. Hace un año, poco antes del cambio de gobierno, Néstor Kirchner, entonces presidente, se reunió por primera vez en mucho tiempo, y por última también, con el ex jefe de gobierno de la capital, Aníbal Ibarra, entonces legislador electo, para pedirle que apoyara explícitamente un acuerdo nacional con Jorge Telerman para extender por 16 años la explotación del juego porteño, en manos de Cristóbal López. Ese hecho fue relatado hace poco en una reunión de dirigentes políticos de la Capital. Ibarra estuvo en esa reunión. La conclusión que sacaron fue que la ruptura de Kirchner con Ibarra no se debió a la crisis del campo, sino a la respuesta que éste le dio al entonces presidente: no .


Telerman había sido urgido a elaborar ese convenio entre la Nación y la Capital para darles seguridad jurídica a los dueños del juego. A diferencia de las provincias, la Capital no tiene potestad sobre el juego. El gobierno nacional maneja el juego en el distrito federal. Pero todos los gobiernos capitalinos vienen reclamando el control (y los impuestos) del juego, como reclaman por la policía y por la administración del puerto. Kirchner no les dio nunca nada.
No obstante, los empresarios del juego (o el empresario, en este caso) necesitan ese convenio para no quedar sometidos a eventuales cambios en el actual sistema de competencias. Hace un año, Telerman le reclamó a Kirchner no sólo el silencio de Ibarra, sino también su apoyo para avanzar en ese convenio. Cuando Ibarra se negó ante Kirchner, Telerman desistió del convenio.
Aquella conversación entre Kirchner e Ibarra es la primera noticia de una gestión personal del ex presidente por su amigo Cristóbal López. Hasta ahora, se sabía de la relación personal de Kirchner y López. El ex intendente de Córdoba, Luis Juez, contó sobre una gestión del influyente secretario presidencial Carlos Zannini en nombre de López. Kirchner era hasta ahí una razonable deducción.
Existió también otra conversación de Kirchner por el juego. Fue con Felipe Solá, cuando éste era gobernador bonaerense, a quien le dijo, en un tono confusamente paternal, que no se metiera con el juego porque éste es peligroso. Te vas a encontrar con acusaciones falsas o con amenazas a tu familia , le deslizó. Solá siguió con su proyecto: puso en Internet todo el negocio del juego preexistente y no autorizó más bocas de expendio. Ahora bien, si el juego es tan peligroso, ¿por qué el entonces presidente hizo gestiones en representación de empresas del juego?
Las gestiones volvieron frente a Mauricio Macri. Macri se desesperó cuando vio que nada le resolvería el gobierno nacional y cuando, al mismo tiempo, la recaudación comenzaba a caer verticalmente. Persiguiendo una mayor recaudación, terminó firmando un convenio con el gobierno nacional por el juego de López. Hay que ser claros: el gobierno capitalino no negoció con Cristóbal López, sino con la administración kirchnerista por la distribución de los impuestos al juego. Lo que hacía ese convenio era, sin duda, legitimar negocios oscuros, como luego lo aceptó el propio Macri.
Kirchner no le cedió a Macri el control del juego en ese convenio. El Hipódromo de Palermo es una isla y los barcos están sobre el agua. Nada es de la Capital. Incluso, la apertura de futuros casinos y máquinas tragamonedas seguía siendo facultad del gobierno nacional. Hay que reconocer que Macri se dio cuenta a tiempo de que chocaría de frente con la clase media porteña y dio un paso atrás. No es un gesto menor en tiempos cuando la política se mide por el grado de terquedad.
Macri, Daniel Scioli y Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba, tienen, además, un problema común: Kirchner controla casi todos los recursos nacionales, y los gobernadores están previendo la ruina. Fue necesaria la dura intervención de la Iglesia para frenar un proyecto de Scioli para extender el juego; Scioli sí tiene potestad sobre el juego en su provincia. Cristóbal López aspira a expandir sus negocios por el amplio territorio bonaerense, donde siempre han reinado dos empresas extranjeras del juego.
El obispo Jorge Casaretto ya se lo había advertido a Scioli en una reunión del gobernador con todos los obispos bonaerenses. El obispo no se quedaría callado ante la proliferación del juego, porque considera que envicia a la sociedad, degrada la vida de los sectores más pobres y corrompe a los jóvenes. Una pregunta inútil se ha hecho en los últimos días: ¿ésa es la posición de Casaretto o es la de la Iglesia? En verdad, si le preguntaran al Papa sobre el juego, respondería lo mismo que Casaretto y que la Iglesia argentina.
Aníbal Fernández, Carlos Stornelli, ministro de Seguridad bonaerense, y José Granero, secretario nacional de la lucha contra el narcotráfico, no piensan igual sobre cómo enfrentar la epidemia de la droga. En primer lugar, disienten sobre la penalización, o no, del consumo de drogas. Fernández cree en la despenalización como una necesidad de modernizar la Justicia. Stornelli y Granero saben que nadie es penalizado ahora por consumir drogas, pero el consumidor le permite al Estado llegar hasta el comerciante y éste a los traficantes o a los fabricantes. La despenalización aislará al Estado del mundo de las drogas , ha dicho uno de ellos.
Stornelli y Granero están seguros de que el futuro estará en manos de las drogas sintéticas, si no se hace algo antes, y que para alcanzar ese futuro se necesitan sólo 15 años. Cualquier país podrá ser Bolivia , afirmó también uno de ellos. Fernández cree, en cambio, que él está haciendo lo necesario para controlar el transporte ilegal de precursores químicos.
La lucha interna es muy dura. Una camioneta de la secretaría de Granero apareció en una tapicería con ocho kilos de cocaína. Nadie manda el auto al tapicero con tanta cocaína en el tapizado. Se trató de una clara operación política para eyectar a Granero del Gobierno. ¿Operación de quién? Nadie lo sabe. El propio Aníbal Fernández despegó a Granero del hecho. Dijo que su secretaría no había escaneado bien una camioneta sustraída a narcotraficantes. Fue elegante: lo trató de inútil, pero no de cómplice.
Fernández fue menos convincente cuando se enfrentó con Stornelli por las duras advertencias de éste sobre el narcotráfico y las drogas en la Argentina. Carteles mexicanos y colombianos se han cruzado aquí en los últimos tiempos a través del crimen. Tres personas fueron asesinadas en General Rodríguez por narcotraficantes mexicanos. Hubo dos muertos en Unicenter y otros dos en la porteña Constitución, todos acribillados por sicarios de carteles colombianos.
En el último decomiso importante de cocaína, 750 kilos en la provincia de Buenos Aires, se cruzaron fuerzas de seguridad nacional y provincial con órdenes de allanamientos de dos jueces distintos. Pero lo más novedoso de ese procedimiento fue que se encontraron con narcotraficantes mexicanos trasegando cocaína. Hasta ahora sólo se sabía que los carteles mexicanos venían por la efedrina. También vienen con cocaína.
El nivel de decomiso es un síntoma importante de la droga que anda suelta y no sólo de la acción de las fuerzas de seguridad. En la provincia de Buenos Aires, se secuestraron este año 2304 kilos de cocaína frente a los 529 del año pasado. Hallaron 73.709 unidades de "paco" contra 13.505 del año pasado y encontraron más de 200.000 unidades de metanfetamina contra 2500 en 2007. El decomiso de marihuana creció un 310 por ciento.
Granero está cercado , dijo un amigo suyo. Fernández y Stornelli se llevan bien, pero no se ponen de acuerdo. El juego y el blanqueo de capitales crearán, mientras tanto, un universo lóbrego y hermético, donde la frontera entre lo legal y lo ilegal ya no existirá. Hace bien Kirchner en entretener a la platea con el petardeo de sus discursos. Construye poderosos adversarios (Cobos y Carrió, por ejemplo), pero también desvía la mirada social de una Argentina profunda y desoladora.

