lunes, 10 de octubre de 2011

En el nombre del padre. Por Gonzalo Neidal

En las escenas iniciales de la segunda parte de El Padrino, se relata cómo el protagonista, de unos 10 años de edad en ese momento, logra escapar de la muerte que el hombre fuerte del pueblo le tenía reservada. El niño, luego Don Corleone, había tenido la mala idea de ser hijo y hermano de dos hombres enfrentados con el mandamás del pueblo y ya asesinados por éste. Su final era, entonces, inevitable: debía morir aunque aún fuese un niño y no fuera responsable por los actos de su padre. Esto de transferir a los hijos las responsabilidades –reales o presuntas- de los padres, constituye un hecho brutal, propio de mafias, fanatismos y tiranías. Sería impensable en una república, en un sistema donde rija la libertad individual y el reinado pleno de los derechos humanos.


Hace un par de días, ocurrió un episodio llamativo, al que la prensa no le dio demasiada trascendencia política. Pero es revelador respecto de la tonalidad y los conceptos que rigen la política del oficialismo nacional. El diario Página 12 publicó una extensa nota acerca de las desapariciones de personas ocurridas en los años ’70 en la Caja de Ahorro y Seguros. Allí se da detalles y nombres de varios desaparecidos y se responsabiliza al interventor del organismo, un militar retirado llamado Héctor Walter.

Pero además, se agrega que el tal Héctor Walter es el padre del candidato a diputado por el PRO de Mauricio Macri, en la Capital Federal, Pablo Walter. El diario Página 12 dice:

“Walter es uno de los tantos personajes que aún no han sido imputados en los juicios por crímenes de lesa humanidad. Está relacionado con personas que estuvieron secuestradas en Mansión Seré. Marca que el Poder Judicial todavía tiene mucho por investigar. Y creemos que no es casual que su hijo sea candidato del PRO. Fue senador por el bussismo y vocero de Bussi cuando tuvo que justificar su cuenta suiza. Mauricio Macri se escuda en personajes vinculados con la dictadura para formar su fuerza política”, dijo a Página/12 Carlos Pisoni, de HIJOS”

Al día siguiente el diario tuvo que salir a desmentir lo que había publicado pues no se trataba de la misma persona. El ex interventor de la Caja no es el padre del candidato del PRO.

Todo bien. Vale la aclaración. Pero, nos preguntamos, ¿qué hubiera pasado si, efectivamente, el personaje cuestionado fuera el padre del candidato macrista? ¿La actuación del padre debe ser pagada por su hijo? ¿qué concepto de democracia y libertad encierra esa idea de condenar y escarchar a los hijos por los delitos –incluso reales- cometidos por los padres?

Pero ésta de la agrupación HIJOS, que reproduce sin cuestionar el diario Página 12, no es una idea nueva. El kirchnerismo, ha sido denunciado varias veces, posterga en los ascensos militares a aquéllos miembros de las Fuerzas Armadas que tienen apellidos de militares que hayan tenido alguna actuación destacada durante el Proceso militar. Y lo hace, por supuesto, independientemente de los méritos u otras valoraciones aptas cara la calificación de su desempeño.

Uno y otro hecho, son actos abominables de discriminación y omisión del más elemental de los derechos humanos, el de la propia identidad, el de la responsabilidad por los propios hechos.

Estos hechos hoy pasan desapercibidos en medio de la embriaguez general. El peligro es que se transformen en cotidianos y que los aceptemos como normales y razonables dentro de la democracia.



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