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sábado, 20 de diciembre de 2008

¿Por qué está tan nervioso Luis Juez? Por Gonzalo Neidal


(Publicado en La Mañana de Córdoba)

Luis Juez está un poquito sacado.
Alterado.
En un programa de Radio Universidad dijo que La Mañana de Córdoba “es un diario inmundo”.
No dejó aclarado el motivo de un calificativo tan duro.
Pero lo suponemos: a Juez no le gusta que lo critiquen, que lo marquen de cerca, que denuncien sus liviandades e inconsistencias.
Por eso, a Luis Juez no le gusta La Mañana. Aunque leernos sea lo primero que hace al levantarse cada día.
Probablemente sea porque La Mañana lo tiene junado. Como decimos en el barrio, “le tenemos picado el boleto”. Lo conocemos. Y sabemos la clase de político que es. Sabemos de su prédica contra la corrupción, principal mercadería que ofrece en su kiosco. Pero también conocemos sus poses de gran enroscador de víboras.

Por eso lo hemos criticado muchas veces en estos años. Le hemos señalado paso a paso cada uno de sus deslices.
Cuando empleó en la Municipalidad a sus amigotes del equipo barrial de fútbol “los matadores”.
Cuando cedió a todas las pretensiones del SUOEM.
Cuando embarullaba con sus dichos y administraba mal la Municipalidad.
Cuando renunciaba a un aumento de su dieta como legislador pero cobraba como síndico de Papel Prensa. Síndico del Estado nacional, puesto en ese lugar por Carlos Menem y Domingo Felipe Cavallo.
Cuando pretendía que había perdido las elecciones a gobernador porque le hicieron fraude, algo que jamás demostró. Ni los jueces de Córdoba ni la Corte Suprema de Justicia de la Nación le dieron la razón.
Cuando mudaba de aliados políticos en forma ligera y azarosa.
Porque, hay que recordarlo: primero fue menemista y cavallista. Luego delasotista, más tarde kirchnerista, posteriormente intentó aliarse con el radicalismo de Córdoba. Y más recientemente con Elisa Carrió y los socialistas hasta desembocar en Pino Solanas en estos días.
También se peléo, sucesivamente, con Menem, con Cavallo, con De la Sota, con Néstor Kirchner, con Cristina Kirchner, con Daniel Giacomino.
Todas estas inconsistencias y mudanzas le fueron señaladas por La Mañana.
Y eso lo fastidia mucho. Es razonable. Muy razonable.
A muchos puede no gustarle la imagen que le devuelve el espejo.
A Juez puede no agradarle que le digan que, siendo tan veloz para algunas cosas, haya tardado cuatro o cinco años para denunciar que Cristóbal López quiso coimearlo.
O que le recuerden que no utilizó correctamente los fondos que le envió Romina Picoloti.
En todo caso, puede refutarnos y desmentirnos, si él cree que hemos dado información errónea sobre su persona o bien hemos hecho una lectura equivocada o malintencionada de su conducta política.
Pero no insultarnos.
Es como si nosotros dijéramos que Juez es un delincuente común. Esto es algo que jamás diremos porque estamos distantes de pensarlo.
Muy por el contrario: creemos que Juez es una persona fuera de lo común.
Porque la gente común, como nosotros, trata de elevar el nivel de discusión y se empeña por no caer en el insulto y el lenguaje soez.
Es de gente democrática saber aceptar la crítica aunque sea dura y persistente.
Es de hombres de bien, responder con altura y sin agravios.
Las páginas de La Mañana están siempre abiertas a sus textos. Sean afortunados o no.
Pero Juez debe saber que desde aquí opinaremos sin concesiones acerca de sus dichos y hechos políticos. Así como lo hemos criticado, cuando diga o haga algo que ponderamos correcto, opinaremos a favor.
Pero ésta es una circunstancia que no se nos presenta a menudo.
Y es una lástima.
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Tartufismo K. Por Marcelo Moreno

(Publicado en Clarín)"Es un día de vergüenza para la Argentina y para la humanidad". Así, sin andarse con chiquitas, fervorosa en su indignación, definió la Presidenta la orden de liberar a Astiz, Acosta y otros 18 represores. Lo hizo en el escenario adecuado, acompañada por las Madres de Plaza de Mayo.Mantener durante años a prisioneros sin llevarlos a juicio consiste en una aberración jurídica de práctica común en la Argentina. En realidad, Astiz, Acosta y los otros 18 monstruos pueden sentirse legítimamente secuestrados, ya que va contra todo derecho en cualquier parte del mundo -salvo quizá la Zimbabwe de Mugabe-.Pero los gobiernos K. han tenido tiempo más que suficiente para dar un encuadramiento legal y acelerar los juicios.El problema es que no quieren, váyasea a saber por qué sombrías razones. Entonces ahora le echan la culpa a la Justicia como mañana se la podrán echar al Congreso. Todo para ocultar lo obvio: gobiernan con obediente mayoría parlamentaria desde hace 5 años y no hicieron nada para dotar a los jueces de instrumentos legales con el fin de sentenciar a las mencionadas bestias.
Pero la política tartufa K. es idéntica a sí misma: por un lado cacarea; por el otro, prosigue inmóvil sin rozar los intereses dominantes.Lo de ellos es un socialismo verbal.A principios de año el CELS -organismo de derechos humanos afín al gobierno- hizo su balance y denunció que la tortura es una práctica "sistemática" en los centros de detención de la Argentina, se trate de cárceles, comisarías o institutos de menores. El gobierno ni siquiera comentó el dato. Al parecer, para los K. los derechos humanos tuvieron fecha de vencimiento con el arribo de ellos al poder.Idéntica actitud la toman hacia los más desprotegidos de la sociedad, mientras se cansan de vocear su compromiso popular. En la fabulosa -por lo de fábula, claro- catarata de anuncios presidenciales que pretenden un paquete anticrisis, salvo la plata para los jubilados, todas las medidas se dirigen hacia la clase media o media alta, desde los créditos para coches y aires acondicionados -que no están al alcance de la gran mayoría de aquello llamado el pueblo argentino ni en cuotas ni en ninguna forma- hasta la derogación de la "tablita" de Machinea, que beneficia al 5 % de los sueldos, los más altos, por supuesto.Ahora dicen que llamarán a sesiones Extraordinarias para, al fin, tener leyes que permitan juzgar rápido a los genocidas. Con suerte, cinco años después.Vergüenza es lo que debería darles.
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El INDEC oculta la suba alarmante de la pobreza

(Publicado en Crítica Digital)La falta de credibilidad en los datos del INDC no sólo genera distorsiones en los precios de los productos. A eso va encadenado, por ejemplo la medición de la pobreza estructural en el país, sobre la que la Iglesia encendió hace unos días una nueva alarma. De acuerdo al Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (IADER), la pobreza crónica volvió a instalarse en el país y en 15 provincias ya afecta a 30 por ciento de su población, en tanto en 8 jurisdicciones la tasa se ubica arriba de 40.Según el INDEC, al primer semestre del año, 17,8 por ciento de la población vivía por debajo de la línea de pobreza. Sin embargo, según el IADER, un simple recálculo en base a niveles de inflación más realistas que triplican a la oficial, eleva la tasa de pobreza del país a 31,5 por ciento de la población, 13,7 puntos porcentuales más arriba de la oficial.La tasa promedio de pobreza, a pesar de ser muy superior a la que informa el organismo oficial, esconde la situación crítica que atraviesan algunas provincias. Sincerando la inflación en el interior del país, queda reflejada en las cifras la alta vulnerabilidad social que persiste en muchas regiones, según el estudio privado.
En Chaco, donde según el INDEC la pobreza al primer semestre se ubicó en 35,4 por ciento de la población, medida en Resistencia, tomando una tasa de inflación más realista se elevaría a 49,3. Es decir, casi la mitad de la población de esa provincia recibe ingresos insuficientes para acceder a una canasta básica.Las provincias más afectadas por la pobreza, además de Chaco, son Corrientes, con 46,6 por ciento de su población; Misiones, con 46,1; Santiago del Estero, 45,9; Formosa, 45,5; Jujuy, 44,3; Salta, 43,6; y Tucumán, 41,4. Así, mientras el país continuó creciendo en los últimos años, en términos de pobreza se retrocedió dos años atrás, y hacia el primer semestre de 2008 se registraban a nivel nacional, tasas similares a las observadas al mismo periodo de 2006.En algunas provincias sin embargo, las tasas se ubican en niveles similares a los de tres o cuatro años atrás, cuando el país aún estaba recuperándose de la fuerte crisis de 2002.La situación crítica en materia de pobreza no se limita solo a las ocho provincias con tasas superiores a 40 por ciento.Hay 15 jurisdicciones donde la tasa se ubica arriba de 30 por ciento, con elevados niveles de vulnerabilidad.En Catamarca, donde según el INDEC la pobreza al primer semestre afectó a 24,3 por ciento de su población, de acuerdo al IADER, se ubica en 37,6. En San Luis, la pobreza oficial es 22 por ciento, pero recalculada por el IADER se estaría ubicando en 34; en La Rioja asciende según el Gobierno a 18,2 pero sincerando la inflación rondaría 33,7.En Santa Fe la tasa medida en la Capital provincial rondaría 30,7 por ciento, versus 18,2 que registra el INDEC. Otras dos jurisdicciones donde la pobreza es elevada, son San Juan y el Gran Buenos Aires, con 30,3 y 30,5 por ciento, respectivamente. Las provincias con menores tasas de pobreza continúan siendo las ubicadas en la región Patagónica. En Santa Cruz, la pobreza recalculada se ubicó en 7,9 por ciento al primer semestre; en Chubut rondaría 9,5; y en Tierra del Fuego sería de 9,9.Asimismo, en la Ciudad de Buenos Aires, oficialmente es de 7,3 por ciento de la población viviría por debajo de la línea de pobreza, recalculándola en base a la inflación real estaría en 13,5.Para el segundo semestre del año, según este análisis, la pobreza a nivel país estaría ubicándose en 32 por ciento y una tendencia similar se registró en las provincias, donde en las más complicadas la tasa ya estaría afectando a más de la mitad de su población.
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viernes, 19 de diciembre de 2008

Por qué el mundo va hacia una nueva gran depresión

Ben Bernanke había asegurado en un homenaje a Milton Friedman, el economista fundador de la Escuela de Chicago, que nunca más la Reserva Federal cometería los errores que llevaron a Estados Unidos a la Gran Depresión del 30. Es cierto, no se cometieron esos errores. Se cometieron otros, incluso peores. Es por eso que de manera casi unánime los economistas ya vaticinan sin dudar que el mundo se encamina hacia una severa recesión que por lo menos durará un año. Otros, más drásticos, ya plantean escenarios catástrofe, con una prolongada depresión que desplazará el eje dinámico del capitalismo de Occidente a Oriente.Uno de los economistas que apuestan por una crisis de gran intensidad es el especialista Paul B Farrell, quien enumera una serie de indicadores líderes, los cuales apuntan hacia una Gran Depresión, de similares o peores características a las del ´29.

Dice Farrell que cada uno de los problemas enumerados tiene una o más soluciones posibles, pero todas juntas son imposibles de resolver bajo el actual enfoque del problema que tienen los dos partidos mayoritarios de los Estados Unidos, y por lo tanto, la implosión de la economía de aquél país (y el mundo) es virtualmente inevitable.Aquí se enumeran algunos los problemas que, según el economista norteamericano, llevarán al colapso económico final:Henry Paulson, secretario del Tesoro de los Estados Unidos duda y se contradice sobre la forma de aplicar el paquete de ayuda de 700 mil millones y lleva más pánico y confusión a los inversores. American Express se ha unido a los gigantes financieros Goldman Sachs y J.P.Morgan, en la búsqueda desperada de dinero en efectivo de la Reserva Federal. A su vez, la FED tiene planes para inyectar 3,6 billones de dólares en el mercado monetario. El Tesoro norteamericano bajo cuerda le ahorra impuestos a las grandes corporaciones, como parte del plan de rescate, trasladando esos costos a los Estados, cuyos ingresos caerán, y por lo tanto, también se incrementarán sus deudas, caerá el gasto público y los servicios. El Estado, en todos los niveles, ha perdido cientos de miles de millones de dólares en canjes derivados.En 1990 había 610 fondos de inversión; ahora hay alrededor de 10 mil. Sus ganancias se han evaporado.La deuda de los consumidores ha crecido hasta un nivel de 2,5 billones de dólares; ésta es la próxima gran crisis que se avecina, ya que la mayoría de esa deuda será incobrable en el corto y mediano plazo.La manipulación de datos del Gobierno de Bush: La guerra en Irak no costó 600 mil millones; ahora se estima que habría costado tres billones de dólares. Los costos ocultos del paquete de ayuda de 700 mil millones es de aproximadamente 5 billones de dólares más 1 billón extra en el pase a pérdida de activos. Los precios de los commodities están en caída libre, las exportaciones en picada, así como el resto de las monedas mundiales, acelerando la quiebra de la economía global. Los tres mayores fabricantes de autos de los Estados Unidos (Ford, GM y Chrysler) están virtualmente en bancarrota; se estima la pérdida casi inevitable de unos dos millones y medio de puestos de trabajo.Todos los títulos de deuda emitidos por las empresas de los Estados Unidos, de las más calificadas a las peores, tuvieron caídas superiores al 25 por ciento en las últimas semanas. Gigantescas bancarrotas en el sector minorista: empresas como Circuit City, Sharper Image, Mervyns, etc. Las ventas en los shopping centers están en caída libre.El desempleo se disparará hacia niveles no vistos en décadas. Según Farrell, volverán las viejas fotos de los años '30 de las largas filas de personas esperando por un plato de sopa.Las políticas del gobierno son decididas "por un conjunto de 42 mil lobistas miopes, muy bien pagos y codiciosos".El PBI de China comienza a desmoronarse y saca del cajón un plan de estímulo de 586 mil millones de dólares que no alcanza ni para inmutar un segundo a Wall Street.La deflación se globaliza e incluso en países como la Argentina, de altísima inflación, se comienza a observar una franca desaceleración en la suba de precios. El costo de los servicios de retiros y salud pública en los Estados Unidos suman obligaciones por 60 billones de dólares, para las cuales no hay fondos disponibles. Mientras tanto, casi 50 millones de estadounidenses carecen de seguro médico. Y esa cifra crecerá de manera notable en los próximos meses.El nuevo "New Deal" de Obama: planea gastar miles de millones de dólares en infraestructura, agregando más deuda a una de por sí insostenible e inmanejable deuda pública. Como si fuera poco, la actual administración está condicionando gravemente al futuro gobierno asumiendo nuevas y gigantescas obligaciones fiscales.El mensaje "anti-impuestos" es una nueva y peligrosa burbuja, según Farrell, una modernizada versión del sueño americano de ofrecer una comida gratis, sin sacrificio alguno, exponiendo a la gente a nuevas falsas promesas.El experto señala que todo lo que pasó en 2008 no es más que el prolegómeno de un desastre que se profundizará en 2011 y más allá, sin una recuperación visible de los mercados y la economía. Y la principal razón es que muchos de los problemas antes expuestos se pueden resolver de manera separada, pero colectivamente han generado una ideología fallida que sólo puede dispara el desastre. En otras palabras, todo irá peor, porque el estadounidense promedio no está preparado ni dispuesto a afrontar un incremento de sus impuestos. Ambos partidos disputan por reducirlos, bajando los ingresos del gobierno, y ambos partidos impulsan nuevos programas que aumentan el gasto público.

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jueves, 18 de diciembre de 2008

Comparaciones odiosas...


Cristina anunció un grandilocuente programa de obras públicas para sostener la actividad económica en 2009. Se llegó a hablar de la pasmosa suma de 110.000 millones de pesos, una cifra enorme si se compara con la intención del presidente electo de los Estados Unidos, Barack Obama, de invertir unos 210 mil millones de dólares en obras públicas, es decir unos 700 mil millones de pesos. Si se comparan las escalas, bien se puede decir que Obama es un avaro y su programa de estímulo es apenas nada en comparación con las ínfulas neokeynesianas del plan de infraestructura argentina.
Pero ni bien los medios repasaron las principales obras anunciadas, no tardaron en descubrir que el 80 por ciento de esos proyectos ya había sido anunciado en meses y años anteriores. Sólo que se ejecutaron parcialmente o no se ejecutaron jamás. O sea, de los 71.000 millones, sólo se ejecutarían 14.000 millones en obras nuevas. En síntesis, que los K y Keynes por ahora sólo tienen en común la primera letra del apellido.
Ah, del programa de obras públicas de Obama lo último que se sabe es que el plan destinado a la ciudad de Miami tiene alrededor de 1.000 páginas y contempla inversiones por 4.500 millones de dólares, sólo el año que viene. A gastar se ha dicho...

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Empresas Públicas: el regreso

(Publicado en La Mañana de Córdoba - 18-12-2008.)

La cosa es así: si a usted no le gustan las empresas públicas, usted es un traidor a la Patria.
Y no hay vuelta de hoja.
Si usted tiene algunos años sobre las costillas y recuerda cuál ha sido la historia de las empresas públicas argentinas quizá sepa por qué fueron privatizadas.
No nos vayamos demasiado lejos. ¿No se acuerda usted el problema del agua en la zona sur de la ciudad? ¿Qué pasaba? No es demasiado complicado: había que hacer inversiones y el estado provincial no tenía los fondos suficientes.
Por eso se privatizó la empresa pública provincial, la EPOS.
No fue porque Angeloz y Mestre fueran agentes del imperialismo.
Y así pasó con casi todas: durante décadas el estado las descuidó, no invirtió, las llenó de personal innecesario.
Y esto lo hicieron los peronistas, los radicales, los militares, los liberales. Todos.
¿Que podrían haberse administrado mejor? Es cierto.
¿Que no es fatal que sean ineficientes? Es cierto.
¿Que en otros países del mundo hay empresas públicas muy eficientes? Es cierto.
Pero en la Argentina sucedió otra cosa: acá fueron bastante desastrosas.
¿Nadie recuerda cuando conseguir una línea telefónica demandaba, en algunos casos, décadas?
¿Nadie recuerda que YPF tenía 55.000 empleados y podía funcionar con 5.000?
No: acá las privatizaciones no fueron dictadas por el Consenso de Washington ni fueron una imposición imperial. Se hicieron en defensa propia, porque ya la situación no daba para más.
Y lo más importante de todo, algo que generalmente se olvida: fueron respaldadas por la mayoría de los argentinos a través del voto.
Porque Menem, que fue quien privatizó, fue votado en 1989, cuando aún no se sabía bien qué haría en el gobierno. Algunos dijeron que había engañado a la gente, porque dijo que haría una cosa y luego hizo otra distinta.
Pero en 1991 ya se sabía qué estaba haciendo. Y la gente lo votó mayoritariamente.
En 1993 ya estaba muy clara su política de privatizaciones, y la mayoría lo volvió a votar.
Y luego lo respaldó en 1994, para modificar la Constitución Nacional de modo que pudiera ser reelegido.
Y también fue reelegido en 1995.
Si leemos bien estos datos, a las privatizaciones no las hizo Menem.
A las privatizaciones las hizo el pueblo argentino con su voto de respaldo a Menem.
Le dijo: siga con lo que está haciendo que eso es lo que queremos.
Pero ahora parece que si uno no está a favor de la empresa pública, como sea, es un traidor a la Patria.
Se trate de un banco, de una empresa aérea, de una línea de transporte urbano o de la recolección de la basura.
Ahora el viento corre para ese lado.
Veremos dentro de algunos años, cuando el estado no ponga la plata que tiene que poner, cuando llene a cada empresa o emprendimiento de empleados innecesarios, cuando no preste el servicio eficientemente.
Veremos qué se dice entonces.
Pero ya lo sabemos: la culpa será de los grandes imperios.
O de la banca internacional.
O del neoliberalismo.
O de una conspiración internacional anti-argentina.
Pero nunca jamás seremos nosotros los responsables de nada.
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Un informe advierte que la pobreza en ocho provincias argentinas es mayor al 40%

Mientras el país sigue creciendo (aunque a tasas más bajas), contradictoriamente el nivel de pobreza también sigue avanzando. En el primer semestre del año, el 30% de la población de 15 provincias argentinas se ubicó por debajo de la línea de pobreza determinada por la canasta básica, y un 40% en ocho provincias, según un estudio del Instituto Argentino para el Desarrollo de las Economías Regionales (Iader).
En detalle, Chaco, Misiones, Corrientes, Formosa y Santiago del Estero lideran el triste ranking.
Según indicó a lanacion.com el presidente del instituto, Diego Lo Tártaro, a diferencia de las mediciones del Instituto de Estadística y Censos (Indec), este cálculo privado supera en un 60% el costo de la canasta básica oficial.
El índice de pobreza que el Indec ubicó en el 17,8% en el primer semestre del año. En cambio, en el Iader, señalan que "un simple recálculo en base a niveles de inflación más realistas que triplican la inflación oficial, eleva la tasa de pobreza del país a 31,5% de la población, 13,7 puntos porcentuales más arriba de la tasa oficial".
El índice de inflación sobre el que se basa el cálculo se ubica, según informó Lo Tártaro, entre el 26 y el 27% anual.
El informe destaca que la cifra global de pobreza esconde la situación real de las provincias. "Sincerando la inflación en el interior del país, queda reflejada en las cifras la alta vulnerabilidad social que persiste en muchas regiones", dicen en el Iader.
Por provincias. En Chaco, por ejemplo, donde según el Indec la pobreza al primer semestre se ubicó en 35,4% de la población, el recálculo la eleva a 49,3%. "Casi la mitad de la población de esa provincia recibe ingresos insuficientes para acceder a una canasta básica", dice el informe.
La siguiente en la lista es Corrientes, donde la pobreza se eleva a 46,6% de la población total. Misiones posee, un 46,1% de pobres, mientras que en Santiago del Estero y Formosa se eleva en torno del 45%. Jujuy, Salta y Tucumán, son las siguientes, con una cifra porcentual de pobreza ubicada entre el 44 y el 41%.
"El avance de la inflación en 2008 fue una de las principales causas del deterioro social. El aumento de la pobreza se produjo por el menor poder adquisitivo de la población, el menor crecimiento en la actividad y el parate en la creación de empleo", señala el Instituto.
En Santa Fe la tasa medida en la Capital provincial rondaría el 30,7% (versus 18,2% que registra el INDEC) siendo sustancialmente menor por ejemplo, en la Ciudad de Rosario. En San Juan rondaría el 30,3% en tanto en el GBA estaría en 30,5%.
Proyecciones. Para el segundo semestre del año, se estima que la pobreza se ubicará en un 32% a nivel nacional y que seguiría la tendencia creciente en las provincias, con tasas porcentuales cercanas al 50% de la población total.
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martes, 16 de diciembre de 2008

Los Kirchner y la unidad sudamericana


(Publicado en La Mañana de Córdoba - Martes 16-12-2008)
Brasil tiene auténtica vocación de liderazgo regional. Y tiene con qué ejercer ese sitial al que aspira. Hay en ese país una actitud de construcción que sobrevive a todos los gobiernos. Al lado de ellos, nuestros gobernantes parecen niños caprichosos.
Ayer comenzó en Salvador de Bahía, al norte de Brasil, una nueva reunión cumbre del Unasur, un grupo subcontinental que impulsa la nación hermana y que pretende incluir a todos los países de América del Sur. Hace tiempo que Brasil tiene una visión más concreta que la nuestra acerca de lo que significa la unidad viable de los países de Sudamérica. Una óptica más realista que nuestra permanente y teórica adhesión emocional a América Latina. Todos sabemos que, en los hechos, jamás podremos contar con México (“tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”) ni con los países de Centro América, tan ajenos siempre a la problemática del sur del continente. Por eso, la ambición de Brasil, aunque parezca más limitada y menos ambiciosa, tiene una cuota de realismo que la hace verdaderamente viable en lo político.
Pero claro, Brasil tiene un problema: el hostigamiento de algunos gobiernos de países hermanos que lo atacan de uno u otro modo. Quizá Chávez aspire a liderar a todos los pueblos de esta parte del continente. Nos tememos, sin embargo, que con el petróleo bordeando los 40 dólares el barril, se le haga complicado todo, incluso sostener el nivel de gasto público en su propio país.
Argentina, para colaborar con la unidad del sur del continente, ha propuesto a Néstor Kirchner como presidente pro tempore del Unasur. Un gesto amistoso, sin duda. Pero este sitial le ha sido cuestionado por Uruguay, por Colombia y también por Perú. Y digamos que cada uno tiene sus motivos para objetar a nuestro atrabiliario ex presidente.
El Uruguay, por ejemplo, hace dos años que tiene cortado el puente que une Fray Bentos con Gualeguaychú, en razón del conflicto por la instalación de la pastera Botnia. Y Don Néstor ha tenido mucho que ver con eso: por momentos alentó a los asambleístas y, durante todo este tiempo no ha sabido cómo hacer para que este puente quede liberado. Es muy razonable, entonces, que Uruguay no lo quiera como presidente del Unasur.
Algo similar pasa con Colombia, a quien Néstor le dedicó el papelón de fines del año pasado, cuando apenas asumida Cristina, su esposo integró una delegación que supuestamente liberaría a Ingrid Betancourt, lo que nunca sucedió. En ese momento, Argentina quedó subordinada a la estrategia de Chávez, que fue desairado por los terroristas de las FARC. El alineamiento de Argentina con el presidente venezolano supone un distanciamiento del Brasil que, junto a nuestro país, constituyen el núcleo esencial del MERCOSUR y de cualquier proyecto de formación de un bloque económico y político en el sur del continente.
Algunos piensan que Néstor debería retirar su candidatura, pues resulta justificadamente irritante para algunos países de la región. Y la clave de cualquier intento de unidad es el consenso. Si su candidatura se somete a votación y se impone a los países que se oponen, entonces se sembrará la discordia en la naciente Unasur.
Pero hay quienes piensan distinto.
Hay algunos argentinos que, enterados de que para el caso que Néstor sea elegido presidente del Unasur, deberá residir un tiempo en Quito, Ecuador, se muestran propensos a enviar sendas delegaciones persuasivas hacia Uruguay y Colombia, con el objetivo de convencer a sus presidentes de que Néstor no es tan malo como se dice en la Argentina, que deberían darle una oportunidad como presidente del Unasur.
Probablemente sea un nuevo Bolívar y, en agradecimiento a su gestión de unidad sudamericana, su presencia sea reclamada para siempre fuera de la Argentina.
Quizá sea esa la fórmula de la felicidad para muchos hombres y mujeres del Sur de América.
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lunes, 15 de diciembre de 2008

La nueva guerra de secesión


Pocos se han puesto a observar que en los Estados Unidos se está librando una nueva "Guerra de Secesión", aunque por ahora, sin sangre. La disputa por la eventual ayuda financiera del gobierno de los Estados Unidos a las tres grandes automotrices (The Three Big) de Detroit -Ford, GM y Chrysler- divide geográficamente al país casi exactamente igual que cuando se inició guerra civil norteamericana. Esta vez, los políticos de los Estados sureños son reacios a que se utilice la plata de los impuestos de sus ciudadanos (14 mil millones de dólares para ser precisos) en ayudar a un sector que en las últimas décadas ha sido incapaz de resolver su crónica ineficiencia, en buena parte debido a la instransigencia negociadora del gremio automotor. Es que el "SMATA yanqui" no ha estado dispuesto a negociar derechos y beneficios, tal como lo hicieron los trabajadores de las fábricas automotrices del sur. Precisamente allí proliferaron en las últimas décadas plantas industriales de origen japonés y europeo que, al amparo de una legislación laboral mucho menos onerosa, han podido mantener una adecuada competitividad. Por ejemplo, Toyota tiene fábricas en Texas, Mississippi, West Virginia, Alabama y Kentucky. En tanto Honda ha instalado plantas en Carolina del Norte y del Sur, Georgia y Alabama. BMW tiene su fábrica en Carolina del Sur.
La situación para los operarios del "norte yanqui industrial" tampoco es tan sencilla. El costo de vida allí a veces duplica al de los estados sureños, así que un recorte salarial masivo podría generar una situación social apenas menos complicada que la bancarrota de las tres grandes. Finalmente, George W. Bush no tiene muchas opciones. Si deja que caigan GM, Chrysler y Ford, deberá asumir el enorme costo económico no sólo de solventar los seguros de desempleo de esas firmas y de las autopartistas ligadas a ellas, sino que además deberá pagar los retiros de todos los operarios jubilados, ya que esas grandes compañías tienen, como no podía ser de otra manera, un sistema de auto-retiro. (Exclusivo para El Invento de Maquiavelo)
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domingo, 14 de diciembre de 2008

¿Termina la hegemonía de EE.UU.? Por Jorge Castro

Publicado en Clarín. Domingo 14-12-2008.
La salida de George W. Bush de la Casa Blanca el 20 de enero de 2009, y la asunción de la administración estadounidense por Barack Obama, ¿significan el fin de la hegemonía norteamericana?; ¿el cambio de gobierno en EE.UU. implica una modificación de fondo de la estructura del poder mundial vigente desde 1991? La presidente Cristina Fernández, y sus anfitriones rusos, el titular de la Federación, Dimitri Medvedev, y el premier, Vladimir Putin, parecen haber coincidido en una respuesta afirmativa a ambos interrogantes en la reciente visita a Moscú. "El regreso de Rusia al escenario internacional es para nosotros, y para el mundo, una buena noticia, (porque se) necesita un mundo que no sea unipolar", afirmó la mandataria argentina en el Kremlin.
"Tenemos que coordinar nuestras posiciones, porque vemos los problemas en forma similar, y creemos absolutamente que el mundo debe ser multipolar. El dominio de un sólo Estado "el mayor, el más poderoso, o el más exitoso" es inaceptable, sostuvo Medvedev. La hegemonía norteamericana después de 1991, cuando se produce el colapso de la URSS, y concluyen cuatro décadas de la peculiar estructura bipolar de la Guerra Fría, no fue obra de la intencionalidad política, sino un hecho físico: eran dos superpoderes que pujaban por la hegemonía planetaria por todos los medios, salvo el choque bélico directo por el riesgo de escalada nuclear; y de los dos quedó uno.En ese momento, la segunda potencia del mundo capitalista Japón se sumergió en trece años de depresión estructural y en seis de deflación. La República Federal Alemana la tercera se unió con Alemania Oriental y aceptó la moneda única europea. El resultado fueron 12 años de estancamiento y dos dígitos de desocupación. EE. UU, en cambio, comenzó el período más largo de crecimiento económico, a la tasa más elevada, de toda su historia desde que se llevan registros (1854); y a partir de 1993/95 (1er. mandato de Bill Clinton) experimentó un boom de productividad (2.7% de incremento anual promedio entre 1995 y 2007), que alcanzó los niveles más altos en 100 años. A la unipolaridad física de 1991 se sumó así un acontecimiento estructural, que colocó a EE. UU en un escalón superior en el proceso de acumulación de los países capitalistas avanzados. Esta doble situación otorgó a la unipolaridad norteamericana su peculiaridad histórica: por primera vez un país fue hegemónico en la totalidad de los tableros del poder al mismo tiempo. Esto tornó duradera la hegemonía norteamericana post-1991. El hecho geopolítico del colapso soviético abrió una nueva etapa en la acumulación capitalista. Los capitales salieron del marco nacional y se dirigieron a los mercados internacionales ("eurodólar" y debilitamiento del "home bias"); y la inversión transnacional abandonó la tríada del capitalismo avanzado (EE.UU/U.E/Japón) y se orientó a los países emergentes, China en primer lugar. Así transcurrieron 17 años; y en ellos el mundo experimentó el mayor crecimiento económico (ingreso real per cápita) desde la Revolución Industrial (1780), arrastrado por los países emergentes (más de un 80% del auge mundial en los últimos 5 años), mientras el poder mundial experimentaba un giro de 180 grados, y pasaba del Oeste al Este, del Atlántico al Pacífico. Los tres movimientos en uno sólo. El capitalismo es un mecanismo de acumulación y un sistema hegemónico: economía y política son dos dimensiones mutuas, de carácter recíproco. El sistema hegemónico que posibilitó la acumulación mundial de los últimos diecisiete años fue la unipolaridad norteamericana; la hegemonía estadounidense abrió las condiciones status quo para el surgimiento de China como poder mundial. China se transformó en la segunda potencia comercial del mundo, después de EE. UU (2007), y en la principal exportadora de capitales (U$S 390.000 millones en 2007). EE. UU atrajo en los últimos quince años el 75% del flujo de capitales provenientes del mundo entero, ante todo de China. En septiembre de este año, China se transformó en la principal acreedora de EE. UU, al comprar U$S 800.000 millones de títulos del Tesoro norteamericano, lo que significa financiar 60% de su déficit fiscal. No hay rivalidad hegemónica entre China y EE. UU, sino alianza estructural.Esta alianza revela las características del poder mundial con eje en EE. UU; e indica que la fase unipolar de la hegemonía estadounidense parece alcanzar su fin. No porque sea reemplazada por un rival hegemónico, a la cabeza de un bloque antagónico, sino porque la estructura de la acumulación capitalista en los últimos 3 lustros colocó en primer plano a los países emergentes: China, India, Rusia y Brasil. La hegemonía estadounidense ha creado las condiciones de su propia superación. No hay "decadencia norteamericana", sino surgimiento de otros poderes, cada vez más integrados con ella. El "soft power" de Barack Obama modifica la imagen internacional de EE. UU a partir del 20 de enero. Pero no cambia la estructura del poder mundial; al contrario, fortalece su eje por el extraordinario atractivo mensaje que transmite el nuevo ocupante de la Casa Blanca, a partir de la tercera semana de enero.
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sábado, 13 de diciembre de 2008

Aniversario en Moscú. Por Jorge Castro



(Publicado en Perfil. Sábado 13/12/2008)

Hay casualidades que están cargadas de sentido. Cristina Fernández de Kirchner pasó el primer aniversario de su asunción a la primera magistratura en Moscú. Néstor Kirchner encabezó el festejo con un ágape en la sede del reestatizado Correo Argentino. El episodio, seguramente fortuito, ilustra empero acerca de una particularidad del sistema de poder K, que lo distingue inequívocamente de experiencias anteriores.


La Argentina, un país de instituciones débiles, suele oscilar entre la concentración de poder político y la crisis de gobernabilidad. Desde la restauración de la democracia, hace veinticinco años, esa concentración de poder estuvo asociada a la noción del hiperpresidencialismo. Raúl Alfonsín exhibió sucesivamente los dos extremos de esa secuencia. Carlos Menem fue duranteP una década el paradigma del hiperpresidencialismo. Fernando de la Rúa quedó asociado casi desde el principio de su gestión a la crisis política. Pero en todos estos casos, en circunstancias de crisis extremas, como sucedió con el estallido hiperinflacionario de julio de 1989 y el colapso financiero de diciembre de 2001, aun ese frágil tejido institucional permitió la gestación de alternativas constitucionalmente no traumáticas, como fueron el adelantamiento de la asunción de Menem o el interinato de Eduardo Duhalde. En el período 2003-2007, Kirchner reestableció el hiperpresidencialismo. Durante un tiempo, la opinión pública le reconoció el mérito de haber reconstruido la autoridad presidencial, diluida tras el colapso del gobierno de la Alianza. Pero la elección de Cristina Fernández de Kirchner constituyó una nueva vuelta de tuerca en este proceso. Como quedó demostrado virtualmente desde el principio de su gestión, la nueva mandataria no asumió efectivamente el control del poder político, que quedó en manos de su marido y antecesor. Ya no hubo entonces hiperpresidencialismo, como con Alfonsín o con Menem, sino poder hegemónico a secas, sin cobertura institucional. En ese tránsito, Kirchner destruyó su propia obra: la autoridad presidencial que durante su gobierno había logrado reconstituir. Ese déficit de legitimidad quedó reflejado en las encuestas. No se conoce en la historia constitucional argentina un gobierno cuya imagen haya descendido tan abruptamente en sus primeros doce meses. Tal vez resida allí, por contraste con la licuación de la autoridad presidencial, el secreto de la popularidad de Julio Cobos, protagonista de otra rareza histórica: no hay antecedentes en la Argentina de un vicepresidente que duplique la imagen positiva del mandatario en ejercicio. Este poder hegemónico construido por Kirchner, sin mediaciones institucionales, no está acompañado por la opinión pública. Las encuestas son reveladoras. La clase media de los grandes centros urbanos, que mayoritariamente acompañó a Kirchner durante sus primeros años de gobierno, pero no votó por Cristina Fernández de Kirchner en octubre de 2007, tiende a radicalizar su confrontación con el Gobierno. Abandonada la ilusión de la “trasversalidad”, Kirchner no tiene otra opción para evitar una crisis de gobernabilidad, semejante a la de Alfonsín o De la Rúa, que replegarse sobre el aparato territorial del peronismo, muy especialmente sobre la estructura partidaria del peronismo del Conurbano bonaerense. Pero aparece aquí la otra singularidad del sistema de poder K. A diferencia de lo que sucedía con Alfonsín o con Menem, que construyeron su concentración de poder a partir de un liderazgo carismático, y tuvieron siempre un andamiaje partidario donde refugiarse en circunstancias adversas, Kirchner nunca fue, ni en sus mejores momentos, un líder carismático. Su relación con las estructuras del peronismo territorial está basada única y exclusivamente en la conveniencia recíproca, a través de un juego de contraprestaciones. Cualquier cambio desfavorable de las circunstancias puede dejarlo a la intemperie, sin base de sustentación política ni una red de contención institucional para situaciones de crisis. A doce meses de la asunción de Cristina Fernández de Kirchner, ése y no otro es el escenario de 2009.


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